Si la policía logra identificar a los ‘nuevos inquilinos', la picaresca consistiría en declarar que no se vive allí, por lo que ya no habría delito de usurpación
Una de las causas que explican el auge que está viviendo el movimiento okupa es la publicación de un libro-guía llamado El manual del okupa, un compendio de consejos e historias reales que enseñan a burlar la ley o, en su defecto, a aprovecharse de sus recovecos.
En él reivindican su causa para disfrutar de un espacio digno «sin pagar a quienes tratan de robar la vida de la gente cada día».
Su respuesta al desalojo: «una ocupación por cada desahucio».
El movimiento okupa -perroflautas, antisistemas, ultraizquierdistas, vagabundos- trata de justificar su razón de ser en las más de tres millones de viviendas vacías -asegura- que hay en España y en las treinta mil personas que viven en la calle.
Según estos cálculos, habría cien viviendas por cada persona sin hogar. Sea como fuere, lo que es indiscutible es el aumento de adeptos y la repercusión mediática que está teniendo en los últimos tiempos.
Es posible que la publicación de El manual del okupa haya ayudado lo suyo.
Los libros se venden en centros sociales ocupados como el de Casablanca, famoso también por ser el más importante de Madrid.
Los antecedentes de estos centros hay que situarlos en las oficinas de ‘okupación’ que surgieron en el Reino Unido y Holanda en la década de los setenta.
La fase de los ‘pipeos’
El núcleo del libro se resume en cómo instalarse en una vivienda corriendo el menor riesgo posible.
El primer paso se lleva a cabo a través de un método clásico, esto es, haciendo una marca en la puerta de la casa que esté abandonada.
El siguiente es el de encontrar el número de referencia catastral del piso en cuestión y, con él, dirigirse al Registro de la Propiedad a solicitar una nota simple en la que se detalla la información necesaria sobre el propietario (si hay embargos, cargas fiscales, etc.).
Una vez conocida la situación de la vivienda, se pasa a la fase de los ‘pipeos’, que en el argot okupa designa los trabajos de vigilancia que se llevan a cabo para detectar la presencia de la policía.
Cuanto mayor sea el número de vigilantes, más sencilla será la tarea de establecerse en el piso, sobre todo en los primeros momentos, en los que suele haber tensión con la policía y los propietarios.
Para ello se usan todo tipo de tretas. Una de ellas es la de cortar una calle y simular una avería en el coche mientras que el resto aprovecha la coyuntura para colarse en la casa.
En este sentido, la picaresca juega un papel determinante. Otro de los clásicos a la hora de desviar la atención en la calle es el de inventarse una despedida de soltero.
Para ello grupos de diez o quince se disfrazan y cortan el tráfico para acaparar la atención y propiciar que el resto entre en el piso de manera sigilosa.
Si la policía presenciara la entrada o tuviera testigos de la misma, ya no necesitaría tener una orden judicial para desalojar el piso. De ahí la importancia de las primeras horas.
Además, cuando el propietario tiene constancia de la ‘okupación’, casi siempre presenta una denuncia, sobre todo porque si le sucediera algo a alguno de los okupas, él sería responsable subsidiario.
Una de las cosas en las que la guía hace más hincapié es en el hecho de fotografiar el interior de la propiedad desde el mismo momento en que se entra.
También datar la fecha en la que se entró y hacer un inventario del material, ya que todo esto podría constituir una prueba a favor de los okupas. Además, de cara a los vecinos se recomienda justificar la ‘okupación’ señalando que se hace para crear un espacio cultural para el barrio.
Contrato verbal
El manual no pasa por alto las consecuencias que podría desencadenar que los okupas fuesen pillados in fraganti. Se subraya que no hay que asomarse al balcón con el rostro descubierto, para no ser identificados.
También se aconseja inutilizar la cerradura -o cambiarla directamente- para que el propietario no pueda entrar en el domicilio.
Otra maniobra es la de comprar otra puerta para disponer de llave propia. Pero ante el caso de que las autoridades policiales lograsen acceder al interior de la casa, el libro recalca la importancia de deshacerse de todo material ‘sospechoso’ utilizado durante el asalto. Las llaves constituirían una prueba fundamental.
El protocolo de actuación ante un desalojo tiene una hoja de ruta concreta. Si se produce la llegada de la policía o de los propietarios, se aconseja reunir a cuanta más gente mejor.
Esto podría evitar una intervención policial. Otra artimaña utilizada por los okupas es la de declarar a la policía que están pagando un alquiler a alguien mediante contrato verbal y que creían que ese alguien era el propietario.
Es probable que si el propietario ha denunciado -y suele hacerlo-, la policía se persone en la puerta de la casa hasta lograr que las personas que estén viviendo allí se identifiquen.
Si no se hace esto, hay ocasiones en las que los agentes vuelven vestidos de paisanos. En muchos casos los okupas son pillados por sorpresa por uno de estos ‘estupas’.
La triquiñuela que usan en el caso de ser descubiertos saliendo o entrando de la casa con las llaves es la de decirles que no saben cuánta gente hay, ni sus nombres, ni si hay luz, etc.
Además engañan a la autoridad manteniendo la versión de que les abren desde dentro o les tiran la llaves…
Cuando el desahucio es irremediable, aún quedan consejos para salir indemnes del mismo.
Si la policía logra identificar a los ‘nuevos inquilinos’, la picaresca consistiría en declarar que no se vive allí, por lo que ya no habría delito de usurpación.
En el peor de los casos mantendrían que se trataría de una ‘okupación’ -la puerta estaba abierta- y nunca de un allanamiento.
El manual del okupa, enciclopedia del engaño, ya va por la segunda edición.
Agua y cursos de albañilería
Si algo se puede decir del libro, es que ofrece todo tipo de soluciones prácticas para crear unas condiciones de vida óptimas en cualquier casa ocupada.
El manual enseña unas nociones básicas de cómo lograr una red propia de abastecimiento de agua.
Para ello se recomienda utilizar tubería de cobre o de polietileno alimentario. Si bien se advierte que la primera tiene la ventaja de que puede transportar agua caliente, también se valora la segunda por ser la más barata.
Pero no hay problema si se carece de las nociones básicas de instalación, en cualquier casa okupa, oficina o centro social hay ‘expertos’ que ofrecen su ayuda.
Del mismo modo también hay indicaciones de cómo hacer ‘ñapas’ (obras de albañilería). Se explican los pasos a seguir para lograr una mezcla de cemento, cómo utilizar el yeso, el cemento cola, las tejas o qué partes de la casa se pueden pintar.
NOTA.- leer artículo original en La Gaceta.

