El sonido de un recién nacido en una sala de maternidad se percibe cada vez menos en los hospitales españoles.
Aunque los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística aportan una tímida señal de recuperación, el país continúa inmerso en un invierno demográfico que redefine el presente y el futuro de su sociedad.
A día de hoy, 20 de agosto de 2025, las cifras oficiales muestran que en los seis primeros meses del año han nacido 155.635 bebés, casi mil más que en el mismo periodo de 2024.
Este leve repunte, del 0,62%, rompe la tendencia de caída de la última década, pero queda muy lejos de los niveles de hace diez años: en el primer semestre de 2015 se registraron 49.275 nacimientos más.
Los datos recientes muestran que España, aunque logra frenar levemente la caída, sigue instalada en una situación de natalidad muy baja.
El desafío es enorme y el tiempo apremia.
Porque cada bebé que llega al mundo es, en realidad, una apuesta colectiva por el futuro.
Un aumento que no cambia el panorama
- Junio de 2025 cerró con 26.066 nacimientos en todo el país, 655 más que el mismo mes del año anterior.
- La tasa de fecundidad permanece estancada en torno a 1,12 hijos por mujer, uno de los valores más bajos de la Unión Europea.
- Aunque la natalidad aumenta por segundo año consecutivo, la cifra de bebés nacidos sigue estando 13.000 por debajo de la registrada en los mismos meses de 2019.
Este crecimiento, aunque positivo, no alcanza para revertir el profundo declive demográfico que sufre España desde hace más de una década. Las causas son múltiples: precariedad laboral, dificultad de acceso a la vivienda, incertidumbre económica y cambios culturales que han pospuesto —y reducido— el deseo de formar familia.
El perfil de la maternidad cambia
El dato que más llama la atención de los demógrafos es el cambio en la edad de las madres. Por primera vez en los últimos nueve meses, en junio de 2025 nacieron más bebés de madres menores de 25 años (2.422) que de mayores de 40 (2.708), pero la tendencia general sigue siendo la de un retraso progresivo en la maternidad.
- La edad media para tener el primer hijo supera ya los 30 años, muy por encima de los 25 años que marcaban la pauta en los años setenta.
- El grupo mayoritario de madres se sitúa entre los 30 y 34 años (8.636 nacimientos en junio), seguido del tramo de 35 a 40 años (7.768 nacimientos).
- Desde diciembre de 2020, salvo excepciones puntuales, nacen más niños de mujeres mayores de 40 años que de menores de 25.
Este retraso en la edad de la maternidad tiene consecuencias directas en el número de hijos por mujer y en la estructura de la población. La ventana fértil se acorta, y la fecundidad global se resiente.
Desigualdad territorial en la natalidad
El fenómeno no se distribuye de manera homogénea en todo el país. Algunas comunidades autónomas muestran signos de recuperación, mientras que otras siguen registrando descensos acusados.
- En La Rioja, Madrid, País Vasco y Asturias la natalidad ha subido respecto al año pasado.
- Baleares, Castilla y León, Navarra y Murcia experimentan una ralentización o descenso en el número de nacimientos.
- Baleares, por ejemplo, ha registrado una caída del -5,63% en los nacimientos entre enero y junio de 2025 respecto al mismo periodo del año anterior, quedándose en 4.145 bebés.
Esta disparidad refleja las diferencias en el acceso a servicios, las oportunidades laborales y las políticas de apoyo a las familias en cada región.
La fecundidad, en mínimos históricos
Pese a la ligera mejoría de los últimos meses, la fecundidad española se mantiene en cifras históricamente bajas. No se superan los 30.000 nacimientos mensuales desde octubre de 2021, y la tasa de hijos por mujer apenas se mueve del 1,12, muy por debajo del 2,1 necesario para el relevo generacional.
- En abril de 2025, se contabilizaron 26.139 nacimientos, la cifra más alta en ese mes desde 2021, pero aún insuficiente para frenar el envejecimiento demográfico.
- El año 2024 marcó el primer incremento en una década, con un 0,43% más de nacimientos, pero la tendencia estructural sigue siendo descendente.
El debate sobre el invierno demográfico se ha instalado en la agenda pública, con voces que reclaman políticas más ambiciosas de conciliación, ayudas directas a la natalidad y medidas para facilitar el acceso a la vivienda y la estabilidad laboral.
- El retraso en la maternidad y la reducción del número de hijos condicionan el futuro de las pensiones, el mercado laboral y la cohesión social.
- La tendencia al alza, aunque positiva, no basta para compensar el bajo índice de fecundidad ni el envejecimiento progresivo de la población.
