Españoles sin España

¿Escribir? ¿Para qué? En este momento sólo quisiera vivir en el País de Nunca Jamás y poder declararle mi amor a Campanilla, mientras los piratas quedan lejos y España no existe. No existió nunca. No la recuerdo. Nunca fui español. Nunca hube de aguantar la mentira, el sectarismo, la estupidez. Nunca sentir la amargura de ver a un país privilegiado, dotado de todos los dones de la tierra, cierre de los jardines mediterráneos y puerta del océano, empeñado en su autodestrucción, rebozado en el odio, infectado de racismo, reaccionario hasta la hez, aún bajo las sotanas carlistas, mientras los que se dicen revolucionarios se ponen del lado de los nuevos nazis y rezan en Monserrat oraciones a la butifarra.

Estoy harto de vivir con gente que cree ser de una raza superior, que hablan de quienes tenemos otra lengua como pobres de pedir que vivimos a su costa, de sus limosnas, de su “solidaridad” de mierda, falsa y repugnante, mientras nos invaden con sus productos y nos desprecian como apestados. No quiero recordar a los miles y miles y miles de entre mis gentes que fueron a barrerles las calles, a enriquecerlos trabajando en sus fábricas, a atender sus comercios, a limpiarles sus lujosas casas de misa y ‘canelons’ los domingos, y los ‘meublés’ de sus putas castellanohablantes, que ahí la lengua ya no importaba.

Y, sobre todo, ya no aguanto más a los prudentes y a los neutrales. ¿Prudentes o neutrales ante un golpe de Estado? Si la prudencia linda con la cobardía, la neutralidad no linda, es directamente una vileza, complicidad adobada en disimulo con el golpismo totalitario.

Lo de los prudentes casi mueve a risa. ¿Es que nadie le ha dicho al Gobierno que lo que hay que combatir no son los efectos, los síntomas, sino las causas? Andar persiguiendo sombras de urnas, enzarzarse en un juego de trampantojos y ocultaciones, de advertencias cruzadas a funcionarios, de redadas en imprentas o empresas de frigoríficos, no tiene más consecuencia que manifestar la naturaleza dubitativa de quien no se atreve a actuar con la contundencia que la razón y la ley le dan. Es decir, de quien duda de su propia legitimidad.

A quien hay que detener es a los que dan las órdenes y no a quienes las cumplen, aunque también, si son órdenes ilegales. Pero lo primero es descabezar el movimiento secesionista, detener a sus jefes y ponerlos a la sombra. En Europa, y en cualquier país donde se respetan la nación y la ley, lo que se preguntan es qué hacen todavía sueltos el presidente de la Generalidad y su gobierno, haciendo declaraciones y llamadas a la rebelión, dando mítines y emitiendo órdenes contra las decisiones judiciales.

Y lo de los neutrales (“maldigo a los neutrales”, que cantábamos con Celaya), los del “sí, pero”, es incluso peor, porque revela siempre el alma de un fariseo. ¡Ah, los sepulcros blanqueados, esa Iglesia que ha dejado de ser española, que vuelve a ponerse del lado de los ricos, de la clase dominante de los nacionalistas, como tantas otras veces!

Dicen los equidistantes que no están con el golpe, pero tampoco con Rajoy, que es el culpable. Sin duda lo es, pero por no haber acabado con esto desde 2012 con el FLA de Montoro en la mano. Pero, más allá de eso, los únicos culpables del delito son los delincuentes, los golpistas.

Y recordemos, además, que esto es el resultado del tripartito de la izquierda, con Maragall a la cabeza, y el ‘Estatut’ que Zapatero pactó con Mas, cuando ni éste esperaba ya nada. Y que fue Zapatero quien anuló el recurso previo de inconstitucionalidad que hizo que el Estatuto se votara antes que la sentencia, lo que aprovecharon los nazionatas para embestir a la gente contra España.

Me temo que lo que nos están preparando los golpistas y sus aliados de la extrema izquierda neonazi, los prudentes, los neutrales y los dialogantes es un enjuague bendecido por los ‘empresaris’ nacionalistas y el IBEX, una España a dos (¡o tres!) velocidades, donde los de siempre, los ‘castellans’, nos quedaremos tocándonos el pijo mientras lo que fue España, acaso presidida por Pedro Sánchez, luz de la plurinacionalidad, y con Jaume Roures de vicepresidente, se descompone en naciones jerárquicamente ordenadas. Eso sí, tendremos doctrina en la Sexta y fútbol en todas las demás Tv. Y puede que hasta nos dejen seguir siendo españoles, pero sin España.

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído