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Simón Pérez y Silvia Charro, conocidos por muchos como “los de las hipotecas fijas”, han acudido al programa Espejo Público para hablar sobre la crítica situación por la que atraviesan y que se ha convertido en uno de los espectáculos más turbios y comentados de internet en España.
En el programa de Antena 3, la pareja se ha sincerado sobre su situación e incluso sobre el famoso vídeo. Han reconocido que “iban colocados” en el momento de grabar la pieza que los catapultó a la fama.
Han hablado sin rodeos sobre sus adicciones y la dificultad que tienen para superar su enfermedad, en especial en el caso de Pérez.
Su transformación, desde asesor financiero de éxito hasta figura central de una tragicomedia digital, es un caso que mezcla morbo, adicción y deshumanización en la era del streaming.
En este sentido, han confesado que hay gente que quiere “que se mueran en directo”. Han descrito cómo algunos usuarios les pagan la droga y han detallado que les escriben a través de Telegram ofreciéndoles sustancias ilícitas, que se las mandan a su casa para que las consuman en directo.
En la entrevista, han conversado también sobre el estado de la relación. Han desvelado que aunque siguen juntos, Charro se encuentra durmiendo en casa de su familia, debido a la espiral autodestructiva del economista. La mujer ha desvelado que tiene años sin consumir sustancias psicotrópicas.
Por su parte, Pérez ha detallado que tiene una veintena de días ‘limpio’, tras pasar un tiempo en un centro de rehabilitación.
El ‘suicidio’ a cuentagotas de Simón Pérez
Su transformación, desde asesor financiero de éxito hasta figura central de una tragicomedia digital, es un caso que mezcla morbo, adicción y deshumanización en la era del streaming.
En 2017, junto a su pareja Silvia Charro, alcanzó la fama con un vídeo viral donde ambos explicaban las ventajas de las hipotecas a tipo fijo. Lo que debía ser una simple colaboración para este digital se convirtió en un fenómeno mediático: la audiencia percibió que estaban bajo los efectos del alcohol o drogas, lo que generó una gran difusión, comentarios y memes.
La trascendencia fue tal, que llevó al despido inmediato de ambos y al inicio de una cadena de desgracias personales y profesionales.
Desde entonces, la pareja ha transitado una decadencia progresiva expuesta sin filtros en sus propios canales de internet.
Sus directos en plataformas como Kick o Rumble han pasado del consejo financiero a la exhibición explícita del deterioro físico y mental, motivado por las adicciones y por una comunidad que les incentiva a autohumillarse a cambio de donaciones económicas.
Sin embargo, el contenido actual de los directos de Simón Pérez apenas deja espacio para el análisis financiero. Lo que antes era asesoramiento se ha convertido en espectáculo extremo: se le ha visto consumir diversas sustancias —como ketamina, cocaína o marihuana— ante miles de espectadores, aceptar retos humillantes como beber su propia orina o volcarse vómito sobre la cabeza, e incluso delirar o quedarse dormido frente a la cámara por los efectos de las drogas.
Estas escenas han provocado una alarma social creciente. Muchos seguidores expresan preocupación real por su salud mental y física, pero otros continúan financiando estos episodios a través de donaciones directas. El propio Simón ha llegado a verbalizar: “El canal va de esto, de meterme hasta que me cierren el canal o hasta que me muera”. Esta frase resume una dinámica en la que el sufrimiento se convierte en producto y la audiencia participa activamente en el deterioro del protagonista.
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