En una madrugada sofocante de agosto, el centro de Torremolinos vivió un episodio que ha dejado a vecinos y empresarios en vilo: siete pubs ardieron casi simultáneamente. El fuego no fue casualidad ni accidente; las primeras investigaciones apuntan a una acción coordinada de la mafia británica, desatada tras la negativa de los propietarios a someterse a sus exigencias de extorsión.
El suceso, ocurrido hace apenas unas horas según han confirmado autoridades locales, ha puesto en evidencia el nivel de presión al que están sometidos muchos negocios del sector ocio nocturno en la Costa del Sol. Las llamas no solo destruyeron locales emblemáticos, sino también una sensación de seguridad que parecía intocable en pleno verano turístico.
Fuentes policiales y testimonios recabados muestran un patrón claro: los dueños de los pubs recibieron amenazas previas por parte de individuos vinculados a grupos británicos organizados. Exigían el pago de sumas elevadas a cambio de “protección”. Ante la negativa, llegó la represalia. El ataque buscaba sembrar miedo entre otros empresarios y demostrar que nadie está a salvo si decide plantar cara.
Los incendios se produjeron casi al unísono, dificultando la respuesta rápida de los servicios de emergencia. Los autores actuaron con profesionalidad, usando acelerantes y accediendo a los locales fuera del horario habitual. Las pérdidas materiales superan ampliamente el millón de euros según estimaciones preliminares.
Mafias en la Costa del Sol: radiografía del crimen organizado
La presencia de mafias extranjeras en la Costa del Sol es una realidad asentada desde hace décadas. Sin embargo, en los últimos meses se ha registrado un repunte tanto en número como en violencia de sus acciones. Especialistas en criminología destacan varios factores que explican este fenómeno:
- La situación geográfica privilegiada, puerta sur de Europa y punto clave para rutas internacionales.
- La posibilidad para los delincuentes extranjeros —británicos, rusos, albaneses o marroquíes— de pasar desapercibidos entre comunidades residentes y turistas.
- Un mercado inmobiliario dinámico y un tejido empresarial propicio para el blanqueo de capitales.
Actualmente, se estima que más de 110 bandas criminales operan en la provincia de Málaga, procedentes de casi 60 países distintos. La coexistencia se da gracias a una organización casi empresarial: unos grupos controlan el tráfico de drogas, otros se dedican al robo o a la extorsión, pero todos comparten una máxima: evitar conflictos que llamen demasiado la atención policial.
Sin embargo, cuando surgen disputas o alguien desafía el “orden” impuesto, llegan los ajustes de cuentas: secuestros, tiroteos o ataques incendiarios como el vivido en Torremolinos.
El impacto social ha sido inmediato. Residentes y comerciantes expresan temor e impotencia ante una situación que amenaza tanto la economía local como la convivencia. Los vecinos denuncian la falta de protección efectiva y exigen medidas concretas.
El sector hostelero advierte sobre el riesgo para el turismo, principal motor económico del municipio.
Por su parte, las asociaciones vecinales han convocado reuniones urgentes con responsables municipales para exigir refuerzos policiales.
La policía nacional mantiene abierta una investigación con varias líneas activas, aunque reconocen las dificultades para identificar a los autores materiales debido al hermetismo y profesionalidad con que actúan estas redes criminales.
Mafia británica en la Costa del Sol
Aunque existen múltiples organizaciones mafiosas operando en la zona —como la Mocro Maffia o grupos albaneses—, la mafia británica se caracteriza por su capacidad para infiltrarse en sectores legales e ilegales:
- Controla locales nocturnos mediante extorsión o compra encubierta.
- Se especializa en blanqueo de capitales aprovechando inversiones inmobiliarias.
- Sus miembros suelen llevar una vida aparentemente normal, integrándose entre expatriados y turistas.
- En ocasiones, ofrecen primero “protección” voluntaria para luego convertirla en amenaza directa si no hay acuerdo.
- No es raro ver a sus cabecillas participando en eventos sociales o deportivos locales como método para ganar respeto o intimidar sutilmente.
- Han llegado incluso a patrocinar equipos deportivos menores o fiestas populares para lavar su imagen y fortalecer su red social.
