También Jesús predicó la conversión y lo hacía desde la cercanía con los pecadores y necesitados; de este modo les manifestaba el amor de Dios. Todos se sentían amados por el Padre a través de él
(Jesús Bastante).-«¿Creemos esto o no? ¿Creeis en esto o no? Menos aplausos y más voces, ¿creéis o no? Es así. Es Jesús quien nos invita a cambiar de vida«. El Papa Francisco está resfriado, su tos interrumpe varias veces su discurso, pero también los aplausos del gentío que, una vez más, se ha dado cita en la plaza de San Pedro.
Audiencia especial con motivo del Año Jubilar. Decenas de miles de personas abarrotan la plaza de San Pedro para la audiencia especial de junio con motivo del Jubileo de la Misericordia. Hace calor en Roma, y el Papa se muestra más «Bergoglio» que nunca.
De entrada, hace subir a tres niños en el papamóvil, y ejerce de perfecto anfitrión ante ellos, enseñándoles por dónde pasean, seguramente explicándoles por qué hace tal o cual cosa. No hay que explicar nada cuando se detiene a saludar y abrazar a un joven discapacitado, y se entretiene charlando con él, y bendiciéndole, mientras la orquesta toca a ritmo de fiesta.
En sus palabras, Francisco habla de las últimas apariciones de Jesús a sus discípulos, «en las que el Señor indica el contenido fundamental de la predicación que los apóstoles deberán llevar al mundo». ¿Cuáles son? «Se sintetizan con dos palabras: conversión y perdón de los pecados. Son dos aspectos cualificados de la misericordia de Dios, que nos cura con su amor».
«¿Qué es la conversión?«, se preguntó el Papa. «Está presente en toda la Biblia, especialmente en la predicación de los profetas, que invitan continuamente al pueblo a retornar al Señor, pidiéndole perdón y cambiando el estilo de vida«. Porque «convertirse significa cambiar la dirección de marcha y volver al Señor, basándose en la certeza de que su amor siempre es fiel. Regresar al Señor«.
«El Señor ha hecho de la conversión la primera palabra de su predicación. Convertíos y creed en el Evangelio«, subrayó Bergoglio. «Con este anuncio él se presenta al pueblo, para que acoja su palabra, la última y definitiva». Una predicación en la que «Jesús insiste en la dimensión interior de la conversión. Toda la persona está implicada para crear una criatura nueva, una persona nueva. Cambia el corazón, y se renueva»
«Cuando Jesús llama a la conversión, no juzga primero a la persona, sino que se acerca. La misericordia ha venido con su presencia amable, que nos envuelve en nuestra historia de salvación», proclamó el Papa, quien añadió que «Jesús persuadía a la gente con la amabilidad, con el amor, y con su comportamiento tocaba en lo profundo del corazón de las personas, y se sentían atraídos por el amor de Dios, y cambiaban de vida. Por ejemplo, la conversión de Mateo o de Zaqueo,vienen de este modo: se han sentido amados por Jesús».
«La verdadera conversión viene cuando acogemos el don de la gracia», apuntó. Y preguntó a los fieles presentes en San Pedro. «¡Cuántas veces sentimos la exigencia de un cambio que comporta toda nuestra persona! ¡Cuántas veces pensamos que debemos cambiar, que no podemos seguir así, que nuestra vida, por ese camino, no dará fruto, será inútil, no seremos felices….!».
«Jesús, junto a nosotros, con la mano tendida, viene hacia nosotros. El trabajo lo hace Él: Yo te cambiaré la vida, yo te haré feliz ¿Creemos esto o no? ¿Creeis en esto o no? Menos aplausos y más voces, ¿creéis o no? ¡Es así! Es Jesús quien nos invita a cambiar de vida», incidió, terminando su alocución pidiendo a los fieles que «sigamos su invitación, no pongamos resistencia, solo si nos abrimos a su misericordia encontramos la verdadera vida y gloria. Sólo abre la puerta, y él hará el resto. Os lo aseguro, seremos muy felices«.
Saludo del Papa en español:
Queridos hermanos y hermanas
Jesús se manifestó después de su resurrección varias veces a sus discípulos y les indicó que la predicación se debía centrar en el «perdón de los pecados» y en la «conversión». Esta última, la conversión, está presente en toda la Sagrada Escritura. Para los profetas, convertirse significa cambiar de rumbo para volver de nuevo a Dios.
También Jesús predicó la conversión y lo hacía desde la cercanía con los pecadores y necesitados; de este modo les manifestaba el amor de Dios. Todos se sentían amados por el Padre a través de él y llamados a cambiar vida.
La auténtica conversión se produce cuando experimentamos en nosotros el amor de Dios y acogemos el don de su misericordia; y un signo claro de que la conversión es auténtica es cuando caemos en la cuenta de las necesidades del prójimo y salimos a su encuentro para ayudarle.
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Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica. Que el Señor Jesús nos conceda la gracia de la auténtica conversión de nuestra vida. Si nos abrimos a la misericordia de Dios, encontraremos la verdadera alegría del corazón. Muchas gracias.