NEUROTECNOLOGÍA Y AVANCES EN IA EN 2025

¿Pueden ya los Servicios Secretos leer la mente humana mediante la inteligencia artificial?

Las interfaces cerebro-máquina y la inteligencia artificial están más cerca que nunca de descifrar nuestros pensamientos y emociones

Inteligencia Artificial y cerebro humano
Inteligencia Artificial y cerebro humano. PD

Desde las páginas de novelas futuristas hasta los guiones de Hollywood, la lectura de la mente siempre ha fascinado a la Humanidad.

Pero hoy, la ciencia y la tecnología han decidido dejar de lado el misterio para empezar a desentrañar ese gran enigma: ¿podemos realmente saber lo que otro piensa usando inteligencia artificial?

La respuesta, lejos de ser un simple “todavía no”, es mucho más interesante: estamos cada vez más cerca, y los últimos avances en IA y neurotecnología así lo demuestran.

El punto de partida está en las interfaces cerebro-máquina (BCI), sistemas capaces de captar y traducir la actividad eléctrica del cerebro en señales digitales.

Los electrodos recogiendo ondas cerebrales ya no son cosa exclusiva de laboratorios secretos o personajes de cómic; forman parte de una revolución tecnológica que puede cambiar nuestra comunicación y, por qué no, nuestra forma de entendernos a nosotros mismos.

IA: el traductor universal del pensamiento

El verdadero salto lo da la inteligencia artificial. Procesar la maraña compleja de señales que genera el cerebro humano sería imposible sin algoritmos capaces de detectar patrones ocultos. Aquí entran en juego el aprendizaje automático y las redes neuronales profundas, que permiten a las máquinas aprender cómo se manifiestan los pensamientos, deseos o imágenes mentales en el cerebro.

Estos modelos no solo identifican cuándo alguien quiere mover un brazo. Van mucho más allá: científicos han conseguido que sistemas basados en IA traduzcan actividad cerebral en frases completas o reconstruyan imágenes que una persona está visualizando mentalmente. Hace una década esto parecía pura magia; hoy es una realidad experimental con resultados sorprendentes.

Uno de los avances más llamativos lo ha conseguido Meta con su sistema Brain2Qwerty, capaz de convertir pensamientos en texto con hasta un 80% de precisión durante pruebas con voluntarios. La persona piensa una palabra, y el sistema –a través de sensores especiales– la transcribe directamente al ordenador. Aunque por ahora requiere equipos costosos y cierto grado de inmovilidad, marca un antes y un después para quienes tienen dificultades para hablar o moverse.

Además, cada cerebro es distinto; como si fueran huellas dactilares únicas. Por eso, los algoritmos se entrenan individualmente para cada usuario, aumentando así la precisión del “descifrado” mental. Esto abre un abanico de posibilidades tan amplio como inquietante.

Más allá del control: deducir intenciones y emociones

La nueva generación de IA no solo aspira a traducir palabras o imágenes. Proyectos como Genius, desarrollado por Verses AI, buscan imitar el propio modo en que pensamos y sentimos. Genius utiliza principios inspirados en el cerebro humano –como la inferencia activa– para razonar y anticipar intenciones antes incluso de que se expresen físicamente.

Según sus creadores, Genius puede detectar emociones y deducir estados mentales a partir del análisis del entorno y las señales cerebrales. Esto significa que podría “intuir” lo que queremos o sentimos antes incluso de ponerlo en palabras. Su eficiencia energética permite ejecutarlo incluso en dispositivos móviles sin necesidad de superordenadores o servidores remotos.

No es casualidad que varios expertos comparen estas nuevas IA con áreas clave del cerebro como la corteza prefrontal, responsable de regular funciones ejecutivas tan humanas como la planificación o el control emocional. Así, hablar con una máquina podría parecerse cada vez más a hablar con una persona real… aunque sin café ni chistes malos (por ahora).

¿Y todo esto para qué?

Las aplicaciones prácticas son tan prometedoras como variadas:

  • Comunicación aumentada: Personas con parálisis podrían comunicarse directamente desde su pensamiento.
  • Neurorehabilitación: Controlar prótesis robóticas con la mente para devolver movilidad.
  • Entretenimiento inmersivo: Juegos donde tu estado emocional cambie el desarrollo.
  • Atención personalizada: Sistemas inteligentes capaces de anticiparse a tus necesidades.

El impacto económico es considerable: desde gigantes tecnológicos como Meta hasta startups especializadas compiten por liderar esta nueva frontera digital. No solo se trata de crear herramientas útiles; también hay un enorme mercado potencial en salud, educación, seguridad y ocio.

Los desafíos éticos y sociales no se quedan atrás

Claro está, no todo es entusiasmo geek ni titulares futuristas. La posibilidad real (o cercana) de leer pensamientos plantea preguntas sobre privacidad, consentimiento y protección de datos personales. ¿Quién controla esa información tan íntima? ¿Cómo garantizar que nadie utilice estos sistemas para manipularnos o espiarnos?

El debate está servido y requiere nuevas leyes y marcos éticos adaptados a esta era digital. El acceso desigual a estas tecnologías podría agravar brechas sociales si solo unos pocos pueden permitirse sus beneficios.

Avances recientes en IA: 2025 marca tendencia

La capacidad de interpretar pensamientos humanos no es el único gran salto que ha dado la IA este año:

  • Modelos multimodales procesan texto, imagen, audio y vídeo casi al nivel humano.
  • Asistentes autónomos pueden gestionar tareas cotidianas sin supervisión directa.
  • Diagnóstico médico asistido por IA acelera detección precoz de enfermedades.
  • Robots humanoides colaboran ya en entornos domésticos e industriales.
  • Asistentes emocionales reconocen estados afectivos para personalizar interacciones.

Esta aceleración demuestra que la inteligencia artificial está dejando atrás el estatus de promesa futura para convertirse en protagonista central del presente.

El futuro inmediato: ¿ciencia ficción o ciencia aplicada?

En resumen: leer la mente mediante inteligencia artificial ya no es solo material para novelas distópicas o series populares. Es una realidad incipiente que avanza rápido gracias al matrimonio entre neurociencia e IA avanzada. Quedan obstáculos técnicos, legales y éticos importantes por resolver, pero parece cuestión de tiempo (y quizá menos del que creemos) que podamos compartir pensamientos… sin abrir la boca.

Por ahora, tranquilos: todavía podéis mantener vuestros secretos más vergonzosos a salvo. Pero quién sabe si dentro de unos años bastará con pensarlos para que aparezcan escritos ante vosotros… O ante alguien más curioso (y digital) de lo recomendable.

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