Mientras España se va a hacer pijos, con perdón, la indignación ciudadana se dirige contra el par de horitas de más que habrá que trabajar o los ocho euros al mes en medicinas. Pero nadie se queja ni le exige al Gobierno central que anule la indemnización de casi 100.000 euros que se va a llevar cada ex-consejero de la Junta de Andalucía, donde muchísimas familias las están pasando canutas, ni las subvenciones a los sindicatos o al pulcro negocio de las ONG. Ni contra la jubilación de oro de Rodríguez Ibarra, el sueldo de Zapatero, las oficinas de Pujol y Montilla o, el tres por ciento en una Generalitat y el nosécuántosporciento en la Generalitat de más abajo, las comisiones genralizadas y los comisionistas, o las haciendas forales, donde se paga menos y se recibe mucho más, gracias al concierto económico, ese privilegio intolerable. Los malvados son los mercados, que ya no quieren prestarnos para sostener a tanto sinvergüenza. Muy hispánico, como la cabra.