El más legendario de los cócteles, cargado de leyendas y glamour, sigue en plena forma en el siglo XXI, revisitado sin cesar y citado sin descanso, y para encarar el inicio de la semana, nada mejor que practicar un poco para degustar una combinación legendario y de la que siempre se habla con veneración. Pero, ¿cómo se hace?

Para hacer un auténtico Dry Martini, prepare una copa de cóctel con agua y hielo, para que se enfríe mientras elabora el cóctel.

En vaso mezclador con hielo, vierta un chorrito o unas gotas de vermouth seco (Noilly Prat es la mejor elección) y una copa de ginebra inglesa seca de su gusto (Ten de Tanqueray, Bombay Shapire, Hendrick aromatizada con pétalos de rosa y pepino).

Revolver, colar y servir en la copa de cóctel previamente vaciada. Cortar un poco de piel de limón y exprimir sobre la superficie, depositando luego la piel en la copa.

Aunque hoy día no es preceptivo, tradicionalmente se adorna con una aceituna, que si no está previamente lavada convertirá el combinado en un “Dirty” Martini, ensuciado por la salmuera.

Hoy día se hace también en coctelera, pero hay que tener cuidado para que no quede aguado.

Un cóctel fuerte, muy oportuno de aperitivo, con el que recibir a los invitados en casa para ir a cenar luego fuera, costumbre muy neoyorquina.

Han sido tantos los famosos aficionados a este cóctel y los actores y actrices que se han visto en películas degustándolo, que la lista sería interminable.

En la actualidad es frecuente pedir Vodkatini o Tequini, que son Dry Martinis en los que se sustituye la ginebra por vodka o tequila, respectivamente. de hecho, en Estados Unidos si se pide un Martini, lo elaborarán casi con toda seguridad con vodka, si no se indica lo contrario.