La ribera del lago Issyk-Kul, en Cholpon-Ata, se ha convertido en el escenario de una de las negociaciones más relevantes de los últimos años para el futuro de Kazajistán, Kirguistán y Uzbekistán.
A día de hoy, 8 de septiembre de 2025, estos tres países han firmado un paquete de protocolos que regula el equilibrio de agua y energía en la región hasta 2026. La clave del pacto reside en una fórmula de intercambio: Kirguistán liberará agua de la presa de Toktogul, a cambio de recibir suministro eléctrico de sus dos vecinos, una medida que busca blindar tanto la producción agrícola como la estabilidad de las redes eléctricas.
El calendario incluye reuniones de seguimiento y la posible participación de organismos multilaterales en la financiación de nuevos proyectos de almacenamiento y distribución de agua.
La firma de estos protocolos marca un hito en la diplomacia regional, mostrando cómo la gestión compartida de recursos puede ser el eje de una estabilidad duradera en Asia Central.
El corazón del acuerdo: agua por energía
El entendimiento gira en torno al embalse de Toktogul, vital para la irrigación en el sur de Kazakhstan y la generación hidroeléctrica en Kirguistán. El acuerdo establece:
- Kirguistán se compromete a liberar volúmenes concretos de agua durante la próxima temporada de cultivo.
- Kazakhstan y Uzbekistán suministrarán electricidad a Kirguistán durante este periodo, asegurando el funcionamiento de su red mientras disminuyen las reservas de agua.
Además, se ha acordado facilitar el tránsito de electricidad rusa hacia Kirguistán a través de la red kazaja, un elemento que añade flexibilidad y seguridad ante posibles picos de demanda o incidencias técnicas.
Impacto agrícola y energético inmediato
El acuerdo aporta beneficios tangibles a corto plazo:
- Garantiza el riego en zonas agrícolas clave del sur kazajo, minimizando el riesgo de sequías en la próxima campaña.
- Reduce la exposición a cortes de suministro eléctrico en Kirguistán, especialmente durante los meses de mayor consumo.
- Facilita la planificación de los agricultores y operadores energéticos, al ofrecer cifras, fechas y precios concretos.
Durante las conversaciones, se alcanzó también un protocolo bilateral por el que Uzbekistán suministrará hasta 900 millones de kWh de electricidad a Kazakhstan entre marzo y diciembre de 2026, cubriendo déficits previstos por mantenimientos programados en centrales eléctricas kazajas.
Cooperación técnica y diplomática reforzada
La precisión y el cumplimiento estricto de los calendarios pactados han sido subrayados como esenciales. Los ministros de Energía han recalcado que estos protocolos son documentos de trabajo con compromisos claros, que requieren máxima coordinación y seguimiento.
Entre los puntos destacados:
- Los acuerdos pretenden reducir riesgos durante el próximo otoño e invierno, cuando la demanda energética y la necesidad de acumulación de agua son críticas.
- Se generan condiciones predecibles para la acumulación hídrica de cara a la siguiente temporada agrícola, factor clave para la economía del sur de Kazakhstan.
La visión de los firmantes es que este tipo de cooperación se convierta en la norma regional, integrando la gestión de recursos naturales en la agenda diplomática y económica de Asia Central.
Contexto regional: desafíos y oportunidades
La gestión del agua y la energía es un asunto de máxima prioridad en Asia Central.
Kazajistán, país aguas abajo, depende de los caudales procedentes de Kirguistán y, en menor medida, de Uzbekistán. La sobreexplotación de ríos como el Syr Darya y la crisis del mar de Aral han evidenciado la necesidad de mecanismos de cooperación duraderos y transparentes.
En los últimos años, la región ha dado pasos importantes:
- Creación de ministerios específicos para la gestión del agua, como el de Kazakhstan en 2023.
- Impulso de proyectos conjuntos de infraestructura, como el desarrollo de nuevas presas y la modernización de redes eléctricas.
Además, la reciente creación de la Alianza del Corredor Verde entre Uzbekistán, Kazajistán y Azerbaiyán apunta a un futuro donde la integración energética también pasa por la apuesta por las renovables y la exportación de electricidad limpia hacia Europa.
Repercusiones más allá de las fronteras
El acuerdo trilateral no solo afecta a los firmantes. La estabilidad hídrica y eléctrica en Asia Central tiene implicaciones para la seguridad alimentaria, el desarrollo industrial y la cohesión social en toda la zona.
- Los organismos internacionales, como la OSCE y la ONU, observan con atención estos avances, considerándolos ejemplo de diplomacia preventiva y cooperación eficaz en recursos compartidos.
- El modelo podría inspirar a otros países de la región, donde los conflictos por el agua y la energía han sido frecuentes en el pasado.
Próximos pasos y desafíos
Los protocolos firmados en Cholpon-Ata están diseñados para ser revisados y adaptados según evolucione la situación climática, la demanda energética y las necesidades agrícolas. Sin embargo, el éxito del acuerdo dependerá de:
- La transparencia en la gestión de los embalses y las redes eléctricas.
- La capacidad de anticipar escenarios de sequía o picos de consumo.
- El refuerzo de infraestructuras y la inversión en tecnologías de eficiencia hídrica y energética.
