Sostiene al sátrapa porque pide colaborar

No habrá paz sin justicia

Y el PP, aspira a ser la marca blanca socialista

No habrá paz sin justicia

La displicencia con que trata a sus esbirros y lacayos es, en todo, análoga a la crueldad con la que trata a sus enemigos y a los ciudadanos. Quien le conoce de cerca se apercibe de esa singular ausencia de emociones que hace que el socorro del otro se juzgue a la luz de sus consecuencias políticas, y no como resultado de una suerte de instinto piadoso. En los brazos de Gabriel Celaya moría un falangista que, en su agonía, cantaba a favor de esa España a la que sirvió, en la que el propio poeta no creía y aún así le dió consuelo. Sánchez, frente a la compasión, se arma como el nazi que interpreta Donald Sutherland en el papel de Attila, el nazi que aplasta la cabeza de un niño, confesado seguidor suyo, contra la pared, en la película Novecento de Bernardo Bertolucci: «Si necesitan ayuda que la pidan». No importa cuanto quieran zarandear la frase, los payasos de Maldita.es, para que se revele el tipo de emociones humanas que alberga en su mente este tipo de  enfermos narcisistas.

No resulta extraño que tras haber visto las secuelas de los crímenes terroristas de Hamás en la masacre del 7 de octubre, se apreste Sánchez a reconocer el Estado Palestino que nunca existió, la quimera que se sostiene de la mano de la caridad internacional, financiando a AlFatah y Hamás, las onegés que usaron los recursos para construir tuneles que trajeron su ruina y la ruina de sus vecinos. Sánchez actúa con la misma determinación que el 65% de los estudiantes propalestinos cuando declaran abiertamente que de haberlo sabido, no habrían advertido del atentado a sus 1200 víctimas. Ya hubiera querido el decadente imperio británico tener a estos satanes musulmanes, substituyendo a sus gurkhas para matar y pavonearse de sus delitos. La misma indiferencia mostró Sánchez ante las morgues del exceso de mortalidad de hasta 70000 personas por COVID, 44.599 personas entre marzo y mayo y 26.104 personas entre julio y diciembre de 2020, registrados por el Centro Nacional de Epidemiología del Instituto de Salud Carlos III. Mientras las familias víctimas enterraban a sus familiares, los ministros y patrones comunitarios hacían negocios con las mascarillas. Una buena oportunidad para enriquecerse de los verdugos que le aplauden en los congresos. Ahorro público de un sátrapa impúdico para cuadrar las cuentas.

Y el PP, aspira a ser la marca blanca socialista. Sostiene al sátrapa porque pide colaborar. En su deriva se opera la vista y se quita las gafas, pura apariencia de un ciego que solo tiene fe en

sí mismo. No se habría sostenido el sátrapa de no contar con el silencio cómplice del PP, o la verborrea de una permanente simulación. Feijoó actúa de payaso en el corifeo. Su silencio le hace cómplice, esperando solo, mientras rechaza la mano de quien puede darle el gobierno. Feijoó actúa de equilibrista, sin la ayuda de una pértiga que lo equilibre, sin red y esperando caer al vacío y estamparse contra el duro albero del coso politico.

El barro arrastró con su empuje todo lo que encontró a su paso, el lodo, la ciénaga, los muros, las puertas y las casas, todos los álbumes familiares, el ajuar y las joyas fueron arrastrados lejos, junto con los cuerpos de las personas derrotadas por el vendaval. Unos segundos y una vida segada, unos segundos y otra vida arrancada, y unos segundos y otra, y otra y otra, hasta superar inumerables anónimos e innombrables. El olor a muerte impregna el aire. Es este sabor a náusea que nos ha dejado Sánchez con su contumaz y pertinaz indiferencia, la misma que ensayó en el país de peor respuesta mundial a la pandemia china. Sánchez cuenta con El Pais, reconvertido en un instrumento de su peculiar proceso a la dictadura. Cuando vaya a perder el poder al que se agarra, tentado estará de declarar la ley marcial y la suspensión de las elecciones, como el dictadorzuelo de Corea del Sur.

Como las campanas que suenan cada fin de año, tras una tras otra, están los artífices del degüello del futuro, de los que nos han restado la paciencia, la espera. Los mismos que se han burlado del conocimiento atesorado durante 2000 años. La religión nunca sirvió para nada, si acaso para enfrentar a los pueblos, como la religión climática. Mas de 100 inundaciones graves en dos siglos. El decano de los ingenieros valencianos, Javier Machi, advierte de la estulticia de las políticas hidraúlicas y declara cuán urgente es actuar sobre la rambla del Poyo, entre Massanassa y Catarroja: “Ahí no caben crecidas excepcionales entre las líneas de edificaciones”, como le preocupa cómo salvar la presencia de carreteras en pasos naturales para el agua, como sucede en la Pista de Silla o la V31: “El agua tiene que pasar y tenemos constancia de riadas desde el siglo XIV, [y] renaturalizar no siempre es posible».

Tras el despropósito queda poca esperanza a un pueblo zarandeado por tanta vileza, tantas mentiras, tantas pruebas ignominiosas. Solo la justicia y una condena justa puede resarcirnos de la tortura que hemos vivido. Se suman las familias víctimas contra ese Estado que responde con represión a las demandas ciudadanas. Solo un martillo puede golpear los libros de leyes y levantarse para dictaminar, en cada golpe, en cada veredicto, ¡Culpable, Culpable, Culpable!. Los cabezas de lista de su trama corrupta amparados por Sánchez. Un día cualquiera, sin previo aviso la niebla se retiró y todo el mundo recuperó el tiempo perdido, recuerdos que se habían quedado escondidos bajo las capas del espesor blanquecino del polvo, allí estaban las fotos de los parientes desaparecidos, allí sus muebles, allí sus recuerdos, allí sus palabras, allí sus vidas. Muchos lloraron amargamente, largas horas, largos días, sin resuello, sin consuelo. De tanto llorar los ríos se anegaron y los barrancos se desbordaron. Si la Biblia tuviera otro anónimo escritor, la ciclogénesis explosiva sería el penúltimo capítulo de esta obra grotesca de nuestra historia, la actuación de un ángel exterminador, en un ensayo local de expresión nacional. Sánchez, a su política de comprar el apoyo con los recursos confiscados a los ciudadanos con una carga fiscal que se emplea a voluntad para la compra de voluntades. Sánchez se eleva sobre quienes le aplauden y destruye a sus sombras.

Están frente a nosotros, son ellos, son esos que se votan, se reúnen, se aplauden entre sí, se ríen y se nombran sin nombrarse. En el Congreso los encontraréis, los tramposos, los cobardes, los codiciosos. Los conocemos a todos, yo, tú o él sabemos quienes, cuantos de ellos son los mismos que han traído a nuestras puertas las vasijas rotas de tantas vidas segadas, El poder se erige sobre los muertos. ¡Quién a sangre mata, a sangre muere!. ¡Viva la vida, muerte al socialismo!

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