En pleno mes de agosto, el calor aprieta a ambos lados del Mediterráneo y los líderes políticos se toman un respiro.
Pero mientras Giorgia Meloni elige perderse por la campiña italiana pagando de su propio bolsillo cada noche de hotel, Pedro Sánchez opta por el refugio (y los recursos públicos) de La Mareta en Lanzarote. Dos estilos, dos mensajes y un contraste que no pasa desapercibido ni para los ciudadanos ni para la prensa europea.
A día de hoy, 27 de agosto de 2025, las imágenes y relatos que llegan desde Italia muestran a Meloni caminando por las calles del sur, saludando vecinos y frecuentando comercios locales. No hay blindaje especial ni despliegues desmesurados de seguridad.
La mandataria italiana ha vuelto a elegir la región de Apulia (Puglia) como destino familiar; allí ha pasado varios veranos consecutivos, siempre huyendo del bullicio romano y sin recurrir a residencias oficiales.
Este año, su refugio parece ser una villa privada en el valle de Itria, cerca de Locorotondo, donde descansa junto a su hija Ginevra, su expareja Andrea Giambruno y su amigo Marcello Gemmato, subsecretario de Salud.
La sencillez como declaración política
No es la primera vez que Meloni opta por unas vacaciones austeras. Desde que accedió al cargo, mantiene la costumbre de pagar sus estancias vacacionales con su propio salario. Ni fondos públicos, ni residencias estatales: la dirigente italiana se aloja en casas rurales cuya tarifa ronda los 1.300 euros por noche, costeados íntegramente por ella misma. Este detalle no es menor en un contexto europeo donde los privilegios institucionales suelen estar a la orden del día.
Entre las anécdotas más comentadas este verano figuran sus paseos anónimos por Apulia y su empeño en mezclarse con la gente del lugar. Lejos de cámaras oficiales o posados preparados, Meloni disfruta del contacto directo con los ciudadanos. En redes sociales abundan vídeos y fotografías tomadas por espontáneos: “Se lo paga ella, no cierra playas, no hay despliegue policial ni restricciones”. Un gesto que muchos interpretan como una declaración política frente a la tradicional distancia entre gobernantes y gobernados.
La Mareta: lujo costeado por todos
El caso español no podría ser más distinto. Pedro Sánchez vuelve a elegir La Mareta para sus vacaciones estivales: una espectacular residencia en Lanzarote perteneciente al Patrimonio Nacional, mantenida íntegramente por los contribuyentes españoles. Aquí se rompe cualquier paralelismo con Italia: el presidente español disfruta del inmueble acompañado de su familia—incluidas sus hijas Ainhoa y Carlota, su esposa Begoña Gómez y sus padres—sin tener que pagar ni un solo euro de su salario personal.
Lo relevante no es solo el uso de un bien público; es también el secretismo sobre los costes totales y el fuerte despliegue de seguridad que rodea cada año la estancia presidencial. Solo en gastos oficiales en comida y bebida durante las vacaciones del presidente y sus acompañantes se han destinado más de 44.000 euros entre 2022 y 2024. Moncloa trata estos datos con notable opacidad, pero las cifras oficiales publicadas vía Portal de Transparencia son elocuentes: unos 15.000 euros anuales únicamente en manutención durante las semanas estivales.
La residencia queda blindada para cualquier curioso o vecino local durante esos días; nada que ver con los paseos relajados entre viandantes que protagoniza Meloni en Italia.
Contrastes que saltan a la opinión pública
Este contraste ha desatado un vivo debate en España sobre la ejemplaridad pública y el uso racional de recursos estatales. Los críticos reprochan a Sánchez no solo el gasto sino también la distancia física —y simbólica— respecto a los ciudadanos durante sus vacaciones. Mientras tanto, las imágenes virales de Meloni saludando tenderos o visitando mercados alimentan un relato muy diferente: el líder cercano frente al gobernante apartado tras muros institucionales.
El asunto va más allá del gasto; es una cuestión de estilo político:
- Meloni promueve una imagen de sencillez personal e integración social.
- Sánchez refuerza la percepción de privilegio institucional y desconexión ciudadana.
- En Italia no existen polémicas sobre destinos presidenciales porque ni siquiera existen residencias oficiales para estos menesteres.
- En España cada verano se reabre la controversia sobre el uso exclusivo —y excluyente— de La Mareta.
Incluso otros mandatarios europeos optan por fórmulas menos onerosas: Sergio Mattarella, presidente italiano, ha preferido este año las montañas del Trentino para descansar con absoluta discreción.
Curiosidades estivales
- La villa rural elegida por Meloni en años anteriores pertenece a un enclave histórico famoso por sus trulli—casas cónicas patrimonio mundial—y una gastronomía local que haría las delicias hasta del político más estresado.
- En redes sociales circula una broma recurrente: “Mientras unos pasean entre olivos centenarios pagando cada espresso, otros descansan rodeados de escoltas costeados por todos”.
- Los residentes habituales de Lanzarote ya han apodado a La Mareta como “el fortín veraniego”, dada la imposibilidad de acercarse siquiera a sus inmediaciones durante agosto.
- En Italia es habitual ver a políticos mezclarse con vecinos durante las vacaciones; incluso exmandatarios como Matteo Renzi acostumbraban dejarse ver sin escoltas ni protocolos especiales.
En definitiva, mientras Giorgia Meloni cultiva la imagen de dirigente accesible y pagadora fiel de sus propios caprichos estivales, Pedro Sánchez sigue apostando por un verano blindado tras los muros dorados del Estado… aunque siempre le quedará el consuelo de no tener que preocuparse por la cuenta al marcharse.
