La hija de Carles Puyol (II)

Cada uno pone a sus hijos el nombre que le da la gana, no el nombre que le apetezca al vecino del sexto. Seguro que a usted le parece obvio salvo si tiene una enfermedad mental o si su degeneración ideológica le lleva al radicalismo.

El pobre Carles Puyol ha tenido la mala idea de llamar Manuela a su hija. Y le han llovido bofetadas nacionalistas desde todas las partes. Desde todas las partes del nacionalismo catalán, claro. ¿A quién se le ocurre llamar Manuela a una niña catalana pudiendo llamarla Mercè? O Neus. O Meritxell, pongamos. Pues simplemente a unos padres libres.

El nacionalismo catalán ya dio la nota cuando Jordi Pujol (esta vez con «J») criticó que hubiese tantas «Jennifer» en Cataluña. El nacionalismo catalán es inamovible y puñeteramente limitador de las libertades, al parecer. Conste, no obstante, que yo estaba de acuerdo con el expresidente, no me parece lógico ponerle a las pobres criaturas nombres extranjeros, ajenos a la realidad cultural en la que se van a mover… Qué estupidez poner Elisabeth a una niña nacida en el Cerrato castellano, por ejemplo.

Pero la realidad catalana es diferente. Bien que les pese a los nacionalistas, Cataluña nunca fue un Estado libre ni independiente, al contrario que Castilla, y hasta Franco les promocionó llevándose emigrantes de una Castilla empobrecida para poner en marcha la Seat. Franco puso fábricas donde no había mano de obra y no las puso donde sobraban brazos. ¡Qué perjuicio hizo Franco a Cataluña!

Si la realidad catalana previa a Franco no fuese suficiente, que lo es y mucho, bastaría echar un vistazo a la guía telefónica de Sabadell, por ejemplo, para conocer que es una región bilingüe, llena de López, González y Pérez, entre otros estrambóticos apellidos a ojos de los nacionalistas, en la que la gente puede usar, o debería poder, la lengua que le diese la gana. Todos ellos arrancados de Castilla gracias a que Franco decidió abandonar a Castilla y cubrir de industria a Cataluña. ¿Dónde están hoy las afamadas empresas textiles de Palencia, Béjar o Zamora?

Tengo la fortuna de vivir en la Castilla profunda, donde además de alguna Elizabeth o Jennifer hay abundancia de Jimenas, Marías y Rodrigos, lo que es un alivio para mis cansados tímpanos. Ah, sí, una vez, lo he comentado mucho, oí a un abuelo correr detrás de su nieto al grito indigno de «Kevin José, ven p’acá, coño».

Lo curioso del caso es que las iras nacionalistas no se han dirigido a otros futbolistas símbolo del catalanismo cuando han colocado a sus hijos nombres en inglés u otros idiomas foráneos… El problema no es sino el castellano, ahí les duele, el caso es que es la lengua hablado por millones de catalanes… Sólo es malo si es castellano; se acepta pulpo como animal de compañía, excepto si es castellano….

Cada uno pone a sus hijos el nombre que le da la gana, no el nombre que le apetezca al vecino del sexto. Seguro que a usted le parece obvio salvo si tiene una enfermedad mental o si su degeneración ideológica le lleva al radicalismo.

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Pedro de Hoyos

Escribir me permite disfrutar más y mejor de la vida, conocerme mejor y esforzarme en entender el mundo y a sus habitantes... porque ya os digo que de eso me gusta escribir: de la vida y de los que la viven.

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