Taylor Swift no es solo un fenómeno musical, sino también un prodigio empresarial que ha demostrado un notable talento para los negocios. Con su Eras Tour llegando a Edimburgo, Escocia, se estima que su fortuna ha superado ampliamente los mil millones de dólares, consolidándola como un unicornio empresarial.
La revista Forbes estima que sus conciertos han sumado alrededor de 600 millones de dólares a sus ingresos, que se combinan con cifras similares de giras anteriores. Además, Swift posee bienes raíces valorados en aproximadamente 125 millones de dólares. Pero a diferencia de otros músicos que diversifican sus inversiones, Swift ha utilizado su poder de mercado para multiplicar su riqueza, una estrategia ahora conocida como Swiftonomics.
Swift no se conforma con las ganancias tradicionales de los conciertos. Es conocida por exigir más del 100% de la venta bruta de las entradas, permitiendo que los promotores obtengan sus márgenes de las ventas de alimentos, bebidas y otros productos. Esta estrategia también incentiva a los fans a llegar temprano a los shows, generando aún más ingresos.
Al actuar varias noches en una misma ciudad, reduce los costos de la gira y motiva a sus seguidores a desplazarse, como se ha visto en Edimburgo y pronto en Londres. Este enfoque no solo aumenta sus ingresos, sino que también refuerza su conexión con los fans, quienes admiran su astucia financiera.
Swift ha demostrado un formidable poder de negociación al enfrentarse a gigantes como Apple y Spotify por las regalías de sus canciones, saliendo victoriosa en ambas ocasiones. La Facultad de Derecho de Harvard incluso la utiliza como un ejemplo de negociación efectiva.
A sus 34 años, Swift ha acumulado una enorme fortuna imponiendo sus condiciones a la industria musical y vendiendo su arte, algo que sus fans aprecian profundamente. Después de vender los derechos de sus grabaciones anteriores a una empresa de inversión, Swift mantuvo los derechos de composición y regrabó varios álbumes, persuadiendo a su público a comprar las nuevas versiones en una proporción de 4 a 1 en comparación con los originales.
La popularidad de los vinilos también ha beneficiado a Swift, quien domina una parte significativa de ese mercado, vendiendo incluso a personas que no poseen tocadiscos. Su capacidad para captar oportunidades en el mercado ha sido reconocida por expertos como Will Page, ex gerente financiero de Spotify, quien cree que aunque otros artistas no alcanzarán su éxito financiero, Swift ha trazado un camino que muchos pueden seguir.
Swift ha elevado el estándar de lo que un artista puede lograr en la cadena de valor musical, tanto en streaming como en conciertos. En un momento en que la difusión digital amenazaba con destruir la industria, el streaming ha reemplazado las ventas de formatos físicos, concentrando el poder en pocas plataformas. Sin embargo, los menores costos de distribución del streaming permiten a los artistas reclamar una mayor proporción de las ventas.
La industria musical ha crecido, pero también enfrenta el desafío de sostener a un número creciente de creadores, con nueve millones de ellos solo en Spotify. Tras la pandemia, las giras de conciertos han ganado más importancia en la generación de ingresos. En 2022, aunque hubo un 26% menos de conciertos en el Reino Unido en comparación con 2019, los ingresos aumentaron un 22% debido a que los fans estaban dispuestos a pagar más por las entradas.
Además, grandes inversores financieros han comenzado a adquirir activos musicales, una oportunidad que Swift aprovechó pero también reconoció sus desventajas, especialmente para artistas activos que desean controlar su música. Ejemplos de estas inversiones incluyen los derechos de publicación y música grabada de Bruce Springsteen por 550 millones de dólares, y los catálogos de Paul Simon y David Bowie vendidos por 200 y 250 millones respectivamente.
Este interés se debe a beneficios fiscales y a la tendencia de los consumidores a volver a escuchar música del pasado, con el «catálogo» de más de 18 meses representando hasta el 80% del mercado. A pesar de sus enormes ganancias, Taylor Swift sigue con un apetito financiero y creativo insaciable, y es improbable que ceda sus derechos en el corto plazo.
En resumen, Taylor Swift no solo ha redefinido el éxito musical, sino también el empresarial. Su habilidad para dictar las reglas en un mercado tan competitivo es un testimonio de su inteligencia y perspicacia. Otros artistas deberían tomar nota: Swift ha elevado el listón y ha demostrado que con talento y estrategia, el cielo es el límite.