‘Pesadilla en la cocina’ consiguió, el lunes 5 de mayo de 2014, su segundo mejor dato de audiencia con el decimoquinto capítulo de su tercera temporada. Más de dos millones y medio de espectadores vieron como Chicote intentaba reflotar ‘El puerto’ un restaurante de Benidorm que tenía un grave inconveniente: un cocinero déspota, agresivo y caprichoso. Y por primera vez en la historia de programa, el famoso chef insistió en despedir a un empleado.Pensábamos que la tercera temporada de ‘Pesadilla en la cocina’ había terminado la semana pasada con el decimocuarto capítulo pero no ha sido así. Bien, principalmente porque se está reservando lo mejor para el final –los primeros capítulos de esta temporada fueron rodados para emitirse durante la segunda. Por eso esta tanda es más larga–.
Tras la pelea con conato de agresión que vimos la semana pasada en el restaurante ‘Alcalá 125’, el 5 de mayo Chicote hizo lo contrario a lo que viene siendo su filosofía de la concordia. Quiso despedir a alguien.
Como decíamos, el equipo del programa se desplazó hasta Benidorm para intentar reflotar ‘El puerto, una marisquería con solera que, tras más de 50 años de tradición y reconocimiento, había caído en picado en los últimos tiempos hasta llegar a límites extremos. Sus dueños decidieron dejar en manos de su hija Rosa el negocio familiar de toda una vida, y desde que ella tomó las riendas el restaurante fue de mal en peor.
A primera vista, se podría pensar que el origen de todos los males que sufría ‘El puerto’ era Domingo, un cocinero al que no sólo no le gustaba cocinar, sino que no tenía intención alguna de aprender. Pero lo peor era su carácter despótico, sus ataques de furia, su chulería y el miedo y la presión que ejercía sobre el resto.
Un ejemplo, cuando Chicote llegó, y tras alucinar con una carta excesivamente extensa y caótica (la comida era peor), quiso observar cómo trabajaba el tal Domingo y le llamó la atención al ver que hacía la carne junto con la sepia en la plancha. El cocinero, harto de todo, le soltó al ‘coach’ de laSexta:
Pero luego, de pronto, se le pasaba el ‘cabreo’. Al rato volvía la tormenta. Rosa, la propietaria del local se enfrentó por enésima vez a Domingo y éste, ni corto ni perezoso, colgó el mandil y gritó:
Luego, como era de esperar, el cocinero regresó y vuelta a empezar. También habría que resaltar el momento en el que Chicote, haciendo revisión de la cocina, mandó «a tomar por culo» a Domingo por tener carne en mal estado en la nevera.
El cocinero no respetaba a nadie, ni a la dueña ni al padre de ésta, Francisco, que asistía hecho polvo al declive del negocio que él mismo abrió.
La lección del programa era: Si en una empresa hay un empleado ‘rebelde’, ¿de quién es la culpa? ¿Del dueño o del trabajador? Y es que aquí había un problema de base. Rosa, la dueña, era un pan sin sal, daba la sensación de que le daba miedo todo y, por lo tanto, no se hacía respetar.
La situación era tan escandalosa que Chicote se saltó a la torera sus ‘buenas’ intenciones e instigó a la dueña a que echara a Domingo de su cocina. Por primera vez, ‘Pesadilla en la cocina’ abogó por despedir a alguien.
Chicote se citó con Rosa y con Domingo para obligar a la propietaria a tomar una decisión definitiva como gerente. La dueña, indecisa, optó por darle otra oportunidad al cocinero pero Chicote no estaba de acuerdo, tanto que le organizó a Rosa una selección de personal.
Tras hacer una serie de pruebas a cuatro cocineros, Rosa eligió a uno que, de momento, ayudaría a Domingo en la cocina.
Y finalmente, tras la reforma del local, el restaurante volvió a abrir y, aunque con tensiones, todos terminaron felices y contentos. Es decir, que no se despidió a nadie. Lo de siempre.

