El aire en Aguas Calientes se volvió denso. Lo que prometía ser la culminación de un sueño para cientos de viajeros, acabó convertido en un limbo de incertidumbre.
A día de hoy, 17 de septiembre de 2025, la crisis en el acceso a Machu Picchu ha dejado a más de 2.300 visitantes —la mayoría extranjeros— varados en la base de la montaña.
El motivo: una protesta indefinida de comunidades locales, que ha paralizado el servicio ferroviario, principal vía de acceso al santuario inca, y forzado la evacuación de al menos 1.400 turistas en trenes humanitarios.
Las imágenes de mochileros exhaustos, familias con niños y parejas de jubilados arrastrando maletas por las vías férreas dan la vuelta al mundo.
El caos logístico, sumado al temor de perder vuelos y reservas, genera una sensación de vulnerabilidad que golpea la reputación de Perú como destino seguro y fiable.
Un conflicto sobre ruedas
El origen de la crisis hunde sus raíces en el cambio de la concesión del transporte entre Aguas Calientes y la ciudadela. Tras 30 años de monopolio, la empresa Consettur Machupicchu debía ceder el control a una nueva compañía formada por comunidades campesinas, pero la transición ha sido caótica. El Frente de Defensa de los Intereses de Machu Picchu exige el cumplimiento del traspaso y acusa a la empresa saliente de operar con la licencia caducada. El resultado ha sido una huelga indefinida, bloqueos de vías y sabotaje de trenes, que han obligado a las autoridades a suspender el servicio para proteger a los pasajeros.
La protesta ha tenido consecuencias inmediatas: 17 policías heridos en enfrentamientos, trenes varados y turistas obligados a caminar durante horas por senderos improvisados para buscar transporte alternativo.
Impacto económico y social
El coste de la paralización va mucho más allá del malestar de los viajeros. La región del Cusco pierde cerca de 2 millones de soles diarios —alrededor de medio millón de euros— por la ausencia de visitantes, lo que afecta a más de 31.000 negocios vinculados al turismo: hoteles, restaurantes, guías, transportistas y artesanos ven amenazada su subsistencia.
El gerente regional de Comercio Exterior y Turismo, Rosendo Baca, advierte que la cancelación de un 15% de paquetes turísticos hacia fin de año podría suponer pérdidas de hasta 300 millones de soles. La crisis, además, erosiona la imagen internacional de Perú y siembra dudas sobre la permanencia de Machu Picchu en la lista de las Nuevas Siete Maravillas del Mundo, según la organización New7Wonders.
Los gremios turísticos y la Cámara de Comercio urgen al Gobierno a mediar y buscar una solución dialogada, pero la desconfianza y la presión social complican las negociaciones. Mientras tanto, la Unidad de Gestión de Machupicchu y los ministerios de Turismo, Cultura y Transportes intentan articular respuestas de emergencia para evitar el colapso del sector.
Testimonios: la experiencia de los atrapados
Las redes sociales recogen testimonios de viajeros frustrados. Andrea y Miguel, una pareja española de 38 años, relatan: “Nos avisaron del paro cuando ya teníamos el tren pagado. Llevamos dos días esperando un convoy humanitario. Todo el mundo está nervioso; algunos han perdido vuelos y reservas de hoteles en Lima. Es una sensación de impotencia total”.
Algunos turistas han debido caminar entre dos y tres horas para alcanzar puntos donde encontrar algún vehículo, mientras que los más vulnerables —embarazadas, niños y mayores— han recibido prioridad en los traslados organizados por la policía y la Cruz Roja.
Vulnerabilidad del turismo ante conflictos sociales
El episodio de Machu Picchu ilustra la extrema vulnerabilidad del turismo frente a conflictos sociales y políticos en América Latina. Las protestas, a menudo ligadas a demandas locales de empleo, transporte y gestión de recursos, pueden desembocar en bloqueos que afectan directamente a los viajeros y al tejido económico de la región.
Para los operadores turísticos, la incertidumbre se traduce en cancelaciones masivas, reembolsos y daños a largo plazo en la confianza de los clientes. Las agencias internacionales ya revisan sus condiciones de viaje y recomiendan flexibilidad en las reservas. El caso sirve como advertencia para toda la industria global: ningún destino, por icónico que sea, está a salvo de la volatilidad social.
Medios de transporte: la arteria ferroviaria de Machu Picchu
El acceso al santuario se realiza, en condiciones normales, a través de dos trenes turísticos: PerúRail e Inca Rail, que conectan Ollantaytambo con Aguas Calientes. El trayecto dura entre 90 minutos y dos horas. Desde el pueblo, los visitantes ascienden en buses turísticos o, para los más aventureros, a pie por la ruta del Camino Inca.
El bloqueo de la vía férrea ha dejado claro que no existen alternativas viables para el acceso masivo. Solo algunos senderos peatonales y caminos secundarios permiten el paso, pero resultan impracticables para la mayoría de los viajeros, sobre todo en temporada de lluvias.
Coste y precios para dos personas
Un viaje estándar para dos personas desde Cusco a Machu Picchu ronda los 500 a 900 euros, incluyendo tren (entre 60 y 150 euros por trayecto y persona), bus (25 euros ida y vuelta por persona), entrada a la ciudadela (45 euros por persona) y una noche de hotel de gama media en Aguas Calientes (60-120 euros).
A esto se suman los gastos en comidas (15-30 euros por persona y día), guías turísticos (20-50 euros por grupo) y posibles extras. En caso de incidentes o bloqueos, los costes pueden multiplicarse por cancelaciones, cambios de fecha y noches adicionales de alojamiento sin previsión.
Mejor estación del año para visitar
La mejor época para viajar a Machu Picchu es la estación seca, de mayo a octubre, especialmente entre junio y septiembre. En estos meses, el clima es más estable, las lluvias son escasas y las vistas despejadas. Sin embargo, la afluencia de turistas es máxima y conviene reservar con antelación.
La temporada de lluvias, de noviembre a abril, ofrece paisajes más verdes y menos aglomeraciones, pero el riesgo de desprendimientos y cortes en el transporte aumenta.
Restaurantes imprescindibles
En Aguas Calientes destacan propuestas como:
- Indio Feliz Bistro: cocina franco-peruana, ambiente animado y platos contundentes.
- Café Inkaterra: productos locales en un entorno natural junto al río.
- Mapacho Craft Beer & Peruvian Cuisine: cervezas artesanas y menú variado para reponer fuerzas tras la caminata.
En Cusco, vale la pena reservar en Cicciolina, Chicha (de Gastón Acurio) y Limo para degustar cocina andina contemporánea.
Documentación necesaria y moneda
Los ciudadanos españoles pueden entrar en Perú sin visado para estancias turísticas de hasta 90 días, solo con pasaporte en vigor. Es imprescindible conservar la tarjeta de migración y respetar los plazos de permanencia.
La moneda oficial es el sol peruano (PEN). Es aconsejable llevar efectivo para gastos pequeños, aunque hoteles y restaurantes aceptan tarjetas.
Claves y trucos para disfrutar al máximo
- Reservar tren, entrada y bus con semanas de antelación.
- Llevar ropa ligera y de abrigo, impermeable y protector solar.
- Adaptarse a la altitud (más de 2.400 metros sobre el nivel del mar), descansando y bebiendo infusiones de coca.
- Madrugar para evitar las horas de mayor afluencia.
- Considerar una visita guiada para comprender la historia y los secretos del lugar.
Curiosidades y anécdotas del lugar
- Machu Picchu fue “descubierta” para Occidente en 1911 por el explorador estadounidense Hiram Bingham, aunque las comunidades locales ya conocían el sitio.
- La ciudadela, Patrimonio de la Humanidad desde 1983, alberga más de 200 construcciones entre templos, plazas y terrazas agrícolas.
- Cada día, solo 5.600 personas pueden acceder al recinto, cifra que se revisa periódicamente para preservar el entorno.
Cómo llegar desde España
La forma más cómoda es volar desde Madrid o Barcelona a Lima, con vuelos directos operados por aerolíneas como Iberia o LATAM (duración: 12-13 horas). Desde la capital, hay vuelos internos a Cusco (1 hora y 20 minutos). Una vez en Cusco, se toma el tren hasta Aguas Calientes y desde allí el bus hasta la entrada de Machu Picchu.
El viaje soñado… y el desafío pendiente
El viaje a Machu Picchu simboliza mucho más que una escapada cultural. Es una travesía hacia el corazón de los Andes, un reencuentro con la historia de América y una lección sobre la fragilidad del turismo ante los desafíos sociales. Para los viajeros españoles, la experiencia sigue siendo única y transformadora, aunque la incertidumbre de estos días obliga a planificar con mayor flexibilidad y a estar atentos a la actualidad local.
Hoy, la ciudadela sigue en pie, y la esperanza de volver a recibir visitantes sin sobresaltos se mantiene. Machu Picchu, entre la niebla y el rumor de los rieles, espera que el diálogo y la sensatez devuelvan la calma a uno de los destinos más legendarios del planeta.

