Mi debate en «Para Todos La 2»: Contra la ‘Nueva Pedagogía’

Hace unas semanas estuve invitado en «Para todos La 2», el muy interesante magacín cultural de las tardes de TVE, para sostener un debate sobre enseñanza que llamaron «La escuela del siglo XXI», entiéndase el sistema educativo, con lo que en el fondo ya se planteaba si lo del XX es una antigualla. A mí me tocaba el papel de defensor de la antigualla. Y lo asumí con gusto, pues lo que yo defiendo es mucho más que una antigualla: es nuestra civilización misma, el Humanismo y la Grecia que nos parió. Pero también la autodenominada Nueva Pedagogía del siglo XXI es una cosa muy antigua que está entre Rousseau, todas las utopías del siglo XX, con sus conocidos resultados, y lo que siempre se llamó consentimiento o malacrianza. Además de que son las concepciones que instauró la LOGSE en 1990 y que ya llevan 25 años produciendo el desastre que todos conocemos. Pero hay que reconocerles a sus partidarios su permanente habilidad para presentar como nuevos unos planteamientos demostradamente mostrencos y fracasados.

Esta guerra es ya muy vieja: entre los conocimientos como eje de cualquier sistema de enseñanza, sobre todo si es público y, por tanto, enemigo del adoctrinamiento, que es lo que defiende un servidor; y la educación (ya no enseñanza) concebida como el ámbito de los valores, es decir, de la doctrina sobre cómo debemos sentir, pensar, relacionarnos y vivir. Unos planteamos que los ciudadanos, sobre todo los más humildes, tienen derecho a conocer y gozar de su cultura y todo lo hermoso y noble que la civilización ha creado durante milenios. Y que allí, en todo caso, están los valores.

Otros, esencialmente los pedagogos, pero cada vez más también maestros y profesores de instituto y universidad, pregonan, muy al contrario, la felicidad inmediata y la exigencia de una metodología exclusivamente práctica que lleve a eso que hoy se llaman competencias. Los ‘antiguos’ creemos que la práctica es muy necesaria para aplicar la teoría, pero que sin teoría, esfuerzo por alcanzarla y reflexión sobre sus leyes, no hay nada que aplicar. Las cabezas vacías no pueden relacionar aquello que desconocen.

Es, en cualquier caso, un asunto muy complejo, que no cabe en un post, y en el que se podrían encontrar muchos puntos de coincidencia, pero topamos con la iglesia. O mejor, con las iglesias, pues nada se parece más a la enseñanza confesional que la enseñanza confesional ‘progresista’ (a la que, sin embargo, uno considera hondamente reaccionaria). Nos acusan de soberbia profesional y de creer que la verdad está en los profesores. Y es exactamente al contrario, al menos en el caso de unos pocos, puesto que no me arrogo más representación que la mía propia: lo que yo creo es que la verdad está en los libros, y mi obligación es servirlos. Y los pedagogos creen que la verdad está en la pedagogía misma. Y en su fascinación por los métodos (pues de ninguna otra cosa saben y ninguna otra disciplina practican), confunden interesadamente -se quedarían desnudos de lo contrario- los medios con los fines, además de pretender (y haber conseguido, gracias a la cómplice tontuna de nuestras administraciones) que métodos discutibles, pero en todo caso apropiados para niños chicos, puedan y estén siendo aplicados a jóvenes de más de catorce años desde los institutos hasta la universidad a la boloñesa.

El caso que Heike Freire -por lo demás una persona con la mejor intención y preparación-, cita aquí es paradigmático de esa confusión entre medios y fines: un maestro al que le ha dado un premio creo que la ONU por tocar el cajón en una clase con niños gitanos. Magnífico, si después de dos días de cajón, les enseñó a leer, a escribir, a hablar la lengua culta y a calcular. Porque eso es lo que necesitan los gitanos: poder defenderse y dominar los mismos recursos que los payos, para, alguna vez, poder abandonar la miseria y vivir como los demás. Y eso es lo que un sistema educativo debe ofrecer: todo aquello que un niño o un joven no puede alcanzar por sí mismo ni aprender en su medio.

Lo contrario, otra vez, de lo que propone la Nueva Pedagogía: que el aprendizaje debe centrarse en el entorno próximo y en los intereses del alumno. O sea, el cajón, el río de tu pueblo y, como mucho, tu región. Universalidad, que se llama.

En fin, esta es mi posición, claro. Ahora juzguen ustedes. No tienen más que presionar sobre el enlace que sigue:

http://www.rtve.es/alacarta/videos/para-todos-la-2/para-todos-2-debate-escuela-del-siglo-xxi/3016112/

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