El otro día tuve una discusión con dos personas. Todo comenzó por lo que significa Estado laico, ante lo que yo afirmé que, en mi opinión, en España no existe. Evidentemente, esa discusión finalizó como suele ser: ellos mantenían sus argumentos riéndose de mis explicaciones, y yo, continúe pensando lo mismo. Es más, les expuse que en lugar de ser un verdadero Estado laico que no se identifica con ninguna religión, pensaba que sí que defendía una: la religión del Estado basada en ideologías, y, por lo tanto, un Estado laicista.
Veamos si las razones que aquí voy a exponer te convencen, o, por el contrario, serán motivo también para que te eches unas risas.
En un primer lugar, nos detendremos en analizar qué entendemos por Estado laico, información extraída de la página web del Congreso de los Diputados.
En el artículo 16.3 de la Constitución Española se manifiesta que “ninguna confesión tendrá carácter estatal”.
Es decir, que el Estado no puede adherirse ni defender ninguna confesión religiosa en concreto.
Y su vez prosigue: “Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones”
Este artículo se basa en la concepción del respeto a la libertad religiosa y de culto de cada individuo, recogido en el artículo 16.1. y en lo que se conoce como ‘indiferentismo ideológico’, en el sentido de que admite cualquier tipo de ideología, con el límite del orden público.
Como apreciarás, ya encontramos un primer aspecto importante a tener en cuenta: el término ideología aparece en el contexto de lo que supone el Estado laico, y se relaciona la libertad religiosa que supone la laicidad, con la libertad ideológica. Por lo tanto, según esto, el Estado laico incluye que no se puede adherir a ninguna ideología en concreto.
Antes de proseguir convendría conocer lo que la RAE nos muestra como ideología: Conjunto de ideas fundamentales que caracteriza el pensamiento de una persona, colectividad o época, de un movimiento cultural, religioso o político (…)
Y aunque habría que aclarar que ideología no es similar a religión, lo cual no me detendré a hacerlo en esta ocasión, te invito a continuar la lectura para analizar este concepto a continuación.
Si tenemos en cuenta lo expuesto hasta ahora, podemos fácilmente extraer que esa libertad religiosa o ideológica NO se da en nuestra sociedad. Basta el ejemplo de lo que está ocurriendo en el ámbito sanitario, que no se respeta el derecho a la objeción de conciencia por las creencias religiosas o ideológicas a los médicos que se niegan a realizar un aborto o una intervención quirúrgica de cambio de sexo. Estos hechos manifiestan la vulneración de las libertades individuales, derechos que sí recogen la objeción de conciencia, pero una vez más, vemos cómo se lo saltan a la torera.
Ejemplo visible también hallamos en la educación, donde observamos que no se respeta el derecho a recibir enseñanza religiosa según las propias convicciones (o las de los padres o tutores), recogido en el Artículo 27.3 de la Constitución española, teniendo en cuenta que a los alumnos se les obliga a recibir ciertos contenidos ideológicos curriculares contrarios a su religión o creencias.
Y en este sentido, podemos acercarnos a lo que es una ideología e incluso llegar a analizar si se pudiera convertir en la religión del Estado, y, por lo tanto, que éste deje de ser un Estado laico en favor del laicismo.
Ideología hemos visto que es un conjunto de ideas. Si unimos esta definición con la de religión, que se nos expresa como un conjunto de creencias o dogmas acerca de la divinidad… de normas morales para la conducta individual y social y de prácticas rituales… considero que nos vamos acercando más a la cuestión que intento mostrar.
Por otro lado, laicidad y laicismo no son lo mismo. Laicidad es lo mencionado anteriormente, que, en teoría, debería haber en el Estado español, respetando el derecho a la libertad religiosa. Sin embargo, las corrientes laicistas lo que tratan es, muy en contra, de desterrar todos los principios religiosos católicos que nos unen como pueblo y que nos desarrollan positivamente como personas, en favor de una serie de ideologías laicistas que impone el Estado como la nueva religión a la que obedecer.
Sí querido lector, el Estado promueve una ideología (fundamentada en un conglomerado de diversas ideologías) a los ciudadanos de un modo sutil, pero dictatorial. Si te pones a observar a tu alrededor, por todos los rincones podemos hallar la promoción de clínicas abortivas o del suicidio asistido como solución final y feliz (aborto, eutanasia), la protección exacerbada de animales incluso por encima de las personas o su igualdad de derechos ante los seres humanos (animalismo), farolas y banderas de colores o privilegios laborales para unas minorías (colectivos LGTBI), personajes famosos homosexuales o transexuales como modelos a imitar (homosexualismo, transexualismo), el hombre visto como el patriarcado opresor (feminismo), miedo al cambio climático, inundaciones… (ecologismo) podría seguir, pero supongo, que con esta muestra se entiende, que todos estos “ismos” son ideologías, contenidas estas y unas cuantas más, en la Agenda 2030, que es la agenda ideológica que tiene el Estado como su religión oficial a seguir.
Porque, querido lector, no seamos ingenuos y abramos los ojos, la Agenda 2030 es la religión del Estado que impone un credo que hay que aceptar sin admisión de discrepancias, proclamado desde el púlpito por el jefe religioso: el presidente del Gobierno, y sus ministros ordenados…
Los dogmas que contiene al igual que las religiones, se ciñen a una serie de afirmaciones que se nos obligan a creer como verdaderas: que el cambio de sexo te cambia de sexo, que las flatulencias de las vacas contaminan, que las emisiones de CO2 son muy perjudiciales para el planeta, que el hombre es violento y machista por naturaleza o que una embarazada tiene en su interior un saco lleno de células que aún no es un ser humano.
Esta nueva religión se impone como algo oficial que pregona sus dogmas por todos los medios de comunicación al servicio de esta propaganda ideologizadora y manipulativa.
Dogmas que se enseñan en las escuelas como el nuevo catecismo religioso, creencias que tienen su propio lenguaje y nuevas palabras: negacionismo, derechos reproductivos, inclusivo, género, sostenible, salud sexual, empoderamiento… o sus propios valores: igualdad, tolerancia, respeto, consumo responsable… todo ello mediante palabras cuyo significado está manipulado.
Y mientras tanto, mientras proclaman que estamos en un Estado laico que defiende la libertad religiosa, se controla el contenido de las homilías en las misas de algunas parroquias para que no se salgan del pensamiento único oficial, se tiran monumentos religiosos y cruces de lugares públicos, se adoctrinan a los menores desterrando la riqueza de la historia española, la cultura cristiana cuna de occidente, los telediarios bombardean con noticias de los asesinatos de hombres hacia las mujeres como si las mujeres fueran unas santas que no matan, se permiten burlas a la fe católica en programas televisivos sin que pase absolutamente nada o hay quienes vociferan que se debería volar con dinamita la Cruz del Valle de los Caídos.
Ideologías han habido muchas a lo largo de los siglos, pero nunca antes, habían sido impuestas de esta forma desde el Estado.
De esta manera, concluyendo, según la percepción de las ideologías concebidas en igual apariencia que las creencias religiosas, se podría decir, querido lector, que no tenemos un Estado laico, si no laicista, que rinde culto a la nueva religión ante la que quieren que nos arrodillemos: la Agenda ideológica 2030.
¿Te he hecho reir un rato o te he dado para pensar?