Ciudadanos… ¿qué Ciudadanos?

Ciudadanos fue un buen invento. Necesario, muy necesario. En Cataluña, quiero decir. Vino a ocupar un papel de defensa de las instituciones y de España que el PP y el PSC no quisieron asumir. Por cobardía en un caso y por desinterés en el otro.

Ciudadanos fue un buen invento que tuvo mucha prisa en crecer y que no supo hacerlo ordenadamente. Admitió en sus filas a cualquiera. Sin que a nadie se le ocurriera analizar de dónde venía cada uno, qué ideología tenía cada grupúsculo localista al que admitía en sus filas. El caso era crecer, no importaba cómo.

Ahí tienen a la consejera de Igualdad, Políticas Sociales y Conciliación de la Junta de Andalucía, Rocío Ruiz que en 2013 ofendió a media Andalucía en un artículo en el que criticaba los valores de la semana santa con expresiones antirreligiosas y disparatadamente antipopulares, de pura fobia a sus conciudadanos. Algo aparentemente poco apropiado para un partido que ponía el acento de su actuación en su españolismo. En Ciudadanos todos tenían cabida y aunque nació como un partido antinacionalista, y ahí sigue, admitió en su seno a grandes nacionalistas radicales. Antiespañoles.

En Castilla y León tenemos dos ejemplos de personajes que renunciaron a sus planteamientos nacionalistas (no autonomistas ni regionalistas: soberanistas) con tal de seguir en la política, no eran nada o casi nada pero cambiaron radical y «expontaneamente» de opinión y Ciudadanos los admitió, “todo hace caja” debieron pensar.

En Caleruega, Burgos, hubo un alcalde por Tierra Comunera, un pequeño partido que a sus convenciones invitaba a Esquerra Republicaba de Cataluña y ahora va de la mano de “Compromís”. Tierra Comunera fue un partido que pudo ser muy interesante pero se quedó en irrelevante porque se fue quedando sin votos. Este alcalde me confesó personalmente en cierta ocasión cómo se reía de los que le pedían irritados que colgara la bandera de España en su pueblo. No, él no la colgaba, porque era “soberanista”. Bueno, pues es procurador en Cortes por Ciudadanos de Burgos. Ahora es antinacionalista de toda la vida. Por un plato de lentejas.

En Palencia otro antiguo miembro de Tierra Comunera es diputado provincial por Ciudadanos. Nacionalista radical reconvertido en antinacionalista y admitido en Ciudadanos sin que interesara su ideología. En cierta ocasión hablaba yo con él de que Santiago Carrillo, allá en los inicios de la transición colocó la bandera de España (“la monárquica” para entendernos) en sus mítines. El de Palencia nunca haría eso, no. Al hoy diputado provincial antinacionalista le parecía una aberración colgar la bandera de un Estado que oprimía a su patria castellana. Porque él era de Tierra Comunera. Todavía recuerdo, lo tengo muy bien grabado en mi memoria, cómo me llamó la atención la virulencia de sus palabras, la agresividad, el resquemor. ¿O era más? Hoy es diputado provincial por antinacionalista. ¿Ciudadanos?

Rocío Ruiz que en 2013 ofendió a media Andalucía en un artículo en el que criticaba los valores de la semana santa con expresiones antirreligiosas, antitradicionales y disparatadas es hoy consejera de una cosa muy larga, rimbombante y fatua. En Ciudadanos todo vale, todos son bienvenidos. Sin preguntas, como en la legión.

Todo el mundo tiene derecho a cambiar de opinión en la vida, pero cuando se convierte en representante público tras haber dado un giro de 180 grados hay que preguntarse por la brusquedad de tal cambio. Por la limpieza del cambio. Porque a un servidor público se le han de pedir cuentas de sus veleidades. Por su honestidad. Si su pensamiento es consecuente. ¿Cuándo eran dignos de creer, antes o ahora? ¿Son de fiar?

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Pedro de Hoyos

Escribir me permite disfrutar más y mejor de la vida, conocerme mejor y esforzarme en entender el mundo y a sus habitantes... porque ya os digo que de eso me gusta escribir: de la vida y de los que la viven.

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