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La Unión de Vinos de Pago Certificados reúne en Madrid a la crema de la viticultura nacional, consolidando una cita pionera para defender la autenticidad y la excelencia

El Primer Salón de Vinos de Pago Certificados: Un Hito para la Élite del Vino Español

Más de 180 profesionales descubrieron la diversidad y singularidad de estos viñedos únicos, que representan apenas el 0.2% de la producción española pero encarnan su máxima expresión de terroir

Brígida Gallego 19 Oct 2025 - 16:24 CET
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El espacio Covarrubias The One en Madrid fue el epicentro de lo más selecto del vino español. No se hablaba de volúmenes, sino de esencias. No de cantidades, sino de identidad. La Unión de Vinos de Pago Certificados (UVPC) celebraba su primer gran evento, un salón que aspiraba a ser mucho más que una cata: un manifiesto sobre la autenticidad en un mundo de prisas.

Más de 180 profesionales –sumilleres, periodistas, distribuidores con el ojo clínico– se dieron cita para explorar una de las categorías más desconocidas y a la vez más prestigiosas de nuestro país: el Vino de Pago. No es una denominación de origen al uso. Es, de hecho, la máxima distinción oficial que puede recibir un vino en España, un sello otorgado por el Ministerio de Agricultura y reconocido por la Unión Europea. Y sin embargo, para muchos, sigue siendo un secreto bien guardado.

Al frente de esta misión de desvelar el secreto está Francisco Fernández, presidente de la UVPC y director técnico de Pago La Jaraba. Fue él quien, con la calma de quien conoce el valor de lo que custodia, dio la bienvenida a los asistentes.

«Nuestra misión es promover, proteger y elevar la reputación de estos vinos en España y en el mundo», explicó. «Queremos aportar claridad al consumidor. Que sepa que cuando tiene una botella de un Vino de Pago, tiene algo excepcional».

Y lo excepcional, a menudo, reside en los detalles. Francisco Fernández lo dejó claro con una cifra: los Vinos de Pago representan solo el 0,2% del viñedo español. Son joyas raras.

«Cada vino de pago nace de una finca única, de un suelo y un microclima irrepetibles», señaló. «Se elabora íntegramente en el mismo lugar donde se cultiva la uva. Esa trazabilidad total garantiza su autenticidad. Cada botella es el reflejo fiel de un paisaje, una historia y una forma de entender la tierra». No se compran uvas fuera, no se mezclan parcelas distantes. Es la pura expresión del terroir.

La UVPC, nacida en 2019 en el Real Casino de Madrid, es la primera y única asociación que agrupa de forma abierta a las bodegas con este sello. Actualmente, la integran 14 bodegas de diversas regiones, que representan más de la mitad de todos los Pagos certificados en España. Nombres como ArínzanoOtazuIracheChozas Carrascal o Dehesa del Vicario comparten un ideario: la excelencia, la autenticidad, el respeto al territorio y un compromiso firme con la sostenibilidad.

La mañana arrancó con el plato fuerte: una cata magistral que era, en realidad, un viaje sensorial por la geografía española. Al frente, dos figuras de peso: el Master of Wine Pedro Ballesteros, uno de los expertos más respetados a nivel global, y el periodista y crítico Juan Manuel Bellver, asesor estratégico del evento. Juntos guiaron a los presentes a través de 14 vinos, uno por cada bodega de la unión.

Fue un recorrido sin prisa por la diversidad. Desde los tintos estructurados de Navarra y Castilla y León hasta las propuestas mediterráneas de Valencia o los vinos de Castilla-La Mancha. Cada copa contaba una historia distinta, hablaba de un suelo específico, de una altitud concreta. Pero, como destacó Pedro Ballesteros, había un hilo conductor: «Aunque cada proyecto tiene su propio carácter, todos comparten una filosofía común: el respeto al entorno, la sostenibilidad y la voluntad de expresar, sin interferencias, el alma de su territorio». No se trata de seguir modas, sino de escuchar a la tierra.

Tras la cata, el salón abrió su zona expositiva. El ambiente se tornó más distendido, pero no menos intenso. Fue el momento del contacto directo, de hablar con los responsables de las bodegas, de preguntar, de profundizar. Fue ahí donde muchos comprendieron la verdadera dimensión humana detrás de cada proyecto. Gente apasionada, a menudo con varias generaciones a sus espaldas, contando por qué su finca es diferente a todas las demás.

La jornada se cerró con una mesa redonda titulada “El futuro de los vinos de pago certificados”. Moderada por Juan Manuel Bellver, contó con las voces de Pedro Ballesteros, la sumiller Cristina Tierno y el presidente Francisco Fernández. El debate fue directo y enriquecedor. Se habló de la comunicación, ese gran reto.

«Existe aún un gran desconocimiento sobre qué es exactamente un Vino de Pago», admitió Fernández«Nuestro desafío es explicar su significado, diferenciarlo de otras denominaciones y poner en valor su exclusividad. No competimos entre nosotros; competimos para que el consumidor entienda y valore esta categoría».

La sostenibilidad no fue un tema accesorio, sino central. No como una etiqueta más, sino como una parte inherente a la filosofía de los Pagos. El cuidado del viñedo como un ecosistema vivo, la reducción de la huella hídrica y de carbono, la visión a largo plazo. Son bodegas que, por su propia naturaleza de ser fincas únicas, tienen la sostenibilidad escrita en su ADN.

También se abordó la necesidad de una mayor unión y de acciones conjuntas.

Pedro Ballesteros puso el acento en la proyección internacional: «El mundo busca vinos con historia, con autenticidad. El Vino de Pago tiene una narrativa potente que contar, y debe hacerlo con una voz unificada»Cristina Tierno, desde su trinchera en la restauración, destacó el valor que estos vinos aportan a la carta de un restaurante: «Son vinos con un storytelling poderoso. El comensal no solo bebe un vino, bebe un lugar, una filosofía. Y cada vez hay más clientes que buscan eso».

Quedó claro que el camino pasa por seguir trabajando juntos. La UVPC actúa ya como esa plataforma de prestigio y proyección, pero el consenso fue que hay que intensificar los esfuerzos en comunicación, divulgación y defensa institucional de esta figura de calidad.

La lista completa de bodegas que conforman actualmente la UVPC es un who’s who de la élite vitivinícola: ArínzanoAylésCasa del BlancoChozas CarrascalCirsusFamilia Conesa–Pago GuijosoIracheLa JarabaMartúeOtazuVegalfaroVera de EstenasVizar y Dehesa del Vicario. Son 14 proyectos distintos, con estilos diferentes, pero unidos por un denominador común: la búsqueda incansable de la excelencia desde la autenticidad más radical.

Mirando al futuro, la UVPC no se limita a la promoción. La asociación impulsa proyectos de I+D+i centrados en la adaptación al cambio climático, la mejora de la competitividad y la conservación del patrimonio genético vitivinícola. Es un compromiso con las generaciones futuras, con asegurar que estos paisajes únicos y sus vinos sigan existiendo.

El éxito de este primer salón no se mide solo en asistentes, sino en la energía que generó.

Francisco Fernández lo resumió así: «Queremos que este salón se convierta en una cita fija para el sector. Un lugar donde mostrar la diversidad y la calidad de los Vinos de Pago y, sobre todo, explicar al consumidor qué los hace verdaderamente únicos».

Con esta primera edición, la UVPC ha puesto una piedra angular. Ha demostrado que hay un interés creciente y un espacio para los vinos que hablan de un lugar concreto, sin ruido. En un mercado a veces masificado, la autenticidad brilla con luz propia. Y los Vinos de Pago Certificados, esa joya que representa solo el 0.2% de nuestro viñedo, se perfilan no solo como la vanguardia de la enología española, sino como su alma más pura.

Brígida Gallego

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