Sobre los vientres de alquiler: "El hijo no puede ser rehén de los caprichos de sus padres"
(José Manuel Vidal).- Enamorado de Medina de Rioseco, su pueblo, de Sevilla, la archidiócesis que regentó, de la monarquía y, sobre todo de la Semana Santa y del Evangelio de los pobres y del Papa. Así se presentó hoy el cardenal Carlos Amigo, que restó importancia a las resistencias de algunos purpurados a Francisco: «Señal de que cabalgamos». Y defendió a los pobres y a los refugiados: «Señores, ¡esto es una vergüenza!».
En los desayunos del Ritz, organizados por el Foro Nueva Economía, el arzobispo emérito de Sevilla fue presentado por la también vallisoletana ministra de Agircultura, Isabel García Tejerina, que definió al cardenal como «una de las personalidades más relevantes de la Iglesia» y como » hombre de consenso y de tender puentes, que da testimonio con su vida y con su palabra».
En el evento, muchas personalidades de Valladolid y de Medina de Rioseco, como su alcalde o el presidente de la Diputación vallisoletana, que lo acompañaron en la mesa presidencial. Entre los asistentes, Pío García Escudero, presidente del Senado, el político del PP, Pablo Casado, la alcaldesa de Sevilla, Jaime de Marichalar o el Padre Ángel.
Monseñor Amigo aprovechó la tribuna para hacer un canto a su pueblo, Medina de Rioseco y, sobre todo, a su alma semanasantera, con sus «tres mil y pico cofrades en una ciudad de 5.000 habitantes». Orgulloso de sus raíces, porque «en mi pueblo, el Evangelio se canta en silencio, mientras la fe se hace vida».
Vida vivida en la vida de todos los días y, de una manera más explícita, durante la Semana Santa, a la que calificó de «maravillosa sinfonía coral», que rezuma «religiosidad popular» y cultura. Sin que «la fe se confunda con cultura ni la religión con folclore».
Preguntado con qué Semana Santa se queda, el cardenal responde lacónicamente: «Con la de mi gente». Y al rato, añade: «Mi Medina de Rioseco y mi Sevilla del alma». Por eso, pide para todas las Semanas Santas, «autenticidad». Y sobre el acento andaluz que se contagia por todas partes, responde: «¡Felicidades, Sevilla!».
Amigo también abordó en sus respuestas otros temas de actualidad. Por ejemplo, sobre la monarquía: «¡Dios salve al Rey!». Sobre los vientres de alquiler: «El hijo no puede ser rehén de los caprichos de sus padres». Sobre los gays: «Por encima de todo, respeto a las personas». Sobre los refugiados: «Señores, ¡esto e suna vergüenza!». Y sobre los pobres aseguró que la Iglesia «nunca los abandonará».
Se extendió un poco más el purpurado a la hora de contestar a una pregunta sobre las relaciones Iglesia-Estado, de las que dijo que son «muy buenas, en la medida en que niunguno de los dos interfiera en el ámbito del otro». En este sentido, criticó a los partidos que, como en un ritornello que viene y va, reclaman la ruptura de los Acuerdos de España con la Santa Sede.
A su juicio, la mayoría de los países del mundo tiene firmados acuerdos con la Santa Sede. «¿Vamos a ser la excepción del mundo mundial o vamos a respetar unos acuerdos, beneficiosos para ambas partes, y que tienen rango de tratado internacional?»
El prelado tampoco quiso darle demasiada importancia a las «resistencias eclesiásticas» a las que tiene que hacer frente, en su proceso de reforma de la Iglesia, el Papa Francisco. «Señal de que cabalgamos», contestó de entrada.
Para añadir de inmediato que a San Juan Pablo II «también lo denostaron todo lo denostable», mientras Benedicto XVI, «muy humilde y sabio», renunció al pontificado, porque «no podía llevar adecuadamente el oficio petrino» y «procedió antes de que se lo pidiesen». Y concluyó con otra sentencia sobre «lo caro que salen los aplausos en la Iglesia». Lo sabe por experiencia.
