Lo que comenzó como una escena divertida en un concierto de Coldplay en Boston ha marcado un antes y un después en la vida de Kristin Cabot. La mujer del viral momento, convertida en meme a nivel mundial en cuestión de horas, ha decidido hablar por primera vez sobre el acoso y las amenazas que afirma haber padecido tras esa noche inolvidable.
Su historia se entrelaza con dos realidades que parecen converger cada vez más: el mundo de los escándalos y controversias que se propagan a través de las redes sociales y el universo de las celebridades, donde la fama —aunque sea involuntaria— puede convertirse en una pesada carga que afecta al trabajo, la salud mental y las relaciones personales.
NEW: Coldplay kisscam HR boss Kristin Cabot appears to partially blame High Noon for the viral video, says people were extra hard on her because she’s a woman.
Cabot is speaking out for the first time since being caught on the kisscam with married Astronomer CEO Andy Byron.… pic.twitter.com/H7VQcAEfzL
— Collin Rugg (@CollinRugg) December 18, 2025
En julio, durante un espectáculo de Coldplay en el estadio Gillette de Boston, la cámara del recinto enfocó a dos personas en una especie de kiss cam improvisada: Kristin Cabot, quien entonces era directora de Recursos Humanos en la tecnológica Astronomer, y Andy Byron, CEO de la misma compañía.
En la pantalla gigante, fueron captados abrazados. Ella giró rápidamente su cuerpo, mientras él se escabullía fuera de plano. Desde el escenario, Chris Martin hizo una broma que aumentó el morbo: “O tienen un romance o son muy tímidos”. La risa del público resonó. En el recinto quedó como anécdota. En internet, fue como echarle gasolina al fuego.
En cuestión de horas el vídeo comenzó a circular por las redes sociales: se viralizó con montajes, memes y parodias; los usuarios comenzaron a investigar quiénes eran y se identificó su empleo y se asoció el momento con una posible infidelidad.
La empresa confirmó posteriormente que se trataba del CEO y su directora de Recursos Humanos. A partir de ahí, lo que muchos consideraron una broma se transformó en un escándalo laboral, mediático y familiar.
Un escándalo con coste laboral inmediato
Las repercusiones internas en Astronomer fueron rápidas:
Andy Byron presentó su dimisión como CEO tras el inicio de una investigación interna por parte del consejo y Kristin Cabot dejó su puesto como jefa de personal.
Ambos abandonaron la compañía, pero no todos enfrentaron las mismas consecuencias. Mientras Byron eligió mantenerse alejado del foco mediático, Cabot se convirtió en el centro del torbellino. Ella misma asegura ahora que su carrera quedó prácticamente “muerta”.
Según sus declaraciones:
- En entrevistas laborales le han llegado a comentar que es “incontratable”.
- Su nombre aparece vinculado al vídeo viral en cualquier búsqueda.
- Reclutadores y empresas la reconocen al instante por el escándalo.
En términos prácticos, ese minuto de exposición pública ha ido expulsándola del mercado laboral, a pesar de contar con años de experiencia en Recursos Humanos. Ella resume lo sucedido como “una mala decisión bajo los efectos del alcohol”, pero el sistema punitivo social no ha sido ni proporcional ni ha cesado.
Abusos, amenazas y el precio de ser el blanco fácil
Detrás de la broma viral, lo que cuenta Cabot es una historia marcada por un acoso descontrolado. Tras la difusión del vídeo, describe un aumento alarmante en los ataques personales:
- Llegó a recibir hasta 600 llamadas diarias.
- Fue víctima de doxxing: sus datos personales fueron filtrados.
- Ha contabilizado decenas de amenazas de muerte, alrededor de 60 según su testimonio.
- Desconocidos afirmaban conocer sus rutinas diarias.
No solo fue abrumadora la cantidad; también lo fue la naturaleza de los mensajes. Muchos estaban dirigidos a:
- Su apariencia física.
- Su moralidad.
- Su validez profesional, con acusaciones sobre haber ascendido dentro de la empresa “de forma inapropiada”.
Mientras tanto, Byron apenas recibió una fracción mínima del odio desatado. Cabot lo resume contundentemente: “Como mujer, me llevé la peor parte del abuso”. Esta dinámica es común en muchos escándalos y controversias: cuando hay un hombre y una mujer involucrados en una situación así, suele ser ella quien soporta una mayor carga social.
Impacto en la familia: vergüenza, miedo y distancia
El acoso no se limitó a ella. Su relato destaca cómo afectó a su círculo más cercano:
- Sus hijos se sintieron avergonzados y molestos.
- Evitaron ser vistos junto a ella en público.
- Temían por su seguridad ante mensajes provenientes de extraños que afirmaban saber dónde vivían o por dónde transitaban.
El vídeo, reproducido millones de veces, salió del ámbito del estadio y traspasó fronteras hacia grupos escolares o entornos deportivos relacionados con sus hijos. El escarnio dejó atrás lo abstracto.
Ante esta presión abrumadora, Cabot tomó decisiones importantes:
- Buscar apoyo terapéutico para ella y sus hijos.
- Minimizar su exposición social.
- Empezar poco a poco a retomar algunas actividades como jugar al tenis; casi como un acto simbólico contra todo lo vivido.
La fama involuntaria, tan anhelada por muchos en el mundo de las celebridades, mostró aquí su cara opuesta: se convirtió en una lupa que invade su hogar y obliga a reorganizar toda su vida cotidiana.
El componente de género y el juicio moral
La historia vivida por Cabot refleja un patrón observado en otros casos mediáticos: cuando hay sospechas sobre infidelidades, la atención recae sobre la mujer.
En este caso a ella se le etiquetó como “caza-fortunas”; circularon comentarios sobre su aspecto físico; se le atribuyeron ambiciones profesionales consideradas “deshonestas” y se le juzgó como si fuera una figura pública aunque no era celebridad alguna.
Él, un ejecutivo destacado, optó por permanecer callado y alejado del escenario mediático; mientras tanto ella pasó a ser protagonista involuntaria en tertulias informativas y debates sobre “ética” online.
Incluso personalidades reconocidas como Whoopi Goldberg o Gwyneth Paltrow mencionaron este caso o participaron indirectamente en la conversación pública que giraba alrededor. Lo que había sido un instante anónimo durante un concierto se transformó así en material para entretenimiento incluso dentro del ámbito celebrity.
El incidente relacionado con la kiss cam durante el concierto ha servido ya para reflexionar sobre algo profundo: la práctica desaparición de la privacidad en espacios públicos y el descontrolado poder que tiene hoy día lo viral.
