La escena recuerda a los grandes hitos tecnológicos de la historia: tras décadas siendo líder mundial en producción de uranio, Kazajistán se prepara para dar el salto definitivo y convertirse en operador nuclear. Pero no está solo en esta aventura. La Agencia Internacional de Energía Atómica (IAEA) ha reafirmado su compromiso de apoyar al país centroasiático en todas las etapas de la construcción de su primera central nuclear, desde el diseño hasta la operación y seguridad.
A día de hoy, 18 de septiembre de 2025, el proyecto nuclear kazajo está más cerca que nunca de hacerse realidad. Tras un referéndum nacional en octubre del año pasado, donde más del 70% de los votantes apoyaron la construcción, y una selección internacional entre gigantes como China, Francia y Corea del Sur, fue finalmente Rosatom—la corporación estatal rusa—quien se llevó el gato al agua para liderar este ambicioso proyecto.
Una colaboración internacional sin precedentes
La decisión de Kazajistán no solo implica tecnología punta: el país busca posicionarse como dueño y operador total del proceso nuclear, desde la extracción del uranio hasta la producción eléctrica. Para ello, ha puesto sobre la mesa una estrategia nacional y una hoja de ruta conjunta con la IAEA para el periodo 2025-2027, que incluirá misiones técnicas, capacitación y asesoramiento en cada paso del camino.
Rosatom aportará dos reactores VVER-1200 Generation III+, considerados entre los más seguros y eficientes del mundo. La instalación estará ubicada cerca del pueblo de Ulken, junto al lago Balkhash, un enclave estratégico por su acceso a agua y red eléctrica. El objetivo: que a mediados de la próxima década Kazajistán pueda encender sus primeras turbinas nucleares.
¿Por qué ahora? El contexto energético global
El cambio climático y la necesidad de reducir emisiones han acelerado el interés por la energía nuclear. Kazajistán, que hasta ahora dependía del carbón para cerca del 70% de su electricidad, busca diversificar su matriz energética y aprovechar sus vastos recursos de uranio—el país produce casi un 40% del suministro mundial.
Pero aquí entra un matiz importante: tras las catástrofes históricas como Chernóbil y Fukushima, la seguridad es más que nunca una prioridad. La IAEA ofrece precisamente ese aval internacional que tranquiliza a gobiernos y ciudadanos: supervisión técnica independiente, protocolos avanzados y formación especializada para evitar cualquier riesgo conocido.
El papel clave de la IAEA
La Agencia Internacional de Energía Atómica no solo controla los aspectos técnicos; también participa activamente en la educación pública sobre energía nuclear. El organismo enviará misiones al terreno, capacitará a operadores locales e incluso asesorará sobre comunicación social para explicar los beneficios y riesgos a la población.
Además, la IAEA ha invitado oficialmente al director general Rafael Mariano Grossi a visitar Kazajistán para reforzar estos vínculos. En palabras del presidente kazajo Kassym-Jomart Tokayev, “el apoyo internacional es esencial para garantizar transparencia y seguridad en nuestro salto tecnológico”.
¿Y los reactores modulares? Ciencia con futuro
Aunque el foco inmediato está puesto en una gran central convencional, Kazajistán no descarta apostar por los reactores modulares pequeños (SMR) en años venideros. Estas unidades ofrecen ventajas como menor coste inicial, flexibilidad para instalarse fuera de red y mayor seguridad frente a desastres naturales o sabotajes. El país ya mantiene contactos con empresas estadounidenses como NuScale y GE-Hitachi para evaluar futuros desarrollos, aunque por ahora lo ven como una opción a largo plazo.
Curiosidades científicas: secretos y anécdotas nucleares
El mundo atómico está plagado de historias curiosas:
- El sitio soviético de Semipalátinsk, en Kazajistán, fue escenario de más de 450 detonaciones nucleares entre 1949 y 1989. Los efectos persisten hoy: altas tasas de cáncer y enfermedades congénitas siguen afectando a miles de residentes.
- Durante la Guerra Fría, Rusia instaló faros nucleares en las costas remotas usando generadores radioisotópicos. Tras el colapso soviético, muchos quedaron abandonados… ¡y algunos siguen representando un reto ecológico por sus residuos radiactivos!
- ¿Sabías que los primeros reactores nucleares civiles se instalaron justo después del famoso incendio en Sellafield (Reino Unido) en 1957? El incidente marcó un antes y un después en las políticas globales sobre seguridad atómica.
- Los reactores modernos VVER-1200 tienen sistemas automáticos capaces de enfriar el núcleo durante cinco días sin intervención humana—¡casi como una nevera inteligente!
¿Y si todo sale bien?
Si Kazajistán logra completar este ciclo nuclear con apoyo internacional, puede convertirse en referente regional. Ya lo es en producción de uranio; pronto podría exportar electricidad limpia e incluso tecnología nuclear a países vecinos. Todo ello bajo vigilancia constante: porque si algo nos enseñan Fukushima o Mayak es que la ciencia debe ir siempre acompañada por transparencia y responsabilidad global.
El futuro atómico kazajo está solo empezando. Y quién sabe: quizá dentro de unos años hablemos no solo de centrales gigantescas sino también de pequeños reactores repartidos por todo el país… o incluso faros nucleares restaurados dando luz donde nunca antes llegó.
