Quiero hacerme eco de una denuncia pública que Monseñor José Ignacio Munilla ha difundido en redes sociales. Nunca son pocas las vías de difusión para denunciar un crimen social en el que todos colaboramos, en mayor o menor medida; si bien, víctimas de la manipulación. Sin ser conscientes de ello, ni pensamos ni actuamos con la libertad que requiere una sociedad supuestamente democrática.
Las noticias de Antena 3 -por la noche- son, probablemente, las que tienen más tirón entre el público crítico con el gobierno y sus abusos de poder. El periodista Vicente Vallés con tez impertérrita, tono implacable y rotundidad expresiva no duda en poner ante la evidencia los desmanes, contradicciones y atropellos de Sánchez y sus secuaces ministros. Pero, en esta ocasión, también quiso hacer lo propio con el candidato republicano Donald Trump a propósito del debate con Biden. Dejando claras las limitaciones mentales de Biden, pasó inmediatamente a la carga acusando a Trump de no haber hecho otra cosa más que mentir. Para muestra, alude a un ejemplo: ni más ni menos que a las afirmaciones que Trump hizo sobre las políticas abortistas del partido demócrata. Trump les acusó de matar a los infantes en el momento del nacimiento.
Sin duda, a Vicente Vallés le debe parecer abominable que, a un niño, a una niña, en el momento del nacimiento, a punto de ver la luz, se le pueda matar impunemente. Quizá no puede concebir que existan leyes que protejan y abalen tal horror. Más propio de una película de terror en la que se muestra la destrucción y decadencia de una sociedad degenerada, de alma mortecina y agonizante. Algo así no puede entrar en el entendimiento de una persona honrada y honesta. Monseñor Munilla no pone en duda la buena fe de Vicente Vallés, imaginando que desconoce la realidad del «aborto por nacimiento parcial» que se practica en los EEUU. Vicente Vallés se debe sentir comprometido ante sus seguidores espectadores para hacerles ver esta imperdonable, por abominable, mentira que Trump esputó en el debate. Una de tantas, a su juicio, cuyos seguidores, que Vicente califica de «hoolingan», no consideran importante.
He de reconocer mi desconocimiento sobre el eufemismo: «aborto por nacimiento parcial». La cuestión del aborto está llena de eufemismos que enmascaran la obscenidad, lavan nuestras conciencias y camuflan nuestras inmoralidades. Sin embargo, este tipo de aborto se viene practicando en los EEUU avalado y promovido por los políticos demócratas. Monseñor Munilla recoge enlaces en los que aparecen manifestándolo. Concretamente menciona a quien Biden tiene como secretario de Sanidad, Xavier Becerra, el cual defiende el aborto por nacimiento parcial. También alude, Munilla, a que la Cámara de Representantes de Estados Unidos prohibió el «aborto de nacimiento parcial» en 2003, pero con 151 votos demócratas en contra de la prohibición. De hecho, tal abominación se sigue permitiendo en algunos estados demócratas.
Cuando Vicente Vallés resalta esta supuesta mentira de Trump, y no otra, es porque el hecho en sí le debe parecer aberrante. Vicente quiere embaucar a su público haciéndole ver que nadie debería apoyar a un monstruo que es capaz de utilizar una acusación falsa de tal calibre. Sin embargo, cuando se demuestra que lo que Trump afirma no es falso, lo primero que alguien puede pensar es que quizá no sea ésta la única mentira que no lo es. Al tiempo, Biden, por negarlo es el auténtico mentiroso; a pesar de que a Vicente Vallés se la haya colado. Todo esto, pensando que el bueno de Vicente haya actuado de buena fe, como le concede Monseñor Munilla.
No obstante, cuesta creer que un periodista de primera línea, que dirige uno de los telediarios de más audiencia, desconozca la existencia del “aborto por nacimiento parcial”. Es muy raro que la multitud de redactores que trabajan para la edición, y que él dirige, no sepan nada de tal legislación abortista. Monseñor Munilla le ha pedido que rectifique el error, pero de momento, que se sepa, no lo ha hecho. Si Vicente Vallés sabe que Trump no mentía, Vicente se ha servido con obscenidad de su posición influyente para desorientar a la opinión pública, despreciar una opción política y ocultar la realidad de un crimen aberrante que él podría aceptar con más o menos reparos, aunque la sociedad aún no esté preparada para “digerirlo sin antiácidos”.
Y en España, qué ocurre con esto del aborto por nacimiento parcial. Pues que los progresistas avanzan inexorablemente hacia la legalización de este crimen nauseabundo. Se aprobará cuando menos lo esperemos avalado por los votos de unos ciudadanos sin escrúpulos, que no valoran el alcance real de su voto. Que asumen sin pestañear -aunque renieguen de ello en la trastienda como cotorras irracionales- las mentiras acreditadas, la corrupción sin límites, la utilización de la justicia en beneficio de políticos indeseables y ruines, que extienden sus tentáculos hasta los más altos órganos judiciales para manipularlos en beneficio propio. Unos ciudadanos que saborean como carroñeros la carne putrefacta que no es más que los restos de unos manjares suculentos que los políticos a los que votan han costeado a su costa.
En España, solo hay un partido que, de momento, queda excluido de esta suciedad que nos envilece y nos desfigura. Si bien, gente buena y gente indeseable la hay en todos los partidos. Ahora bien, los buenos no pueden estar entre los que avalan la abominación del aborto. A Vicente Vallés, por su parte, hemos de ponerlo entre los que no siempre ejercen el periodismo con la honestidad debida.