A sudar, que es lo suyo en esta época del año.
Auqnue en esta ocasión, durante más días y quiza a más temperatura de los habitual.
El verano de 2025 está dejando huella en España, y no precisamente por sus atardeceres idílicos en la playa.
Desde el pasado domingo, el país vive la segunda ola de calor del verano, con temperaturas que superan los 42 ºC en buena parte del territorio y sin visos de que la situación se suavice antes del próximo martes.
La Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) ha emitido alertas naranjas y amarillas en hasta doce comunidades autónomas: Andalucía, Castilla-La Mancha, Extremadura, Madrid, Galicia, Aragón, Cantabria, Castilla y León, Cataluña, Navarra, País Vasco y La Rioja, donde el riesgo de calor extremo es ya parte del paisaje cotidiano.
Lo más curioso —y preocupante— es que esta ola de calor no solo afecta a las máximas diurnas: las mínimas nocturnas se mantienen en torno a los 23-25 ºC, lo que da lugar a las famosas “noches tropicales”, en las que dormir se convierte en un lujo y el ventilador, en el mejor amigo del español medio.
Así, en ciudades como Sevilla, Córdoba o Badajoz, los termómetros parecen haber firmado un pacto con el diablo para no bajar de los 40 ºC en toda la semana.
¿Por qué hace tanto calor? La ciencia detrás del fenómeno
Detrás de este episodio extremo hay una combinación explosiva: una dorsal anticiclónica muy estable —ese “tapón” atmosférico que impide la entrada de aire fresco— y una masa de aire cálido y seco procedente del norte de África. El resultado: jornadas con temperaturas entre 8 y 10 ºC por encima de la media para estas fechas, justo en plena canícula, la quincena más cálida del año en España.
El anticiclón de las Azores, ese viejo conocido del verano ibérico, se ha situado en su posición más veraniega y bloquea cualquier intento de borrasca o frente frío de adentrarse en la península. Este “estancamiento” de aire cálido es el responsable de que el calor no solo sea intenso, sino persistente: si bien las previsiones apuntan a una leve bajada de temperaturas en el Cantábrico a partir del viernes, el resto del país seguirá en el asador al menos hasta el martes.
Un verano de récords y riesgos para la salud
No es solo una sensación: los últimos años han sido los más cálidos jamás registrados en España y Europa, y las olas de calor se han convertido en una amenaza recurrente, especialmente agravada por el cambio climático. Un reciente estudio internacional ha calculado que solo en la última ola de calor de junio fallecieron cerca de 400 personas en Madrid y Barcelona, y que el 65% de ese exceso de mortalidad se atribuye directamente a la crisis climática provocada por la quema de combustibles fósiles. “Las olas de calor son asesinos silenciosos”, advierte el profesor Malcolm Mistry, y las estadísticas le dan la razón: muchas muertes por calor no llegan a registrarse como tales, especialmente entre ancianos y personas con enfermedades crónicas.
El cuerpo humano puede soportar temperaturas ambientales de hasta 40-50 ºC, pero solo durante periodos muy cortos y siempre que la humedad sea baja. Cuando el calor extremo se prolonga, el riesgo de golpes de calor, deshidratación y fallo multiorgánico aumenta exponencialmente, sobre todo si las noches no ofrecen tregua. El calor también afecta a la productividad laboral, dispara el consumo energético y pone en jaque a los sistemas de salud y a la agricultura, que ve cómo los cultivos sufren y los recursos hídricos se tensan hasta el límite.
¿Dónde y cuándo se notará más?
Los valles del Guadalquivir y Guadiana serán, una vez más, el epicentro del calor extremo, con máximas por encima de los 42 ºC durante varios días consecutivos. El Tajo y el Ebro tampoco se libran, y en puntos de la meseta norte y el interior de Baleares se esperan registros similares. En el norte, aunque las temperaturas son algo más “benignas”, se prevé que los termómetros alcancen los 30-38 ºC en zonas habitualmente más frescas, como Asturias o el País Vasco.
La ola de calor debería comenzar a remitir a partir del martes, aunque la incertidumbre es alta y las previsiones podrían cambiar si el anticiclón decide prolongar su estancia. Mientras tanto, las noches sin respiro y los días de bochorno continuarán siendo la tónica dominante.
Curiosidades científicas del calor extremo
Porque el calor también tiene su lado sorprendente (además de incómodo), aquí van algunos datos y anécdotas para refrescar la mente:
- El récord absoluto de temperatura en España se alcanzó en Montoro (Córdoba), con 47,6 ºC el 14 de agosto de 2021. Este verano, algunas ciudades podrían acercarse peligrosamente a esa marca, aunque los meteorólogos cruzan los dedos para que no se supere.
- Las noches tropicales no son solo un fastidio: la ciencia ha demostrado que dormir con temperaturas por encima de los 23 ºC afecta al sueño profundo, la memoria y la capacidad de concentración. Así que si tienes despistes estos días, échale la culpa al termómetro.
- El calor y los trenes: en Reino Unido, cuando las vías del tren superan los 30 ºC, los trenes deben reducir la velocidad para evitar que las vías se deformen. En España, Adif monitoriza en tiempo real la temperatura de las infraestructuras ferroviarias para evitar sustos.
- Las cigarras y otros insectos mediterráneos sincronizan su ciclo vital con las olas de calor. Por eso, su “concierto” es más ensordecedor durante estos episodios extremos.
- ¿Sabías que el aire acondicionado fue inventado en 1902 por Willis Carrier para proteger el papel de una imprenta y no para refrescar personas? Hoy, sin él, las olas de calor serían aún más insoportables en oficinas y hogares.
- El calor extremo puede alterar el comportamiento humano: un estudio reciente demostró que, durante las olas de calor, aumentan los niveles de irritabilidad, los conflictos sociales y, paradójicamente, las búsquedas de recetas de helados y gazpacho en internet.
- El récord mundial de resistencia al calor lo ostenta el camello, capaz de soportar temperaturas superiores a 50 ºC y pasar días sin beber agua. Si ves uno paseando por el centro de Sevilla, probablemente estés sufriendo una alucinación térmica.
En definitiva, España afronta una ola de calor histórica que pone a prueba la resistencia de sus habitantes y de sus infraestructuras. Así que, mientras llega el ansiado descenso de temperaturas, toca hidratarse, buscar la sombra y, sobre todo, no perder el sentido del humor. Porque como decía el refrán: “En agosto, frío en rostro… este año, ¡ni por asomo!”
