Un torpe Feijóo, siempre sumiso,
su apoyo, ya es costumbre, le ha ofrecido
al Pesoe. Y Sánchez se ha reído
de este perfecto imbécil cuánto quiso.
Votó en contra de aquél que ve su piso
asaltado; y a favor del bandido
ahora, en propietario, convertido.
Como el otro, ha aceptado el compromiso
de darle al Pe-ene-uve un edificio
bajándose, otra vez, los pantalones.
Tuvo, además, que hacer el sacrificio
de bajar algo menos las pensiones.
Y, ya, por completar todo el servicio,
sufrió hacer al transporte concesiones.
Se busca en qué es, del otro, diferente;
averiguar a qué juega esta gente.
