El nuevo director del Centro Cultural de la Villa llega recuperando en estas fechas el que fue en tiempos fijo en las carteleras españolas, el drama romántico de José Zorrilla, apenas escenificado, pero con originalidad y de forma fidedigna en una notable producción de este formidable clásico que estuvo en épocas anteriores a punto de morir de éxito.
Estrenado en 1844 partiendo de ‘El burlador de Sevilla y convidado de piedra’ de dos siglos antes, atribuida a Tirso de Molina, forma con esta la materialización más valorada del mito de Don Juan, inspiración de muchos escritores a lo largo de siglos, una de las grandes e insistentes aportaciones españolas a la literatura universal, ese antihéroe seductor, malvado pendenciero, que podría ser cancelado por los puristas ideológicos cualquier día de estos. Aportó al Burlador novedades que mejoraron mucho la estructura dramática: introdujo la figura de doña Inés, la de don Luis Mejía y la salvación por amor y no la tradicional condena del arrepentido Don Juan. Aunque abunda en descuidos, efectismos pueriles y ráfagas de lirismo que bordean la cursilería, todo lo salva Zorrilla con el vigor de la teatralidad, su fluido dominio de la versificación, su maestría en la conducción de la acción, la firmeza de los caracteres y su insuperable sentido del misterio. Aunque no se sentía muy contento con su obra, que criticó despiadadamente en sus memorias, hay que admitir que al lado de sus virtudes dramáticas sus defectos parecen nimios y apenas se notan.
‘Podremos discrepar del contexto moral y religioso del original, podremos juzgar a Don Juan desde el hoy y sus valores, pero es indudable que la obra y sus versos tienen una verdadera fuerza sobrenatural que nos invoca y nos convoca a un territorio único, el de la pasión amorosa sin límite hasta más allá de la muerte’, nos dice Ignacio García, responsable de esta versión, que no es una puesta en escena al uso sino una dramatización bien aderezada, en la que los actores llevan el texto en la mano, lo consultan más o menos, y así marcan un distanciamiento con la fantástica trama que resulta necesario y conveniente para evitar en todo momento esas tentaciones de mirar una creación hija de otros tiempos con prejuicios actuales que no vienen al caso.
En la obra de Zorrilla sus personajes viven al límite y no tienen otra elección. Todo se juega a vida o muerte, no hay una visión apacible del mundo sino una pasional y desaforada lucha por la consumación de los deseos, dice el también director de la propuesta. ‘Es ahí donde Don Juan nos cautiva y nos asusta, donde reside su naturaleza inmortal y su fascinación eterna. Allá donde cualquier ser humano se detiene ante las convenciones sociales (matrimonio, convento, pecado, moral, familia, muerte…) Don Juan se atreve a dar un paso adelante, poniendo sus deseos y la consumación de los mismos por delante de todo’. Pero aunque sea tan delictivo que a algunos parezca fascinante y hasta envidiable, también puede juzgarse como una desmesura premeditada por parte del autor, como un esperpento sensacionalista, como una crítica feroz y no una apología de la figura, pues el nihilista e impío protagonista intenta arrepentirse en vida y lo hace finalmente ya en el otro mundo. Se redime, el bien triunfa, queda clara la moraleja positiva.
Ignacio García (Madrid, 1977) ha explicado que ‘hemos peinado algunas reiteraciones, para que no dure más de dos horas, y he modificado ligeramente alguna cosa. Pero el que venga con ganas de escuchar los versos de siempre los va a escuchar… Lo que vamos a hacer es lo que consideramos la mejor versión posible de cómo suenan las palabras de Zorrilla’. Y por nuestra parte, estamos de acuerdo. Los excesos escenográficos que a veces impiden concentrar la atención en los buenos textos, esta vez se reducen a casi nada, un escueto contexto, pero más enjundioso que el simple recitado ante un atril, con todo el elenco sentado en los laterales del escenario, vestuario de época, énfasis de iluminación y sutiles alusiones visuales para los seis ambientes diferentes en los que discurren las dos partes en que se divide la obra. Todo ello orquestado en pianísimo por el director en función de lo importante, el texto. Y hemos hablado de orquestar y no es menos importante su aportación como autor de una composición musical ecléctica que no intenta marcar el reducido contexto temporal y geográfico de la Sevilla de la época imperial sino las grandes dimensiones a ambos lados del Atlántico, sonando de acá y de allá en buena melodía.
16 actores y actrices en escena, ahí es nada. Manuela Velasco y Carles Francino son esa inocente Inés y ese Juan sin escrúpulos con el toque personal necesario para que parezcan creíbles, más ella: la celebérrima escena del diván, esa del no es verdad ángel de amor, se salva discreta. Chema León es tan malo como se necesita encarnando al colega facoineroso Luis Mejías. Destacan Juanma Cifuentes y Vicky Peña como Buttarelli, propietario de la hostería del Laurel, y Brígida, la desleal sirvienta de la novicia. Ni Joaquín Notario ni Pepe Viñuela son un padre y un criado del protagonista demasiado brillantes, y Mario Gas es el más imponente y retórico Comendador que los tiempos vieron. Todo los papeles secundarios en su sitio. Notable interpretación musical en directo en la voz de Elena Aranoa secundada por Sara Águeda cuyos arpegios acompañan toda la obra. Y todo un lujo y detalle de buen buen gusto en la presencia del nutrido coro de la Escolanía del Escorial, con los niños vestidos de monaguillos.
‘No hay obra de nuestro repertorio hispánico que defina mejor a qué suena el amor, la pasión y la locura, o cómo se dice lo que se siente en una forma que pueda expresarlo todo, un viaje único al corazón de nuestro teatro y de nuestra sociedad. Decir esos versos de siempre de manera virtuosa con la verdad teatral de hoy es volver a darle la vida a Don Juan Tenorio y volver a sentir latir una tradición teatral viva y única’, dice García, que es de los pocos que se atreven a firmar así a secas, sin segundo apellido, el cual no hemos podido averiguar por más de buscarlo, de larga trayectoria y modestia, que ha dirigido bastante, desde ‘En la Roca’ de Ernesto Caballero en 2010 (ver nuestra reseña) a la zarzuela ‘La rosa del azafrán’ este mismo año (ver nuestra reseña) – y ha realizado muchos selecciones y adaptaciones musicales para teatro, con la CNTC de El perro del hortelano (ver nuestra reseña) y El Castigo sin venganza de Lope (ver nuestra reseña), o ambas cosas al tiempo como en ‘La cisma de Inglaterra’ de Calderón en La Abadía (ver nuestra reseña), con algún borrón como la puesta en escena de ‘Reinar después de morir’ de Luis Vélez de Guevara (ver nuestra reseña) y mucho más que no enumeramos para no cansar ni cansarnos.
José Zorrilla y Moral (1817-1893) concibió su tenorio en una noche de insomnio y lo escribió en veintiún días, si es que es verdad lo que se cuenta. Fue todo un personaje en vida y su gran obra merecería más atención que la que recibe. Estos tiempos zafios se prestan a volver a valorar aquel Romanticismo, reacción desesperada contra la Ilustración triunfante recurriendo a los sentimientos para completar a la razón.
VALORACIÓN DEL ESPECTÁCULO (del 1 al 10)
Interés: 8
Versión: 8
Dirección: 8
Interpretación: 8
Música: 8
Producción: 8
Programa de mano: 7
Documentación para los medios: n/h
Teatro Fernán Gómez. Centro Cultural de la Villa
Sala Guirau
DON JUAN TENORIO
Drama religioso-fantástico en dos partes
Dramatización en versión y dirección de Ignacio García
31 de octubre y 1 y 2 de noviembre de 2024
Intérpretes: Manuela Velasco, Carles Francino, Chema León, Mario Gas, Joaquín Notario, Juanma Cifuentes, Pepe Viyuela, Diana Palazón, Vicky Peña, Chema Ruiz, Juanma Navas, Chema de Miguel, Javier Gallardo, Cecilia Solaguren, María José Alfonso, Irene Aguilar.
Música: Sara Águeda (Arpa), Elena Aranoa (canto). Coro: Escolanía del Escorial.
Versión, dirección y composición musical: Ignacio García
Diseño iluminación: Francisco Ruiz Ariza
Diseño espacio sonoro: José Ignacio Hita Urosa
Diseño vestuario: Ana Ramos
Producción: Teatro Fernán Gómez. Centro Cultural de la Villa
Horario 20:00 horas
Entrada general – 22€
Tarifa reducida – 18€.