La historia de supervivencia más espectacular de la historia

Juliane Koepcke: «Perdida en el infierno verde»

A los 17 años, Juliane sobrevivió a la caída de un avión alcanzado por un rayo, cayendo dos millas atada a su asiento. Tras nueve días vagando por la selva amazónica, fue rescatada. Fue la única sobreviviente de los 93 pasajeros del vuelo 508 de LANSA el 24 de diciembre de 1971

Juliane Koepcke: "Perdida en el infierno verde"

La tragedia del vuelo 508 de LANSA, ocurrido el 24 de diciembre de 1971, está marcada por el horror y la esperanza.

Este accidente aéreo no solo dejó una profunda cicatriz en la aviación peruana, sino que también dio lugar a una de las historias de supervivencia más impactantes jamás registradas.

LANSA Flight 508, operado por un Lockheed L-188A Electra, despegó del Aeropuerto Internacional Jorge Chávez en Lima con destino a Iquitos, haciendo escala en Pucallpa.

Era Nochebuena y los pasajeros estaban emocionados por reunirse con sus familias para las festividades.

Sin embargo, el vuelo se encontró con una tormenta eléctrica a los 25 minutos de haber despegado. A pesar de las advertencias meteorológicas, los pilotos decidieron continuar, presionados por cumplir con el horario navideño.

Esta decisión resultó fatal: un rayo impactó en el ala derecha del avión, provocando que se incendiara y que la aeronave se desintegrara en pleno vuelo a más de 21,000 pies de altura sobre la selva amazónica.

De los 92 pasajeros y tripulantes a bordo, 91 murieron. Entre ellos estaba María Koepcke, madre de Juliane. Solo una persona sobrevivió: Juliane Koepcke, una joven alemana-peruana de 17 años que viajaba junto a su madre.

La caída y el milagro

Juliane cayó al vacío desde una altura de 3,000 metros (10,000 pies), aún sujeta a su asiento. Milagrosamente, la densa vegetación de la selva amortiguó su caída. Aunque sobrevivió al impacto, sufrió graves lesiones: una clavícula rota, un profundo corte en el brazo derecho, una lesión ocular y una conmoción cerebral. Despertó sola en medio del Amazonas, rodeada por insectos y animales salvajes.

Once días en la selva

La joven puso en práctica conocimientos básicos de supervivencia aprendidos de sus padres biólogos. Con solo unos pocos dulces recuperados del accidente como alimento, Juliane siguió un arroyo que sabía que eventualmente la llevaría a un río mayor y posiblemente a la civilización7. Durante su travesía enfrentó innumerables desafíos: infestaciones de larvas en sus heridas, picaduras constantes de insectos y noches frías sin refugio. Su determinación y fortaleza mental fueron clave para mantenerse viva.

Tras caminar durante nueve días debilitada y hambrienta, encontró un campamento abandonado donde pudo descansar. Finalmente fue descubierta por unos madereros locales que trataron sus heridas vertiendo gasolina sobre las larvas para eliminarlas. Luego la transportaron en canoa durante siete horas hasta un puesto misionero donde recibió atención médica antes de ser trasladada a Pucallpa para reunirse con su padre.

Impacto y legado

La historia de Juliane Koepcke es un testimonio extraordinario de resiliencia humana frente a circunstancias extremas. Su supervivencia fue atribuida a factores como el diseño del asiento que actuó como paracaídas improvisado y la vegetación densa que amortiguó el impacto. Más tarde ayudó a identificar los cuerpos de las víctimas, incluida su madre.

Juliane continuó con su vida académica y se convirtió en zoóloga como sus padres. Su experiencia inspiró libros como Cuando caí del cielo y documentales sobre su odisea.

El vuelo 508 fue el último operado por LANSA; la aerolínea perdió su licencia días después debido a su historial catastrófico1. Sin embargo, la historia de Juliane sigue siendo recordada como uno de los relatos más conmovedores e increíbles de supervivencia humana.

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Autor

Paul Monzón

Redactor de viajes de Periodista Digital desde sus orígenes. Actual editor del suplemento Travellers.

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