La final masculina del US Open 2025 prometía emociones fuertes con Carlos Alcaraz y Jannik Sinner, los dos titanes más jóvenes del circuito, enfrentándose en su tercer duelo consecutivo por un título de Grand Slam.
Pero vayamos por partes, porque esta victoria no es solo de gloria deportiva: Alcaraz se embolsa un botín económico sin precedentes de cinco millones de dólares, la cifra más alta jamás repartida en la historia de los Grand Slams. ¡Un récord que eclipsa incluso a Wimbledon, hasta ahora el rey de los premios!
Claro, que no todo es color de rosa: los impuestos neoyorquinos morderán fuerte en esa fortuna, reduciéndola considerablemente, pero aun así, es un pellizco que muchos soñarían con tocar. Y ojo, que la igualdad reina en la pista: tanto en la rama masculina como femenina, el campeón se lleva la misma tajada jugosa.
Sinner, por su parte, se despide de Nueva York con 2,5 millones de dólares en el bolsillo, una suma que hasta hace poco era el premio gordo para un ganador. Ahora, como subcampeón, ya es un lujo que duele menos. El italiano, que este lunes perderá el trono del ranking tras 65 semanas de reinado, lució combativo en el segundo set, pero no pudo con la máquina de winners que es Alcaraz, quien sumó 42 golpes directos frente a los 21 de su rival y no tuvo ni un solo doble fallo en todo el partido. ¡Una exhibición de potencia y precisión que hizo vibrar a la multitud, incluso con la presencia del presidente Donald Trump en las gradas, que añadió un toque de drama extra por las medidas de seguridad!
Este US Open 2025 no solo rompe récords en metálico –el torneo que más dinero reparte entre los majors–, sino que confirma la era de oro de estos dos titanes: Alcaraz y Sinner se repartieron los cuatro Grand Slams del año a partes iguales, dos cada uno. Para los que caen en las primeras rondas, el consuelo es modesto pero vital: entre 110.000 y 237.000 dólares por las tres primeras vueltas, escalando hasta los 400.000 por octavos, 660.000 por cuartos y un suculento 1.260.000 para semifinalistas. Y no olvidemos los puntos ATP: 2.000 para el campeón y 1.300 para el finalista, que Alcaraz convertirá en dominio absoluto de la tabla.
Alcaraz, con su sonrisa contagiosa y su juego de otro planeta, dedicó el triunfo a su equipo y familia: «Estoy orgulloso de la gente que tengo alrededor», dijo en la ceremonia, antes de celebrar con su ya icónico swing de golf. Para muchos jugadores, estos majors son el salvavidas financiero de la temporada, y en esta edición, el español no solo se llevó la copa, sino que reescribe la historia. ¿El próximo? Quién sabe, pero con este huracán español en la cima, el tenis promete más épica que nunca. ¡Viva el rey de Nueva York!
El partido: Alcaraz reclama su trono
Cuando finalmente rodó la pelota sobre el cemento neoyorquino bajo techo cerrado por la lluvia, Alcaraz demostró por qué es considerado uno de los grandes prodigios del tenis mundial. El español derrotó al número uno italiano por 6-2, 3-6, 6-1 y 6-4 en un choque menos dramático que sus anteriores enfrentamientos en Roland Garros y Wimbledon, pero igualmente cargado de significado deportivo.
Con esta victoria, Alcaraz recupera el número uno mundial, suma su segundo US Open y amplía su ventaja sobre Sinner (10-5 en duelos directos; 6-4 en títulos Grand Slam). La rivalidad entre ambos sigue creciendo: nunca antes dos jugadores habían disputado tres finales consecutivas de Grand Slam en una misma temporada. “Te veo más que a mi familia”, bromeó Alcaraz durante la ceremonia de trofeos; Sinner reconoció que fue superado tanto física como mentalmente.
Trump acapara focos y reacción dividida
Pero lo que pocos esperaban era que el verdadero protagonista de la tarde sería, al menos por unos minutos, Donald Trump. Su llegada al estadio Arthur Ashe desató una tormenta de abucheos y vítores que se mezclaron con el nerviosismo por los retrasos provocados por las estrictas medidas de seguridad.
El ambiente en Flushing Meadows ya era eléctrico, pero el retraso de media hora antes del inicio del partido, motivado por el dispositivo especial para proteger al presidente estadounidense, elevó la tensión. Miles de aficionados quedaron atrapados fuera del estadio, formando colas interminables y coreando “¡Let us in! ¡Let us in!” (dejadnos entrar, dejadnos entrar) mientras intentaban acceder a sus asientos. Algunos optaron por tomárselo con humor, degustando helados bajo la amenaza de tormenta; otros no ocultaban su frustración ante lo que consideraban “algo más que un simple retraso”.
A día de hoy, 8 de septiembre de 2025, es imposible hablar de la final sin mencionar la espectacular entrada de Trump, flanqueado por miembros destacados de su gabinete y familiares, entre ellos Karoline Leavitt, Pam Bondi, Jared Kushner y Arabella Kushner. Su presencia generó una reacción mixta: desde un sonoro coro de abucheos hasta vítores apasionados por parte de sus seguidores. La USTA, consciente del posible impacto mediático y político, instruyó a las cadenas televisivas para que evitaran mostrar las reacciones del público ante la llegada del mandatario.
No obstante, los murmullos en las gradas eran imposibles de silenciar. Para muchos aficionados, el tenis quedó momentáneamente en segundo plano ante el espectáculo sociopolítico improvisado. El episodio recuerda otros momentos icónicos donde política y deporte colisionan, como los históricos boicots olímpicos o las protestas raciales en estadios estadounidenses.
Seguridad extrema y aficionados desbordados
El despliegue policial fue digno de una cumbre internacional. El Servicio Secreto estadounidense justificó las medidas extraordinarias por la protección presidencial e incluso agradeció a los asistentes su paciencia. Sin embargo, miles desconocían el motivo del retraso hasta ver un aviso en las pantallas gigantes: “Por motivos de seguridad” se aplazaba el comienzo a las 2:30 p.m.. Las comunicaciones previas vía email o aplicación móvil no llegaron a todos los espectadores; algunos solo se enteraron cuando ya estaban atrapados en interminables filas frente al estadio.
La USTA defendió su gestión pero admitió dificultades para informar adecuadamente al público. La situación dejó imágenes insólitas: aficionados siguiendo el partido desde pantallas exteriores mientras aguardaban acceder al recinto principal.
USTA pone límites a la retransmisión
En un giro insólito, la USTA solicitó expresamente a las cadenas televisivas que evitaran mostrar las reacciones del público relacionadas con Trump. La decisión buscaba evitar polémicas añadidas y proteger la reputación del torneo ante posibles controversias políticas. Pese a ello, los abucheos y vítores resonaron durante varios minutos, demostrando que ni siquiera el tenis puede abstraerse completamente del clima social estadounidense.
