Si observamos los anuncios, podemos aprender más de lo que parece, como por ejemplo que en primavera y verano hay una auténtica epidemia de anuncios, de productos dirigidos al público femenino, referentes a productos depilatorios y potingues y artilugios para el cuidado de los pies.
Y claro, uno piensa que si en el resto del año este tipo de anuncios brilla por su ausencia, será porque las señoras, en una gran mayoría, no se depilan las piernas, ni se cuidan los pies, más que cuando viene la época de su exhibición en público.
Porque lo que está claro es que las campañas publicitarias se basan siempre en unos costosísimos estudios de mercado, y en base a ellos se llega a la conclusión de que en otoño e invierno es una tontería el invertir en campañas de productos depilatorios y de belleza de los pies.
Tengo que reconocer que no es este un problema que me ataña personalmente, ya que jamás lo he sufrido en mi casa, lo cual no es óbice para que me compadezca de aquellos otros que sí tienen que esperar a la llegada de la “operación bikini”, para que cuando estén en a oscuras en la intimidad de su lecho, no tengan dudas de si les han cambiado a Manola por Manolo.
Por otro lado no deja de ser curioso que, según las estadísticas, se preocupan más de cuidar su cuerpo y mantener la línea, los separados y separadas, que aquellos y aquellas, con pareja estable. De hecho, no sería la primera vez que una pareja rota se recompone, tras preocuparse ambos de recuperar la belleza perdida por su dejadez.
La vida en pareja debe de ser un reto diario; una conquista cotidiana, del hombre a la mujer y de la mujer al hombre. La rutina, la seguridad, el cansancio, la falta de paciencia, los hijos, los chufos, el batín de guatiné, los michelines, las barrigas cerveceras, las pelambreras fuera de sitio, etc., son los instrumentos favoritos del desamor, y triste causa de muchas separaciones matrimoniales o de pareja.
No es tan difícil, pero si lo es, una separación temporal, con su restyling corporal correspondiente, suele ser mano de santo… o del diablo. ¡Vaya usted a saber!