El Partido Visigodo

Gallardón es un coche bomba del que periódicamente salen suicidas con cinturones explosivos dispuestos a volar el PP. Cada vez que algo o alguien suponen un obstáculo a su ambición, y la Moncloa se le aleja, Gallardón quema a lo bonzo a alguno de sus leales, que suele ser Manuel Cobo, y lo lanza contra su partido. A Gallardón le importa un capullo soberano lo que le pueda pasar a un PP en el que él no reine. Si no es suyo, que no sea para nadie. Sobre todo que no sea para Esperanza Aguirre, que no sólo se atrevió a disputarle Madrid, sino que se la ganó. Y Madrid es el mejor trampolín para la gloria.

Alberto es una Medea sin grandeza. Su venganza, sus maniobras, siempre tan obvias, no se deben a un amor despechado, a una pasión enorme y traicionada. Sólo son miserias de un ególatra elefantiásico, de un vicentín al que en los pupitres de mi clase hubiéramos corrido a capones por su arrogancia de capitán de los piojos. Su ansia de protagonismo es tan enfermiza que transforma en tonto absoluto a un hombre inteligente.

Una vez coincidí con él en un programa de televisión. En plena crisis, año 1993, los señores diputados habían decidido subirse el sueldo un pastón. Los padres de la patria hace tiempo que son ejemplares. Unos auténticos ejemplares, quiero decir. Yo estaba intentando, en el debate, comerme al socialista Hernández Moltó, el de Caja Castilla-La Mancha, que ya entonces me pareció lo que hoy se ha confirmado que era. ¿A que no saben quién se metió a defenderlo? El gallardo Gallardón. Estuve a punto de decirle “quítate, payo, no ves que no voy a por ti”. Fue imposible. Lo que le hirió fue precisamente que no fuera a por él. Habría sido un gran faraón, una gran momia.

Su último ardid ha sido acuchillar a Rajoy, Aguirre y Rato, a todos los que le llevan la mano en el PP, y vendérselo a Mariano como un acto de lealtad. Y ahí lo tienen, tan pimpante, con sus deudas y sus pirámides olímpicas. Ha conseguido afirmar la imagen de Rajoy como un pusilánime, un escapista buenazo que jamás podrá con un Zapatero más malo que la estricnina. Un hombre que no ofrece la imagen de firmeza que necesita un país hundido por la incompetencia, la cobardía y la corrupción. A Rato lo ha colocado en una posición incómoda, subsidiaria de la guerra intestina -y su primera víctima-, pues contamina de reyerta a quien permanecía como líder intacto, y va a terminar con él en un dorado retiro que deberá a sus adversarios y que quedará bien lejos de la Presidencia del Gobierno. ¡Y qué distinta sería una España presidida por Rato!

Y, por último, a Aguirre la ha vuelto a presentar como la mala que quiere a toda costa el poder, la que se opone a Rajoy, la que anhela controlar Cajamadrid. O sea, la ha vestido de Gallardón, son la doctora Jekyll y Mr. Hide. Desactivado Rato, pretende que Rajoy se cargue a Aguirre y quedar sólo él como salvador tras el próximo fracaso de Mariano. Un plan para el que cuenta con Prisa. Entregado Zapatero a Roures, el hombre de Cebrián es Gallardón(1). Se necesitan.

Sin embargo, Aguirre no pretende más que lo que cualquier otro presidente autonómico: mandar en las instituciones financieras arraigadas e inversoras en sus comunidades, esencial en una España que ya no existe, y en la que cada taifa tiene que apañárselas como pueda. O rehacer un Estado que con ZP es un botín nacionalista. ¿Saben lo que supone que una entidad liquide impuestos en una comunidad, ya naciones de facto, o en otra? ¿Tienen idea los mantxegos y alcarreños de lo que supondrá que su caja sea engullida por una caja vasca que liquide fiscalmente en Vascongadas? Pues que no verán un duro. Eso que les deben a Moltó y Barreda. A los pobres no nos quedan ya más que nuestras cajicas.

¿Qué ha hecho, si no, Valcárcel? ¿Que Carlos Egea, el mejor director general de España, gobierna Cajamurcia y seguramente la presidencia contará con su beneplácito? Claro. Pero es que no hay muchos Carlos Egea. Y lo que es obvio, y antecedentes hay, es que no se puede presidir una de las cajas murcianas contra Valcárcel. No hay política económica regional sin las cajas. Ni en Murcia ni en Madrid. ¿Alguien imagina que al presidente de Cajamurcia lo nombrara Rajoy? No está haciendo Aguirre nada extraño, pues, nada que no hayan hecho Chaves, Barreda, los catalinos, Camps… más allá de que Esperanza constituya para mucha gente la única alternativa capaz de dar puntilla a Rodríguez. Y por eso la odian dentro, pero sobre todo fuera, en el PSOE. Porque la temen.

El PP es hoy un partido visigodo, con todos asesinándose mutuamente, y Gallardón haciendo de Witiza y de los hijos de Witiza, dispuesto a entregar las llaves del PP hasta al moro MuZa(patero) con tal de satisfacer su soberbia. Su vanidad de repollo. Si Guadalete vuelve a perderse en 2012, nos esperan muchos años de ruina. Y la culpa será también de ustedes, señores del PP.

Echen a Gallardón de una vez, convoquen un verdadero congreso -el que no hicieron en 2003 ni en 2008- al que se presenten todos, y voten sin miedo, elijan a quien en verdad crean mejor para su partido y para España, y apóyenlo sin fisuras. Confíen en la democracia. Y devuelvánnosla, esa regeneración que se les quedó olvidada en su anterior gobernación, si quieren prestar un servicio histórico a los españoles. Eso es lo que necesita España, democracia: justicia, decencia.

(1) Este artículo fue publicado en ‘La Opinión de Murcia’ el domingo 1 de noviembre, por lo que no podía conocer la gallarda encuesta de ‘El País’ cuya aparición el mismo día parece confirmar cuanto aquí se dice.

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