Óscar Puente no solo acabó reprobado en el Senado.
También tuvo que ver cómo un parlamentario del PP le sacudió una tunda de campeonato en el pleno de la Cámara Alta.
Juan José Sanz Vitorio tuvo cinco minutazos espléndidos en los que dejó al ministro de Transportes de vuelta y media:
Mire, señoría, yo la primera pregunta que me haría en estos momentos es ¿puede alguien que es incapaz de gobernar su propia incontinencia verbal ser ministro de algo? Miren, señorías, ¿qué ha hecho el ministro hasta ahora? Aparte de avergonzarnos y arrastrar desde la indignidad el cargo de ministro. Pues aparte de eso, poca cosa, señoría.
Mire, empezó burlándose de los jueces y de la inteligencia de los españoles explicándonos la ruptura de la igualdad ante la ley a través de la ley de amnistía a partir de un embarazo no deseado. Después, explicándonos… Explicó como un ejercicio de generosidad sin límite hacia la judicatura el hecho de que los indultos les iban a hacer tener que trabajar menos a los jueces. Miren, señorías, el sabio busca permanentemente la sabiduría. El idiota cree permanentemente haberla encontrado. No seré yo quien ubique al ministro en ninguno de los dos sitios. Ya se encarga de eso él solo.
Criticó la alegría con la que el exalcalde de Valladolid apoda a determinados cargos políticos:
A continuación, despreció al conjunto de los esfuerzos que se realizan en Castilla y León por sus conciudadanos. Probablemente en la misma proporción que los ciudadanos de Castilla y León le habían despreciado a él en las elecciones. Llamó sinvergüenza a una consejera y remató llamando objeto sin criterio a una alcaldesa. Miren, señorías, es verdad que eso es absolutamente intolerable. Fue machista, pero sobre todo fue un ejercicio, convendrán conmigo, de matón barato de barrio. Y eso no se puede consentir en un ministro.
También le sacudió la del pulpo por burlarse de los usuarios del tren:
Miren, señorías, se burló de los extremeños explicándoles que no valoraban debidamente la aventura que suponía hacer un viaje desde Extremadura hasta Madrid. Después lo extendió al resto de los españoles. Que no valoraban debidamente la emoción de que se incendie una cabina. Les explicó a los ciudadanos en Madrid que la culpa de que Chamartín se colapse es suya. Porque cómo son tan imprudentes de asistir a la estación de recogida del tren a la hora que dice el billete que va a salir el tren y en el lugar que el billete dice que va a salir el tren. Cuando podían aprender a cogerlo en marcha ya que casi siempre están averiados y parados.
Pero ahí no acabó todo. Nos enseñó un nuevo modelo de malversación que es la utilización de recursos para seguir a aquellos que, como decía mi compañera, no consideran que tenga un físico especialmente atractivo, sobre todo comparado con el presidente. Es verdad que él puede decir que malversa mucho más Begoña Gómez cuando va a Radio Nacional de España. Pero eso no le libra. Insultó a los periodistas. Les ha llamado saco de basura. Ha dicho que directores de cierto prestigio son fascistas.
Ironizó con el ataque involuntario de Puente a Sánchez:
Pero últimamente se ha mejorado. Ya no le basta con generar un conflicto internacional con un país hermano. Recientemente nos dijo que Sánchez era mentiroso. ¡Coño, algo eso ya lo sabíamos todos los demás! Pero además nos dijo que es un mentiroso porque Sánchez decía que los presupuestos eran imprescindibles y él dice que no los necesita. Realmente lo que quiere decir es que es un inútil, incapaz de ejecutar. Porque o él es un inútil, incapaz de gestionar o Montero es una mentirosa que dice que a 30 de junio no ha ejecutado nada más que el 23,3% del presupuesto y el 7,9% de fondos de recuperación. Probablemente las dos cosas son ciertas.
Juan José Sanz Vitorio remachó al titular de Transportes asegurando que a cada burrada le sigue otra de mayor calado:
Miren, señorías, lo que hace Puente es ocultar una burrada con la burrada del día siguiente. Lo que hace es aspirar a que sus barbaridades de hoy hagan olvidar a los españoles las de ayer. Realmente él, 200 años después, ha decidido hacer bueno el escepticismo sobre la política de Voltaire, que decía que es ese camino que recorren algunos hombres sin principios para dirigir a hombres sin memoria. Pero nosotros sí que nos acordamos.
Miren, señorías, yo les voy a invitar a que sean coherentes. Ustedes han repudiado a Ábalos. Claro, es verdad que podrán decirme que han repudiado a Ábalos porque Ábalos en plena pandemia compraba mascarillas sin procedimiento. Y Puente también. Y ustedes podrán decirme que, bueno, pero es que Ábalos lo compraba a precios por encima de los precios del mercado. Y Puente también. Pero es verdad que ustedes podrán decirme que es que Ábalos los compraba, las mascarillas, a los amigos. Y Puente también. Pero claro, ustedes podrán decirme, pero es que Ábalos va a terminar imputado. Y Puente, tal vez. Mire, señorías, sean coherentes. No lo harán, pero no lo harán no por convicción. No lo harán por alimentación. Porque ustedes me recuerdan permanentemente a la conversación de los dos filósofos griegos cuando Diógenes estaba comiendo lentejas y Arístipo le dice aquello de si fueras más adulador con los reyes, termino, tendrías que comer menos lentejas. Y Diógenes le decía, y si tú hubieras aprendido a ganar y comer las lentejas, tendrías que ser menos adulador.