Hay personas que se juegan la vida por una causa, y luego está Paul Rosolie, que decidió que lo más sensato para salvar el Amazonas era ofrecerse como menú degustación a una anaconda verde de más de siete metros, todo ello retransmitido en directo y con millones de espectadores pendientes del posible festín.
El resultado, sin embargo, fue más cercano al “no, gracias” de la serpiente que a un thriller de supervivencia: tras varios minutos angustiosos en los que Rosolie fue apretado pero no devorado, el experimento terminó con un grito de “¡Mi cara, necesito ayuda!” y una anaconda que, lejos de masticar ecologistas, simplemente decidió pasar página.
Este episodio, que recuerda más a un sketch surrealista que a un documental científico, tenía un objetivo claro: denunciar la brutal destrucción del Amazonas y la pérdida del hábitat de especies tan emblemáticas como la propia anaconda verde.
Aunque parte del público esperaba imágenes desde el interior de la serpiente (hay quien tiene estómago para todo), lo cierto es que la estrella reptil ni siquiera mostró interés real por zamparse al activista, confirmando así su fama de flemática y poco agresiva hacia los humanos.
Nel 2014, Paul Rosolie, ambientalista e autore americano, ha tentato di farsi mangiare vivo da un anaconda, l'esperimento se ricordate è stato interrotto bruscamente perché Rosolie ha rischiato di morire. Non esiste limite alla stupidità.
📹 Newlyvines/YT pic.twitter.com/dLz9m9thRC— Nina🕷Ricci 🎗💫📚👠 (@NinaRicci_us) April 9, 2022
Activismo extremo por la selva: ¿impacto real o circo mediático?
Detrás del espectáculo había una intención muy seria. Rosolie lleva años recorriendo los bosques tropicales y dirigiendo proyectos de conservación en Perú con su fundación Junglekeepers. Su acción pretendía recaudar fondos y generar conciencia sobre lo que está en juego si seguimos destruyendo el pulmón del planeta a ritmo acelerado. Y lo consiguió: casi cinco millones de dólares recaudados para la protección directa de zonas críticas del Amazonas.
La selva amazónica pierde cada año miles de hectáreas por deforestación y expansión agrícola. Esto amenaza a toda su biodiversidad, incluidas las grandes serpientes. La acción mediática de Rosolie buscaba precisamente ese efecto llamada: si hay que dejarse abrazar (o morder) por una anaconda gigante para poner el Amazonas en el mapa mediático, se hace.
¿Están en peligro las anacondas? Una especie clave bajo presión
El caso de la anaconda verde (Eunectes murinus) es paradigmático: no figura actualmente en los listados internacionales como especie en peligro crítico, pero sí está amenazada indirectamente por la pérdida acelerada de su hábitat natural. Sin selva no hay serpientes gigantes. Y sin ellas, el ecosistema se resiente.
Recientemente se ha descubierto incluso una nueva especie, la anaconda verde del norte (Eunectes akayima), aún más vulnerable debido a su restringida área de distribución en la Amazonía ecuatoriana. Los expertos advierten: “Perder a estas magníficas serpientes sería catastrófico”, pues regulan poblaciones de peces, roedores e incluso caimanes. Su desaparición podría alterar gravemente los equilibrios ecológicos del mayor bosque tropical del mundo.
Las amenazas principales para las anacondas son:
- Deforestación masiva para agricultura o ganadería.
- Contaminación por vertidos industriales o petroleros.
- Caza furtiva y tráfico ilegal.
Aunque no están al borde mismo de la extinción, su futuro depende directamente del estado de conservación del Amazonas.
¿Son un peligro real para los humanos o solo leyenda urbana?
La imagen popular de la anaconda como devoradora implacable ha sido alimentada durante décadas por películas y relatos exagerados. En realidad, los ataques documentados a humanos son extremadamente raros y casi nunca letales. La mayoría prefiere huir antes que enfrentarse a personas; suelen ser tímidas y reservadas.
Consejos básicos si te topas con una anaconda:
- Mantén la calma; no te acerques ni intentes manipularla.
- Si está en el agua o cerca, retrocede despacio sin movimientos bruscos.
- Haz ruido suave si es necesario para avisarla sin asustarla.
Su mordida es poderosa pero carecen de veneno; utilizan su fuerza para inmovilizar presas medianas como capibaras o caimanes pequeños. Las historias sobre ataques a personas suelen estar rodeadas de mitos y confusiones. El verdadero enemigo mortal para el ser humano sigue siendo mucho más pequeño… ¡y tiene alas! (Sí, el mosquito).
La importancia ecológica (y algunos secretos) del monstruo amazónico
Como depredador tope, la anaconda juega un papel esencial regulando otras especies. Además:
- Es ovovivípara: da a luz crías vivas tras desarrollar los huevos internamente.
- Las camadas pueden superar las 30 crías independientes desde su nacimiento.
- Las hembras pueden llegar a practicar canibalismo tras el apareamiento para recuperar energía.
- Su vista es limitada bajo el agua pero detecta calor y vibraciones con enorme precisión gracias a sensores corporales especializados.
- Al alcanzar edad adulta tiene casi ningún depredador natural salvo el ser humano.
En la cultura popular ha sido símbolo de misterio e incluso terror… aunque en realidad merece respeto más que miedo.
Curiosidades sobre las anacondas: mucho más que leyenda
- La anaconda verde ostenta el título no oficial de “serpiente más pesada del mundo”, llegando algunas hembras adultas a superar los 200 kilos.
- El récord verificado es una hembra capturada en Brasil con 6,3 metros… aunque los lugareños hablan incluso de ejemplares superiores a 8 metros.
- Son nadadoras excelentes: pasan gran parte del tiempo sumergidas o camufladas cerca del agua.
- El canibalismo entre hembras tras la cópula es real (y sorprendente).
- Han inspirado decenas de películas y documentales… pero rara vez protagonizan incidentes reales con humanos.
Así pues, si alguna vez decides ofrecerte como menú exótico a una anaconda amazónica… recuerda llevar traje reforzado, sentido del humor ¡y mucha conciencia ambiental! Porque lo importante no es tanto salir ileso del abrazo reptiliano como lograr que no desaparezcan ni las serpientes ni su selva.

