El último baile del átomo extremeño

Almaraz: PP y PSOE se unen en Extremadura en una insólita alianza contra el apagón nuclear de Sánchez

De la actividad de la central dependen más de 3.000 familias

Pedro Sánchez (PSOE) y la central nuclear de Almaraz
Pedro Sánchez (PSOE) y la central nuclear de Almaraz. PD

Lo que le faltaba a Pedro Sánchez.

Porque los manifestantes, los que gritan contra él en Extremadura, son también del PSOE.

Con las cosas de comer no se juega y el marido de Begoña lo esta haciendo.

La central nuclear de Almaraz se ha convertido en el símbolo del fin de una era energética en España.

Con su cierre programado para 2027 y 2028, esta planta extremeña ha desatado un debate que trasciende las fronteras regionales y pone sobre la mesa el futuro energético del país.

Lo más sorprendente es que ha logrado lo que parecía imposible: unir a PP y PSOE en una causa común.

Este sábado 18 de enero de 2025, a las 10 de la mañana comenzó en Almaraz la manifestación contra el cierre de la central nuclear, previsto por el Gobierno Frankenstein para el 31 de octubre de 2028.

Una manifestación sin precedentes.

Bajo el lema «Sí a Almaraz, sí al futuro», miles de personas, encabezadas por la presidenta de la Junta de Extremadura, María Guardiola (PP), y el presidente de la Diputación de Cáceres, Miguel Ángel Morales (PSOE), marcharon juntas para protestar contra el cierre de la central. Un espectáculo político digno de ver, casi tan improbable como encontrar un pulpo en un garaje.

Pero, ¿por qué tanto revuelo por una central nuclear?

Pues resulta que Almaraz no es solo una fábrica de electricidad, es el motor económico de toda una comarca.

Según los datos manejados por los manifestantes, de la actividad de la central dependen más de 3.000 familias. No es moco de pavo, sobre todo en una región que no destaca precisamente por su pujanza económica.

El cierre de Almaraz es solo el principio del fin de la energía nuclear en España.

Le seguirán Ascó y Vandellós en Tarragona, Cofrentes en Valencia y Trillo en Guadalajara.

En total, cinco centrales que actualmente producen alrededor del 20% de la electricidad del país. Es como si de repente decidiéramos prescindir de una de cada cinco bombillas en nuestras casas. Suena a locura, ¿verdad?

El Gobierno justifica esta decisión en su Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), que busca reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 23% respecto a 1990. Un objetivo loable, sin duda, pero que plantea serias dudas sobre cómo se va a cubrir ese hueco en la producción eléctrica. ¿Vamos a depender más del gas?

¿O quizás tendremos que importar electricidad de nuestros vecinos? Preguntas que, por ahora, no tienen una respuesta clara.

Mientras tanto, otros países europeos siguen apostando por la energía nuclear.

Francia, por ejemplo, obtiene alrededor del 70% de su electricidad de centrales nucleares y planea construir más.

Es como si nosotros decidiéramos dejar de comer jamón mientras los franceses montan una fábrica de foie gras en cada esquina.

El debate sobre la energía nuclear es complejo y polarizante.

Por un lado, tenemos a los que defienden su papel como fuente de energía limpia y estable. Por otro, a los que señalan los riesgos de accidentes y el problema de los residuos radiactivos. Lo cierto es que ambos tienen parte de razón, y la decisión de mantener o cerrar las centrales nucleares no debería tomarse a la ligera.

En el caso de Almaraz, el impacto económico en la región es innegable.

Cayetano, un trabajador de la central, lo resume así: «En la central no nos han dicho nada sobre el cierre. Se habla por lo que sale en las noticias, pero nadie nos ha dicho oficialmente si va a cerrar o no». La incertidumbre es palpable, y muchos temen tener que abandonar sus hogares en busca de trabajo en otros lugares.

Los alcaldes de la zona también están preocupados.

 Juan Antonio Díaz, alcalde socialista de Almaraz, afirma que «no hay plan alternativo, ni pensamos en que se pueda cerrar la central».

Enrique Hueso, alcalde popular de Navalmoral de la Mata, se pregunta «por qué no puede convivir la central nuclear con otras industrias».

El Gobierno Sánchez ha propuesto instalar una gigafactoría de baterías de litio en la zona como alternativa, pero muchos ven esta solución con escepticismo.

Es como si nos ofrecieran cambiar nuestro coche por una bicicleta eléctrica: puede ser más ecológico, pero no es exactamente lo mismo.

Mientras tanto, las empresas propietarias de la central, Iberdrola y Endesa, mantienen su plan de cierre.

A pesar de los rumores, no han solicitado oficialmente una extensión de la vida útil de la planta. Es como si ya hubieran tirado la toalla antes de que suene la campana.

El futuro de la energía nuclear en España parece estar escrito, pero el debate está lejos de terminar.

NUCLEARES:

  1. La primera central nuclear del mundo se construyó en Obninsk, Rusia, en 1954. Producía la friolera de 5 megavatios, suficiente para alimentar una bombilla muy, muy grande.
  2. El reactor nuclear más potente del mundo está en… ¡el espacio! El sol produce energía mediante fusión nuclear, generando el equivalente a 100.000 millones de bombas de hidrógeno por segundo. Y nosotros preocupados por Almaraz.
  3. En Oklo, Gabón, existe un reactor nuclear natural que ha estado funcionando durante 2.000 millones de años. Y nosotros que pensábamos que las centrales nucleares eran cosa del siglo XX.
  4. La radiación de fondo natural en algunas zonas de Ramsar, Irán, es tan alta que los habitantes reciben dosis anuales equivalentes a 260 radiografías de tórax. Y dicen que allí no pasa nada.
  5. El plutonio usado en la primera bomba atómica fue transportado en el asiento trasero de un taxi en Nueva York. Imagina la cara del taxista si lo hubiera sabido.

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