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MEMORIA HISTÓRICA

¿Por qué en España no se ensalza la figura de un gigante como Hernán Cortés?

Periodista Digital 09 Oct 2016 - 21:44 CET
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Pocas veces la historia ha atribuido al brío y determinación de un solo hombre la conquista de un vasto territorio; en esta reducida lista se halla Hernán Cortés.

Un héroe para muchos y el destructor del Imperio Azteca.

Para resumir los hechos, la conquista duró poco más de dos años. En febrero de 1519, Hernán Cortés decidió saltarse a su inmediato superior, el gobernador de Cuba, Diego Velázquez de Cuéllar, para arrogarse la autoridad de la que iba a ser su futura conquista: el México azteca.

Con poco más de quinientos españoles y doscientos o trescientos indios, Cortés zarpó de La Habana para desembarcar en las costas y fundar la ciudad de Veracruz.

Las tribus que Cortés y los suyos encontraron a su paso al adentrarse en el continente se mostraron descontentas con la hegemonía azteca, un régimen imperial opresivo.

‘La captura de Moctezuma por Cortés’, grabado de Jan Karel Donatus Van Beecq (1638-1722).

El español aprovechará los resentimientos para hacer de los nativos sus aliados contra el emperador Moctezuma.

Con miles de hombres a su lado, Cortés pone sitio a Tenochtitlan, la capital, que cae en agosto de 1521. A partir de ese momento, el Imperio azteca pasa a convertirse en la Nueva España.

Mirando con la perspectiva que da el tiempo, es evidente que una la espectacular victoria de Cortés se debió a una conjunción de factores favorables.

La superstición paralizante de sus enemigos (la creencia en el retorno de Quetzalcóatl), la energía en la conducción de las acciones militares, la superioridad de sus instrumentos de guerra (espadas de acero, armas de fuego, empleo de caballos y perros), la oportunidad de la alianza con los tlaxcaltecas (enemigos de los aztecas y colaboradores de los españoles), la ayuda inesperada de la epidemia de viruela en el decisivo asalto a Tenochtitlan.

El tratamiento de su figura ha oscilado según los países y según las épocas.

En México, tras la independencia, nunca ha sido un personaje estimado (pese a su labor a favor de la construcción de la nación mexicana), sino más bien denostado por la destrucción de la antigua civilización mexica y por sus actos en contra de las poblaciones indígenas.

Lo que choca es que en España sea un personaje casi olvidado.

En todo caso, el actual sistema educativo español ha relegado a un plano marginal el estudio de la historia (y más aún el de la historia de América), por lo que su figura está muy desdibujada en el universo mental de las jóvenes generaciones.

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