Todos los días a la hora de los telediarios aparece una isla donde parecen vivir cercados los monos imputados. La culpa la tienen los medios y los poderes económicos que pagan la emisión.
Los medios simulan denunciar diariamente los increíbles sucesos que tienen lugar en esta isla y en realidad contribuyen a la perpetuación de los hechos que denuncian, de los que sólo les interesa su audiencia, aunque a los poderes que les pagan les interesa alguna más.
Una cosa es un watergate para derrocar a un primate usurpador al que nada le consta y otra crear un fango de cultivo para que chapoteen diariamente los monos en la ciénaga, sólo para vender y regodearse, sin contribuir al interés general.
¿Cuando se retira aquí del escenario el mono concursante? ¿Van a colgar a Mazón después de una Inquisición que haría reir a Torquemada tras meses de escarnio en lugar de haber exigido su salida inmediata como la del presidente por haber dejado morir a los españoles sin enviar al ejército como estaba en su mano?
El mandril del culo rojo con sus saltos trepidantes de rama en rama de la corrupción muestra una cara dura que no puede existir sin una grave psicopatía del primate, pero el vicio del sistema no es la corrupción sino que el sistema no permite combatirlo como debiera.
Salazar se rasca para retirar el foco de los monos de cola roja, que cesan a los macacos de abajo para no responder los de arriba, ante la hipocresía de las babuínas feministas que sólo protestan si no es por envidia o por venganza. Con un fiscal ya condenado por delincuente y un inmoral director del CIS que saca carteles en las comisiones. ¿Cual será el próximo sinvergüenza en mostrar su indignidad? ¿Quienes saldrán primero de la isla de los imputados? ¿Será camino de Dominicana o de Soto del Real?
La democracia liberal no puede ser ésta ciénaga, esta farsa sin responsabilidades políticas esperando a Godot, ni un cálculo de votos permanente, ni una negociación con un vampiro fugado que vive de chupar sangre, una traición moral y política, si no penal, cuando se presentan ridículamente como una especie de monos extranjera.
En la isla de los imputados muchos monos se pasan la vida aullando o aplaudiendo, prueba de que esto no es democracia porque los partidos no son del pueblo sino del Estado y esa es la causa de la corrupción, siendo sus chillidos lo más opuesto al sonido de un piano.
Quien enarbole el tema de la falta de representación descubrirá el origen de esta isla de imputados donde la izquierda mantiene el poder otorgando concesiones a los poderes económicos mientras continúa la caza de brujas de género para distraernos de los delitos del «matrimonio de trepas», en lugar de cuestionar qué es lo que propicia que asistamos diariamente en los telediarios a esta jauría de monos imputados que nos revela la esencia de esto que llaman democracia: su falta de representatividad.
