Está harto de que los políticos, sean rojos o azules, metan sus manos en cuestiones que escapan a sus habilidades.
Arturo Pérez-Reverte, que está de gira promocional por su nuevo libro, ‘La isla de la mujer dormida‘, estuvo en la noche del 4 de noviembre de 2024 en el programa ‘El Hormiguero‘ (Antena 3) donde abordó diversas cuestiones.
Una de ellas, como no podía ser de otra manera, fue la gestión que la clase política, Pedro Sánchez desde el Gobierno de España y Carlos Mazón desde la Generalitat Valenciana, habían hecho con la DANA.
La respuesta del académico de la RAE no pudo ser más contundente y advirtió severamente sobre la necesidad perentoria de que los dirigentes no metan sus manos en asuntos que se escapan a sus apitudes.
Pablo Motos, presentador del show nocturno de la primera cadena de Atresmedia, introdujo la cuestión;
Y la palabra que más veces he oído repetir en los últimos días es abandonados.
El que fuera corresponsal de guerra no lo dudó:
No que se sientan abandonados, es que los han abandonado. Los han abandonado. No es que se sientan abandonados, han sido abandonados de una forma miserable.
El presentador añadió:
Cinco días abandonados. Tres días, cinco días abandonados. ¿Cómo es posible que nuestro país, que se supone que es del primer mundo, cuando hay un problema real, funcione tan mal?
Reverte fue a degüello:
Pues porque tenemos una clase política que ha hecho de esto un negocio, que es su negocio. Y todos nosotros, tú, ellos, nosotros somos peones de ese negocio. Somos piezas de un juego que es ese juego. Entonces, claro, todo se convierte en herramienta política. Todo se convierte en tú, yo, nosotros, ellos y el muro en medio y este lado y el otro. Por eso decía que junto a la criminal incompetencia del presidente Mazón y su presidencia, su entorno político, se une la criminal mala fe también e incompetencia de un Gobierno. Es como a ver quién flaquea primero, a ver si consigo que el otro meta la pata.
Para el escritor la cuestión estaba bien clara, los políticos tenían que mantenerse fuera de la gestión de este tipo de calamidades y propuso crear un ministerio o un departamento al uso compuesto por verdaderos profesionales:
Hay algo que pensaba estos días con indignación. Una crisis como esta no puede estar en manos de políticos en España. Eso es suicida. Habría que crear un organismo, un ministerio de desastres, lo que sea, en el cual gente, no el político de turno, sino el especialista, el ingeniero, el arquitecto, lo que sea, la gente debería ser cualificada, formar parte de eso, para tomar decisiones antes, durante y después de las tragedias que ha habido, hay y habrá, porque la naturaleza es así. El problema está en que ese organismo, lo que harían sería querer meter todos dentro sus propios elementos. Con lo cual lo envenenarían también. Entonces nuestra desgracia se llama clase política española. Y eso va desde la extrema izquierda a la extrema derecha. Son ellos los culpables. Son ellos. La incompetencia, la desidia se une, como he dicho antes, a la mala fe. Y es imposible que una crisis sea solucionada de esa manera. Y el resultado es gente sin casa, gente desesperada, gente…
Y remachó aseverando que el español tiene aguante… hasta que deja de tenerlo:
Y ojo. Un español cabreado es muy peligroso. Muy peligroso. Cuando a uno le quitas, no ya no las gambas del domingo, que también lo es, o la cerveza, le quitas el cine, o le quitas la televisión, o le quitas la luz del teléfono móvil, o la gasolina, es peligroso. Pero cuando le quitas la vida, lo condenas a la miseria, le quitas el futuro, le quitas el pasado, le quitas todo, se vuelve, ya lo hemos visto, se vuelve con razón, muy peligroso. Y es normal que lo sea, y es comprensible que lo sea. Pero bueno, cuidado, cuidado con eso, porque ya hemos visto que lo que quiere un español enfadado es buscar culpables. Y los culpables siempre se encuentran. Y bueno, ya hemos visto en la historia de España lo que pasa cuando se buscan culpables. Lo hemos visto. Y eso es muy, muy peligroso. Entonces que tengan cuidado los políticos que agitan, que manejan a la gente como peones, como piezas de ese ajedrez miserable porque el resultado puede volverse contra ellos. O sea, un español cabreado es muy, muy peligroso. Históricamente muy peligroso. Y lo hemos visto.