Enemigo de los preservativos y amante de las jovencitas

Los hijos del señor obispo

Según se ve, lo suyo no es pecado continuo, al no haberse divorciado y vuelto a casar por lo civil

El obispo Lugo, paseando a unos amigos
El obispo Lugo, paseando a unos amigos. PD

El origen de la privación de la Eucaristía [Comunión] a los católicos divorciados que han podido rehacer sus vidas mediante el matrimonio civil [los llamaremos DRNF], estriba en que los obispos ven en ellos un pecado, o delito, continuado por una práctica sexual que se presupone cuasi continua, en su pecaminosa relación fruto de su nuevo matrimonio civil; y lo bien cierto es que ¡qué más quisieran! algunos y algunas que dicha práctica sexual fuese tan continua y abundante como los señores obispos presumen. A eso le llamo yo tener la mirada sucia.

Sin embargo, se ignora farisaicamente otros pecados continuos, como el de obligar a jurar al prójimo, la usura, la simonía del estipendio eclesiástico, o el maltrato machista, físico o psicológico dentro del matrimonio católico, sin privar por ello de la Eucaristía a aquellos que cometen a diario tales pecados. Tampoco se priva de la Eucaristía a aquellos casados que tienen novia fija, pero que los domingos -y fiestas de guardar- van con su mujer oficial a misa, no cortándose un duro a la hora de ponerse en la cola para comulgar. O aquellos otros que no tienen novia -como no sea pagando- y que dedican un día fijo de la semana a financiar el oficio más viejo del mundo, de una manera continua mientras la cartera y la próstata aguanten.

Tampoco se le da carácter de pecado continuo cuando es un sacerdote el que está conviviendo con una mujer. Lejos de ser suspendido “a divinis” ipso facto, el sacerdote no solo comulga, sino que además sigue consagrando y celebrando misa. Entonces lo que se le recomienda es que -sin prisas- se plantee formalizar su relación. En ese sentido, Benedicto XVI escribió:

«Cuando un sacerdote vive con una mujer, se debe examinar si podrían constituir un buen matrimonio. Si ése es el caso, ellos deben seguir ese camino» [BENEDICTO XVI “Luz del Mundo”, 2010, p. 39].

Vamos, que cuando el amancebamiento lo práctica un sacerdote -según parece- no existe ni pecado continuo ni escándalo. ¡Faltaría más! Claro que también -para acabarlo de arreglar- Benedicto XVI añadió: «La Iglesia no está aquí para colocar cargas sobre los hombros de la humanidad, y ella no ofrece algún [ningún] tipo de sistema moral» [BENEDICTO XVI “Luz del Mundo”, 2010, p. 176]

Sin embargo sí que se priva de la Eucaristía, a personas fieles a sus esposas y padres ejemplares, como son muchos de los DRNF, y ello por el gran ´pecado continuo´ de no haber pasado a cotizar por la taquilla del Tribunal de la Rota, aunque mejor cabría decir de la Pota, que es de lo que dan ganas, de potar hasta la primera papilla. ¡Fariseos!

Pues bien, sin querer entrar a analizar el significado de las palabras de Benedicto XVI cuando dice que «… y ella [la Iglesia Católica] no ofrece algún tipo de sistema moral», sí que voy a dedicar unas líneas al caso del obispo de la Iglesia Católica, el paraguayo Fernando Lugo.

Este personaje ha sido ejemplarmente obediente a la hora de cumplir con su voto de celibato así como, siguiendo la directriz vaticana, de no hacer uso del preservativo, vulgo condón.

El resultado, a su disciplinada y ejemplar conducta, se ha traducido en un aumento de las madres solteras en Paraguay, a lo cual y siguiendo la recomendación de Benedicto XVI, otro obispo católico, le recomendó al “casanova paraguayo” que se casase para atenuar el escándalo que le envuelve y para que consiga paz consigo mismo.

«Lugo sabe lo que tiene que hacer, y entre esas cosas debe pensar en la posibilidad de casarse, formar un hogar con una de ellas», expresó a la televisión monseñor Claudio Giménez, obispo titular de la diócesis de Caacupé, en referencia a las tres mujeres que hasta ahora han alegado que han tenido un hijo con Lugo.

El prelado manifestó que el casamiento «le va a traer paz y tranquilidad, va a aquietar las aguas».

«La paz y tranquilidad» será para la Iglesia Católica, así como para la elegida como novia en la boda, y a lo mejor hasta para el propio obispo Lugo. ¿Pero qué paz y tranquilidad van a tener el resto de madres solteras, y sus hijos, que deja en la calle el obispo ´picarón´? ¡Vaya cinismo!

Pero veamos ahora, con más detalle, el culebrón del prelado picarón. Si se pierde por el camino, es normal, porque la historia es un tanto espesa y embrollada. Veamos.

El obispo enemigo de los preservativos y amante de las jovencitas, se enfrenta a reclamos de paternidad de mujeres que afirman haber tenido relaciones sexuales con él, cuando se desempeñaba como obispo de San Pedro, distante a 400 kilómetros al norte, en el departamento más pobre del país. El obispo Fernando Lugo reconoció a un niño, Guillermo Armindo, hijo de Viviana Carrillo Cañete. En una demanda, que retiró posteriormente, ésta relató que mantenía relaciones con Lugo desde los 16 años. Otras dos mujeres le reclaman reconocimiento de paternidad.

Una de ellas, Benigna Leguizamón, le puso una querella para exigirle la prueba de ADN. Afirma que su hijo, Lucas Fernando, es su hijo. El niño nació cuando trabajaba como limpiadora en la diócesis de San Pedro, centro, la región más pobre del país, en donde Lugo fue obispo entre 1994 y 2006.

Una tercera, Damiana Hortensia Morán, también anunció que lo querellará para que reconozca a su hijo Juan Pablo. Gran sorpresa causó en los medios de prensa nacionales de Paraguay, la aparición de una “nueva” hija no reconocida del presidente Fernando Lugo, Fátima Rojas.Fátima, quien se supo, es la “hija preferida” del ex obispo de San Pedro, es hija de Teresita de María Rojas Garceta, quien además es madre de Liza Barriera, pareja de Juan Arrom, involucrado en el secuestro de la empresaria Edith de Debernardi, y su hermana María Belén Rojas, cuya paternidad se atribuye al amigo de Fernando Lugo, Fulgencio ‘Kencho’ Rodríguez, asegura una investigación realizada, por aquel entonces, por la periodista Mabel Rehnfeldt. La existencia de otra hija, fue denunciada por la sobrina del presidente, Mirta Maidana, en el diario La Nación. Menudo culebrón.

Claro que el problema del obispo Fernando Lugo es con cuál de todas las mujeres con las que ha tenido hijos, es con la que se tiene que casar. Obviamente, al obispo Fernando Lugo la Iglesia Católica no le priva de poder recibir la Sagrada Eucaristía, tal como sucede con los DRNF.

Según se ve, lo suyo no es pecado continuo, al no haberse divorciado y vuelto a casar por lo civil, que a lo que parece es uno de los peores pecados. De hecho, el obispo Fernando Lugo puede -aunque no debe- celebrar la Santa Misa, así como consagrar el pan y el vino.

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Autor

Antonio Gil-Terrón Puchades

Antonio Gil-Terrón Puchades (Valencia 1954), poeta, articulista, y ensayista. En la década de los 90 fue columnista de opinión del diario LEVANTE, el periódico LAS PROVINCIAS, y crítico literario de la revista NIGHT. En 1994 le fue concedido el 1º Premio Nacional de Prensa Escrita “Círculo Ahumada”. Ha sido presidente durante más de diez años de la emisora “Inter Valencia Radio 97.7 FM”, y del grupo multimedia de la revista Economía 3. Tiene publicados ocho libros, y ha colaborado en seis. Actualmente escribe en Periodista Digital.

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