Hablar de las Islas Galápagos es hablar de unos de los paraísos naturales que aún existen en este mundo que lo estamos matando de a pocos. Pero hablar de ello requiere mucho tiempo y espacio, tanto así que tendríamos que utilizar muchas ediciones para poder plasmar este singular espacio natural para así conocerlo a fondo. Y ello es imposible. A través de estas líneas, aunque breves, intentaremos darles una idea de lo que en realidad es, y significó para nosotros este viaje a las Islas Encantadas, en especial a La Isabela que fue la isla visitada por nosotros.
Muy temprano tuve que hacer las maletas en el Hotel Ramada de Guayaquil. A primera hora de la mañana me esperaba un autocar para llevarnos con dirección al aeropuerto para abordar el vuelo de AeroGal con dirección a la isla de San Cristobal, nuestra primera parada antes de seguir con dirección a la isla La Isabela, la más grande del archipiélago de las Galápagos, uno de los últimos paraísos en estado natural que aún se conservan en el mundo.
Tras un breve vuelo llegamos a San Cristobal y tras esperar por espacio de una hora seguimos viaje, pero en esta ocasión en avioneta de la compañía EMETEBE S.A con rumbo a nuestro destino final: La Isabela.
LA ISABELA
La Isabela es la mayor de las Islas Encantadas y ocupa más de la mitad de un territorio de 8 mil km cuadrados y está atravesada por la línea equinoccial aproximadamente a 1.100 km de distancia de la costa de Ecuador. Esta isla tiene cinco enormes volcanes y es una de las zonas más jóvenes del mundo con una antigüedad de menos de un millón de años.
Aún persiste la actividad volcánica. Hay que recordar que el 99% de la isla es Patrimonio del Parque Nacional Galápagos. El único pueblo que hay en Isabela es Puerto Villamil que se encuentra al sur de la isla y cuenta con una población de dos mil personas aproximadamente.
Una de las cosas más increibles de la isla son sus contrastes espectaculares de vegetación y paisaje. Solamente en un recorrido de 30 km desde la playa hasta la cumbre del volcán Sierra Negra se pasa por sitios tan distintos como bosques secos, playas, lagunas y manglares, campos de lava, zona húmeda boscosa, etc.
Algo singular que se da en La Isabela son sus corrientes marinas frías y cálidas que causan grandes variaciones del clima dentro del año a pesar de que el archipiélago está en plena zona tropical.
La fauna de las Galápagos es muy rica. Tras mencionar a las tortugas gigantes, famosas de por si, se pueden apreciar iguanas gigantes tanto de mar como de tierra; lobos marinos, pingüinos, pelícanos, fragatas, cormoranes, flamingos, cangrejos, “damiselas” (pequeños pececillos), tintoreras,. Y algo curioso: Galápagos es el único lugar en el mundo en el cual los manglares que son propios de las zonas costeras tropicales, y los pungüinos y lobos marinos que son típicos de mares muy frios, y no obstante de que Galápagos está en plena línea euatorial, se pueden encontrar estas especies conviviendo en el mismo lugar. Y ello se debe a que existen corrientes marinas cálidas y frias, las cuales hacen que el clima no sea tan frio para que los mangles mueran, ni tan caliente como para que los lobos y los pingüinos no lo soporten.
Tras cuarenta y cinco minutos de vuelo en el cual sólo se podía divisar el mar infinito desde las ventanillas de la avioneta (capacidad para nueve pasajeros, incluido el piloto) llegamos a La Isabela. Pensaba para mi que ahora es cuando empezaba la aventura. Quizá pensaba ello porque estar aquí ya era como un sueño cumplido, un sueño que me abrigaba desde la niñez. Aún no lo podía creer, pero era así.
Nicola Connolly, Directora de Turismo de La Isabela nos recibió a las puertas de la avioneta. Curioso: nosotros creíamos que sería un chico, quizá por el nombre. Tras pasar un casi inexistente control partimos con dirección a CASA DE MARITA el hotel en el cual nos iríamos a alojar durante nuestros casi cuatro días en la isla.
Tras un almuerzo, que nos cayó como del cielo, ofrecido por Marita, directora y propietaria del hotel y un breve descanso, la delegación de periodistas y operadores de turismo iniciamos un paseo por los alrededores de Puerto Villamil visitando Poza Las Salinas, el Mirador, y tras dar un rodeo por las playas que las circundan nos dirigimos al municipio de la Isabela en el cual se nos agasajó con un aperitivo preparado por la Asociación de Mujeres Pescado Azul momento en el cual tuvimos la oportunidad de departir con representantes de la Fundación Charles Darwin, Asociación de hoteles y restaurantes, Asociación de mujeres Pescado Azul y OMAI y miembros de la prensa local. Tras el aperitivo, previo visionado de un documental informativo sobre La Isabela y sus atractivos turisticos, nos dirigimos al restaurante La Choza en el cual tras una opipara cena nos dirigimos al hotel a reponer fuerzas ya que para las actividades del día siguiente ibamos a requerir mucho esfuerzo y había que estar descansados.
Debo confesar que a pesar de estar exhausto – no sé cómo le habrá sucedido a los demás- me fue imposible conciliar el sueño. El sonido del mar, de las olas rompiendo contra unos imaginarios muelles, no me dejaban pegar ojo. A tan sólo unos metros tenía frente a mi el inmenso Océano Pacífico, y es que Casa de Marita se encuentra a unos cuantos metros del mar y cuenta con una hermosa playa ideal como para zambullirse o admirar por las tardes un sunset de ensueño. No sé cómo pero en algún momento me quedé dormido.
Centro de Crianza de Tortugas
A primera hora de la mañana nos despertó Nicola para tras un reponedor desayuno entregarnos el parte de actividades del día: Inspección de hoteles. Significaba que había que viistar las instalaciones de los hoteles en la isla.
Si bien es cierto no son hoteles cinco estrellas y megaconstrucciones, también es cierto que cuentan con una infraestructura acorde al entorno natural en el cual están edificados. Acogedores, cómodos y atención personalizada. Los hoteles visitados fueron: EL Pailón, Ballena Azul y Tero Real.
Una hora y media después abordamos unas camionetas 4X4 y nos dirigimos al Centro de Crianza de Tortugas del Parque Nacional de Galápagos. Las 4X4 se detienen en la carretera porque para llegar al centro es necesario hacerlo a pie por un sendero de aproximadamente un kilómetro el cual pasa por diferentes ecosistemas tales como lagunas, manglares, bosques secos y campo de lava. Unos escenarios idóneos como para hacer películas. En algunos momentos te imaginas que estás en otro mundo o en otra época.
En el Centro de Crianza uno puede ver y admirar-diría yo- esas monumentales tortugas gigantes, únicas en el mundo. También se puede apreciar y conocer sobre el proceso de reproducción en cautiverio medida efectuada con el fin de recuperar las poblaciones salvajes de estos reptiles. Es posible visitar también el Centro de Visitantes, en el cual curiosamente se puede ver un mural en el cual se ven imágenes paralelas entre la vida de el hombre y las tortugas galápagos. Mientras uno nace y muere a los 70 u 80 años aproximadamente, estos reptiles por el contrario suelen vivir hasta los 120 o 150 años.
Tras visitar el Centro de Crianza nos dirigimos al Muro de las Lágrimas y los senderos de los humedales.
El Muro de las Lágrimas es un lugar histórico en La Isabela. Y es que en los años 1946 al 1959 allí existió una colonia penal en la cual para castigar a los presos se les obligó a construir un muro con enormes bloques de lava.
Este muro tiene una extensión de 100 metros de largo por seis metros de altura. A través de unas escalinatas es posible observar este muro en su conjunto.
El almuerzo, muy reparador y sabroso de por si corrió por cuenta del restaurante “Toque del Sabor”.
Tras un breve descanso nos dirigimos en lancha al islote de las Tintoreras, denominado así debido a que existe una grieta de lava con agua tranquila y trasparente donde suelen ir a descansar tiburones de aleta punta blanca, llamadas “tintoreras”.
El lugar de por sí es impresionante. Los contrastes de la naturaleza son impactantes. Se puede ver a los tiburones nadar junto a los lobos marinos y no muy lejos, en otros pequeños islotes, enseñorearse a los ¿pingüinos?, junto a pelícanos y otras aves propias del lugar.
Las Tintoreras parece el escenario idóneo para filmar una película de ciencia ficción. Por unos instantes uno cree que está en la Luna. Y es que el aspecto del islote es similar al de la Luna.
Regresamos a tierra pero sólo para darnos un salto a la Concha de Perla, lugar que si eres aficionado a la natación te resultará sumamente atractivo. La Concha de Perla es una bahía con agua poco profunda, muy tranquila y cristalina que al hacer buceo, o snorquel, te permite admirar la fauna marina de las Galápagos. Incluso si hay suerte es posible nadar junto a los lobos marinos y pingüinos. Como la tarde era un tanto fresca y el mar no parecía muy calmo sólo hubo un “valiente” que se lanzó al mar. Jorge Kun de Inka Amazonian fue el encargado de zambullirse en esos mares en los cuales alguna vez , un siglo atrás, se diera un chapuzón Charles Darwin. Yo me quedé en tierra y es que no sé nadar. Como pienso volver a este paraíso no me queda más remedio que aprender. Y lo haré.
Por la noche cenamos en el restaurante La Ballena Azul que es también un hotel.
RUMBO AL VOLCAN SIERRA NEGRA
Es el penúltimo día en La isabela y hay que dirigirse al volcán Sierra Negra que es la segunda caldera más grande del mundo con un diámetro de 10 kilómetros y luego seguir hasta el volcán chico.
El trayecto hacia Sierra Negra, localizado a 22 kilómetros de Puerto Villamil, lo hicimos en una camioneta 4X4, aunque a mitad del camino tuvimos que optar por continuar a caballo. Es la única manera de llegar hasta Sierra Negra. La cabalgata duró un buen tiempo ( casi una hora y media).
El panorama era espectacular. Pensar que ibamos por la cima del volcán ( eso no lo supe sino sólo hasta que me lo comentó el guía). Tras la cabalgata hay que seguir a pie por unos senderos que te hacen sentir en otro mundo. El paisaje cambia abruptamente de un lugar a otro. Senderos de lava petrificada se suceden ante nosotros. El sendero peatonal comprende unos 1.5 kilómetros aproximadamente.
Tras bajar hacia el volcán se pueden apreciar los chorros de lava petrificados de diversas texturas y colores, incluso fumarolas que cambian de sitio y lugar frecuentemente. Hay que mencionar – hoy cuando escribo este reporte- que recientemente ha habido una erupción volcánica en esta zona. Hay posibilidad de pasar la noche en la zona pero es necesario solicitar permiso en la Oficina del Parque Nacional Galápagos en Puerto Villamil.
La Isabela, a mi parecer – en caso de que alguien opte por viajar a las Islas Galápagos- es la isla ideal para visitar. Y es que ella sola tiene en su conjunto todos los atractivos que tienen las demás islas que conforman el archipiélago. Fauna, flora, atractivos turisticos, todo. Y el más grande atractivo considero que es su no masificación. Aún es como tierra vírgen y ello la hace más importante aún.
Si Indiana Jones existiera seguro que su paraíso elegido serían Las Galápagos. De eso no hay duda.
Se acabó el viaje y hoy, al revivirlo y plasmar mis vivencias para este reporte, no puedo más que sentir un pequeño dolor en mis entrañas, quizá la sensación de que en alguna parte de mi corazón quedan y viven aún esos momentos experimentados en las Islas Encantadas. Tengo que volver, espero que sea pronto.
(Texto y fotos: Paul Monzón)
Agradecimientos al Hotel Ramada, Guayaquil; Hotel «Casa de Marita» (Isla La Isabela, Galápagos); VIPEVAC, a Patricia Cajas ( Vipevac); Horitzó Grup, AEROGAL, LAN, Nicola Connolly, por sus atenciones; EMETEBE, y Oscar Flor de la Asociación de Hoteles y Restaurantes de La Isabela.
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