Y esta España, que parecía que ya no era lorquiana, sigue siéndolo, El asta del cornúpeta de la codicia, de las ansias de poder, de la corrupción, de la mentira instituida ha corneado, una vez más su ingle.
Eran las cinco en punto de la tarde y Sánchez no había comido. Su barriga vacía no le impidió ponerse, a las cinco en punto de la tarde a justificar lo injustificable, a explicar lo inexplicable, mientras la ingle de nuestra España ya sentía el roce del asta del cornúpeta corrupto, vil y marrajo de un gobierno que, como toro abanto, al tiempo que violento, lleva años hurgando en las ingles de España.
A las cinco en punto a la sombra, Sánchez, volvió de la OTAN enarbolando el pendón de la victoria y nos espetó a los ciudadanos que había puesto de rodillas a Rutte y a Europa que le permitirían no llegar al 5%. A los cinco minutos en punto después, Rutte le desmentía.
Eran las cinco en punto al sol del barrio de La Prosperidad, barrio de exclusividades, cuando Ana Belén, la musa de las izquierdas, la niña del payaso Zampo se repetía a sí misma: “No sé, no sé” sobre las marranadas, las corruptelas, los robos y el transporte de putas en furgonetas. “No sé, no sé” se repetía buscando algo con lo que santificar a sus amadas izquierdas símbolo de todos los bienes sin mezcla de mal alguno. Y con ella se preguntaban los de la mamandurria cinematográfica arqueando la ceja con un ¡No puede ser! ¡Las izquierdas no roban! ¡Ni son prostibularias!
El juez Peinado, apretándose los machos en esa hora taurina de las cinco en punto de la tarde, con valor de torero bragao y sin temor a los toros marrajos, le hace una faena memorable al ministro Bolaños para pedir al Tribunal Superior la imputación del presunto mentiroso y malversador ministro. A la faena le falta entrar a matar, pero eso no lo decide el juez Peinado.
A las cinco en punto de la tarde el toro de la amnistía mugía en el corralón del Constitucional. Esperaba salir nada más los togados hicieran sonar los timbales y los clarines de su ignominia. ¡A la ingle! ¡a la femoral de España! Un costurón de traición abrió las carnes de la Constitución. A las cinco en punto la sangre, la gangrena y la traición se extendieron por el coso taurino de una España herida. El calor, el olor y la podredumbre recorrían todos los tendidos de la plaza. La sangre a borbotones manaba del cornalón que los togados – como toros marrajos, abantos y cobardes – le habían producido a España. Campanas de yodo y arsénico, de cobardía y desvergüenza sonaron sin que nadie las tocara al comprobar desde sus atalayas, como siendo los guardianes de la Constitución, le han abierto las ingles en una faena sucia, llevados de su ambición y su cobardía.
España está herida, lleva años sufriendo heridas en sus ingles. Heridas de toros corruptos, marrajos, traidores, abantos, puteros, podridos por la ambición de poder. Toros lorquianos por su maldad y por su hipocresía. España está herida. Un niño trae una sábana blanca para que, a la hora de su muerte, a las cinco en punto de la tarde, le sirva de sudario. España está herida:
Sus heridas quemaban como soles /, a las cinco de la tarde / Y el gentío rompía las ventanas / a las cinco de la tarde / ¡Ay, que terribles cinco de la tarde! / ¡Eran las cinco en todos los relojes! / ¡Eran las cinco en sombra de la tarde!
MAROGA
