LA MUERTE DEL JOVEN JUGADOR DEL CÓRDOBA OCUPA LAS TELEVISIONES

El tratamiento mediático del ‘caso Álvaro Prieto’: cuando abandonamos el morbo por la frivolidad

El descubrimiento del cuerpo del andaluz por un reportero de TVE ha puesto en el punto de mira a la cadena pública

Álvaro Prieto, en distintas imágenes.
Álvaro Prieto, en distintas imágenes.

»A mí este caso me entristece como a todos. ¿En que punto estamos como sociedad en la que hay en una estación como la de Sevilla un chaval blanco, guapo, bien vestido, y no hay nadie en la estación, ningún trabajador que le eche una mano. Me da que pensar que en esta era en la que vivimos, ya no nos ayudamos los unos a los otros». Este comentario sobre la trágica muerte de Álvaro Prieto lo podría haber dicho la panadera o el mecánico de nuestro barrio y no es nada malo. El problema llega cuando el comentario se vierte en un plató de televisión sobre un suceso y se dice básicamente por no estar callado. Por cierto, salió de la boca de Miguel Lago. Pero eso es lo de menos.

Miguel Lago.

Miguel Lago.

Durante años se ha criticado a la televisión por el tratamiento morboso de los asuntos de la crónica negra. Se ha criticado tanto que se ha convertido en un lugar común. A veces, sin mucho criterio. Es cierto que la sensibilidad de la sociedad ha evolucionado y cosas que hace veinte años considerábamos habituales en las pantallas hoy nos escaman. Sin embargo, en ocasiones, hemos caído en un criterio perverso. Por un lado nos ofuscamos y decir que los tiempos imponen una televisión más blanca y familiar (signifique lo que signifique eso), pero por otro caemos en la peor de la frivolidad: la de tratar todos los temas por igual. A la larga, eso es más peligroso que el morbo puro y duro.

El escándalo de ‘Mañaneros’

El lunes 16 de octubre un cámara y un reportero de Televisión Española, en concreto del magacine matinal Mañaneros que conduce Jaime Cantizano, se encontraba realizando una conexión en directo desde la estación sevillana de San Justa donde se perdió la pista al joven Álvaro Prieto. En directo (esto es importante) descubrieron unas piernas que pertenecían al cuerpo del chico. Las redes ardieron como es costumbre y los medios criticaron a la cadena estatal por el uso del morbo. Eso sí, colocando el frame en cuestión acompañando sus textos de denuncia. Más allá de los intereses de cada uno (incluso se ha usado para el debate entre producción propia y externalización de la Corporación Pública), los árboles cumplieron la función de tapar el bosque. ¿Cómo es posible que en cuatro días con un gran despliegue en el que incluso participó la UME no se encontrara ningún indicio y sí lo hiciera un reportero televisivo?.

La cadena y el presentador pidieron perdón esa misma mañana y justo es decir que no fue una exposición deliberada. En pleno directo se encontraron con una imagen desagradable que ciertamente tenía valor informativo. ¿Cómo no lo iba a tener si desvelaba algo que los Cuerpos de Seguridad del Estado no habían conseguido? La crítica decía que nos retrotraía a la televisión más visceral de los 90 y los 2000. Sin embargo, esto se dice cuando los magacines clásicos se han trocado en algo más ‘blanco’ y su ‘purifiacación’ se basa en que en la misma mesa se hable de los presupuestos generales del Estado, de Isabel Pantoja y de un crimen.

Creo que es más sonrojante ver en las últimas jornadas en varias cadenas a folklóricas retiradas, humoristas o vedettes de las redes diciendo, en el mejor de los casos, lugares comunes y en el peor metiendo la pata hasta la liga, que la imagen en directo, y no preparada, de un cuerpo sin vida. Que, puesto a ser extremos, a parte de desagradar puede aportar más información que el comentario de una celebrity trasnochada.

Al difunto Sálvame, al que se le acusó de todos los males televisivos existentes y de los que quedan por inventarse, nunca se le ocurrió semejante ejercicio de frivolidad. Cuando puntualmente trataron asuntos de crónica negra llevaban a expertos al plató y los combinaban con colaboradores habituales con experiencia de diversos géneros periodísticos incluido los sucesos como el caso de Antonio Montero o Gema López (hoy al frente del segmento rosa de Espejo Público). Sin embargo, hoy vemos ejercicios de frivolidad con total naturalidad. Eso sí, todos muy bien vestidos y sin elevar el tono. En el pecado, llevaremos la penitencia.

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Autor

David G. Álvarez

Redactor de política, sucesos y corazón

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