El universo artístico siempre ha sido un escenario de delitos y misterio. La devoción por las obras maestras a menudo se convierte en un caldo de cultivo para crímenes. Recientemente, un robo en el Museo del Louvre ha conmocionado a la sociedad, pero en España hay otro caso que marcó un hito: el robo del Tesoro del Delfín en el Museo del Prado.
Este acontecimiento, que tuvo lugar en 1918, no solo puso de manifiesto las carencias en la seguridad de los museos, sino que también fue resuelto gracias a un pionero de la ciencia forense en España, al que se le apodó como el ‘Sherlock Holmes’ español.
El robo del Tesoro del Delfín fue una operación audaz que dejó al Museo del Prado sin 18 piezas valiosas de orfebrería, pertenecientes al Gran Delfín de Francia.
La investigación estuvo a cargo del comisario Rafón Fernández Luna, apodado erróneamente como el famoso detective creado por Arthur Conan Doyle.
Tras indagar, descubrió que el principal responsable era Rafel Coba, un empleado del museo que había colaborado con varios celadores y un platero para llevar a cabo el atraco. Aunque muchas de las piezas fueron recuperadas, once jamás volvieron a aparecer y otras treinta y cinco sufrieron daños significativos al ser despojadas de sus adornos dorados y piedras preciosas. Este escándalo no solo provocó la dimisión del director del museo, sino que también impulsó una revisión exhaustiva de las medidas de seguridad.
Años después, otro intento de robo en el Museo del Prado -en 1961- terminó de manera insólita. Un ladrón trató de acceder al edificio por el tejado durante unas obras de remodelación, pero su plan se frustró cuando cayó al vacío y resultó gravemente herido. En su bolsillo hallaron una nota con exigencias para la devolución de las obras, lo que revelaba su intención de chantajear. Aunque este episodio no tuvo la resonancia del robo del Tesoro del Delfín, expuso nuevamente las falencias en la seguridad del museo.
El robo del Tesoro del Delfín y su impacto en el Museo del Prado
Desde su apertura en 1819, el Museo del Prado ha representado un pilar cultural y artístico fundamental en España. Sin embargo, durante el siglo XIX y gran parte del XX, enfrentó una situación precaria marcada por recursos limitados y sistemas de seguridad ineficaces. El robo del Tesoro del Delfín en 1918 fue un toque de atención que llevó a mejorar las condiciones de protección y a implementar medidas más efectivas para salvaguardar las obras. A pesar de que se recuperaron muchas piezas, las repercusiones fueron profundas; no solo causaron la dimisión del director, sino también una reacción pública significativa ante la imperiosa necesidad de reforzar la seguridad en los museos.

El Tesoro del Delfín en el Museo del Prado. Foto: Wikipedia
El comisario Rafón Fernández Luna, erróneamente apodado ‘Sherlock Holmes’ español, se convirtió en pionero dentro de la ciencia forense española. Su labor en el caso del fue crucial para desentrañar cómo operaban los delincuentes y llevar a cabo sus arrestos. La investigación incluyó inspecciones minuciosas de la escena donde ocurrió el crimen, levantamiento de huellas dactilares y documentación fotográfica. Todo esto culminó con la identificación efectiva de los culpables.
Su impacto en la seguridad de los museos
El robo del Tesoro del Delfín junto con otros intentos fallidos dentro del Museo del Prado ha dejado una huella importante respecto a la seguridad. Con los años, el museo ha fortalecido sus protocolos protectores para prevenir nuevos atracos y asegurar mejor la conservación de sus valiosas obras. Actualmente, la colección original se exhibe tras una vitrina segura dentro del edificio Villanueva como testimonio histórico y recuerdo vivo uno de los robos más notorios relacionados con el arte en España. Este episodio ha servido como referencia clave para establecer estándares seguros no solo nacionalmente sino también internacionalmente.
El suceso puso al descubierto las vulnerabilidades existentes dentro de la seguridad museística y resaltó la necesidad apremiante por mejorar estos sistemas protectores. Gracias al trabajo diligente realizado por Fernández Luna se lograron recuperar gran parte de las piezas sustraídas y se establecieron nuevas condiciones más seguras para preservar tanto arte como historia.
