Francisco Muro de Iscar – México: ricos, pobres y violentos


MADRID, 14 (OTR/PRESS)

El hombre más rico del mundo, Carlos Slim, el amigo de Felipe González, que como él mismo acaba de decir no es millonario porque no quiere, es ciudadano del país donde la pobreza y la violencia tienen carta de naturaleza, México. Este gran país, rico, emprendedor, fuerte, tiene una de los récords más lamentables: una de sus ciudades, Ciudad Juárez, tiene el índice de criminalidad más alto del mundo, y aunque el presidente ha mandado allí al Ejército para recuperar no sólo el orden público y la seguridad, sino la dignidad del país y de sus gentes, también el Ejército y el Gobierno han fracasado. Más de 350 víctimas en lo que va de año y miles y miles en los últimos diez o quince años, hablan de un territorio sin ley. O peor, bajo la ley del crimen organizado.

Los obispos mexicanos han hecho público un duro documento en el que denuncian que el crimen organizado, en sus distintas modalidades, ha infiltrado a las empresas, grandes o pequeñas, a grupos y asociaciones civiles y hasta al Gobierno y al Estado en todos sus diferentes niveles de actividad. La Policía corrupta y el Ejército impotente ofrecen un balance terrible que afecta especialmente a las mujeres, niñas o adultas, a los adolescentes, pro también a toda la población. Todavía está reciente el asesinato salvaje, por un comando armado, de quince adolescentes que celebraban un cumpleaños. No había motivos. El presidente de México llegó, incluso, a calificar el asunto como «un ajuste de cuentas entre criminales» para rectificar después ante la evidente inocencia de los jóvenes. Más grave aún que eso es que el Ejército tuviera noticias previas del hecho y no impidiera que el comando actuara.

Los obispos mexicanos han señalado que les interpela «el dolor y la angustia, la incertidumbre y el miedo de tantas personas» y lamentan tanto «los excesos en algunos casos, en la persecución de los delincuentes» como «el deseo de venganza y de justicia por propia mano» que está brotando de la indignación y el coraje, la rabia, el odio y el rencor de muchos. Pablo Romo, en un excelente reportaje en Vida Nueva, denuncia también que en algunas partes del país, no sólo en Ciudad Juárez, se contratan guardaespaldas y hasta grupos armados que cometen «crímenes preventivos» en orden a lo que denominan «limpieza social». Yo le he escuchado directamente a la excepcional Marisela Ortiz, una de las fundadoras de la ONG «Ella vuelve a casa», lo que es el miedo, la indignación, la rabia no sólo porque sucedan estos hechos, sino, sobre todo, porque ese país grande que es México, lo tolere, lo permita y en muchos casos sea cómplice de esta tragedia inconcebible en un país moderno y democrático en pleno siglo XXI. Tan grave como la sangre derramada es la impunidad de los asesinos. Eso es lo que debe interpelar a todo un pueblo. A todos nosotros. [email protected]

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