NUEVAS AMENAZAS EN EL ESCENARIO EUROPEO

III Guerra Mundial: las cuatro capitales europeas que bombardearía Rusia en cuanto estalle el conflicto

Londres, Berlín, París y Viena han sido mencionadas desde el Kremlin en medio de un aumento de tensiones sobre Ucrania y la OTAN, reavivando el debate sobre cómo sería y cómo sobrevivir a una posible III Guerra Mundial.

III Guerra Mundial: las cuatro capitales europeas que bombardearía Rusia en cuanto estalle el conflicto
Vladimir Putin. PD

El mapa europeo se está llenando nuevamente de flechas simbólicas.

En los platós de televisión rusos, personajes cercanos al poder identifican posibles objetivos militares.

Mientras tanto, en las capitales de la OTAN, se siente cada vez más la presión del tiempo para disuadir cualquier amenaza. Millones de europeos se preguntan en susurros algo que hace décadas parecía sacado de una novela de ciencia ficción: ¿cómo sería una III Guerra Mundial y dónde podrían refugiarse si el conflicto dejara de ser solo retórico?

En este clima de incertidumbre, un presentador destacado en la televisión rusa, muy vinculado al Kremlin, ha señalado sin ambages cuatro ciudades: Londres, Berlín, París y Viena.

No lo hizo en un informe militar reservado, sino en un programa que atrae a millones de espectadores.

Sus declaraciones resuenan con un ambiente cargado de amenazas y una guerra en Ucrania que ha pasado a ser el epicentro de una rivalidad global mucho más compleja.

Las cuatro capitales en la mira: detalles sobre lo dicho

En uno de sus programas nocturnos, el célebre presentador Vladimir Solovyov, visto por muchos como un portavoz no oficial del Kremlin, arremetió contra la presencia militar británica en Ucrania. Afirmó que esto podría ser considerado un “casus belli para un ataque nuclear contra el Reino Unido”. Pero sus palabras no se detuvieron ahí; en intervenciones posteriores amplió su discurso y enumeró cuatro ciudades prioritarias en Europa en caso de que las tensiones aumentaran.

Las urbes mencionadas fueron:

  • Londres
  • Berlín
  • París
  • Viena

Solovyov fue directo al mencionar la necesidad de “destruir nuevamente Berlín” y “entrar otra vez en París”, sugiriendo incluso que los austriacos podrían “reconsiderar” su postura. En cuanto a Londres, su amenaza fue contundente: consideró inevitable un ataque nuclear contra el Reino Unido si Moscú interpretara ciertos movimientos como agresión directa.

Estas declaraciones coinciden con la confirmación del fallecimiento en Ucrania del paracaidista británico George Hooley, quien contaba con 28 años y estaba apoyando a las fuerzas ucranianas. Después de este triste evento, el historiador Andrey Sidorov, también cercano al poder ruso, argumentó que la presencia militar británica debería verse como casus belli y llegó a insinuar la posibilidad de un ataque nuclear contra el Reino Unido.

La secuencia es relevante:

  1. Escalada en Ucrania: Rusia intensifica sus ataques y expande lo que llama “franja de seguridad” en áreas como Járkov, Dnipropetrovsk y Sumy.
  2. Advertencias desde la OTAN: El secretario general, Mark Rutte, sostiene que “somos el próximo objetivo de Rusia” y llama a prepararse para una guerra similar a aquella vivida por “nuestros abuelos y bisabuelos”.
  3. Reacción desde Moscú: Voces afines al Kremlin elevan su retórica, nombran capitales específicas e incluso plantean abiertamente el uso del armamento nuclear en Europa.

Mientras tanto, el propio Vladimir Putin critica a los líderes europeos por su “histeria” ante posibles ataques rusos a la OTAN y les tilda de “lechones”, al mismo tiempo que amenaza con “liberar por medios militares” los “territorios históricos rusos” en Ucrania si falla la vía diplomática.

¿Cómo podría desarrollarse una III Guerra Mundial desde una perspectiva europea?

La noción de una III Guerra Mundial ya no se concibe únicamente como un enfrentamiento directo entre grandes potencias nucleares al estilo de la Guerra Fría. Los analistas están considerando varios niveles posibles de conflicto:

  • Escalada desde un frente regional: El conflicto ucraniano sigue siendo el detonante más probable. Una ofensiva rusa que cruzara hacia territorio perteneciente a la OTAN (como Polonia o los países bálticos) activaría casi automáticamente el artículo 5 sobre defensa colectiva.
  • Conflicto convencional masivo en Europa del Este: Se enfrentarían fuerzas rusas contra contingentes aliados en puntos estratégicos como Suwalki, que conecta Polonia con Lituania y asegura el enlace terrestre con las repúblicas bálticas.
  • Guerra híbrida generalizada:
    • Ciberataques dirigidos a redes eléctricas, sistemas financieros y satélites.
    • Campañas desinformativas e interferencias sobre elecciones y gobiernos.
    • Bloqueos marítimos y ataques a infraestructuras críticas (como gasoductos o cables submarinos).

En este marco, una III Guerra Mundial presentaría características singulares:

  1. Alta intensidad y alta tecnología
    • Uso extensivo de drones, misiles precisos y sistemas antiaéreos avanzados.
    • Combate desarrollado simultáneamente en múltiples frentes: tierra, mar, aire, ciberespacio e incluso espacio exterior.
  2. Movilización social y económica total
    • Reorganización industrial para producir armamento masivo; es algo que ya demanda la OTAN con llamados a incrementar el gasto defensivo y acelerar producción.
    • Reclutamientos masivos junto con activación de reservas; las economías entrarían en “modo guerra”.
  3. Riesgo constante de escalada nuclear
    • Rusia incluye el uso potencial limitado de armas nucleares tácticas dentro su estrategia como forma para detener avances enemigos.
    • Cualquier ataque dirigido hacia ciudades como Londres, Berlín o París sería considerado un ataque contra todo el núcleo nuclear aliado; esto podría desencadenar respuestas encadenadas.

El propio Mark Rutte ha descrito vívidamente las consecuencias potenciales de tal conflicto: “destrucción masiva, movilización generalizada, millones desplazados, sufrimiento extendido y pérdidas extremas”, planteando un escenario donde la guerra “afecte cada hogar y cada lugar laboral”. Sus palabras buscan precisamente lo que hoy escasea en muchas capitales europeas: ese sentido urgente ante lo inminente.

¿Dónde encontrar refugio si estalla una guerra total?

Esta cuestión resulta incómoda porque implica aceptar que el conflicto podría trascender las pantallas informativas. Las recomendaciones ofrecidas por gobiernos y expertos en protección civil abarcan varias capas dependiendo si hablamos de un enfrentamiento convencional o uno que incluya armamento nuclear.

En líneas generales, los lugares considerados relativamente más seguros serían:

  • Zonas alejadas de objetivos estratégicos:
    • Grandes capitales (especialmente las cuatro mencionadas).
    • Instalaciones militares clave, puertos importantes, aeródromos o centros industriales pesados.
  • Regiones interiores con baja densidad poblacional y escasa industria crítica.
  • Áreas con buenas capacidades agrícolas e acceso al agua, facilitando así cierta autosuficiencia básica si se cortaran las cadenas logísticas.

Si llegara a utilizarse armamento nuclear, cambia toda la lógica:

  • En un primer impacto, los objetivos más probables incluirían:
    • Centros políticos y militares (como Londres, Berlín, París o Viena).
    • Grandes nodos operativos y comunicacionales dentro de la OTAN.
  • La prioridad inmediata para los ciudadanos debería ser:
    • Refugios subterráneos profundos o aparcamientos soterrados; estaciones antiguas del metro servirían también como protección.
    • Mantenerse alejado de ventanas para reducir exposición inicial mientras esperan instrucciones oficiales.

A nivel individual o familiar, los expertos insistirán siempre en algunos mínimos razonables ante cualquier tipo crisis mayor:

  • Planificación anticipada:
    • Conocer cuáles son los refugios más cercanos o los espacios más seguros dentro del propio hogar.
    • Establecer puntos de encuentro familiares junto con protocolos comunicacionales claros.
  • Un kit básico para varios días:
    • Agua potable junto con alimentos no perecederos.
    • Linternas junto con baterías externas; radios alimentadas por pilas son esenciales.
    • Botiquín médico con medicinas imprescindibles así como documentación vital.

Frente a una guerra extensa en Europa no existiría un “lugar absolutamente seguro”. Sin embargo sí habría niveles variados de riesgo: desde aquellos núcleos ya amenazados públicamente (Londres, Berlín, París o Viena) hasta áreas rurales situadas lejos del frente principal con menor valor estratégico inmediato.

Entre disuasión e incertidumbre: qué podría suceder ahora

Mientras medios rusos especulan sobre nuevas incursiones en París o Viena, los mandos aliados ajustan sus planes defensivos ante un posible conflicto “de magnitudes similares a las vividas durante la Segunda Guerra Mundial”, según palabras del secretario general. Por otro lado, Moscú alterna descalificaciones hacia líderes europeos con amenazas sobre avanzar militarmente hacia más territorios ucranianos si no se acepta su marco negociador.

La clave durante los próximos meses radica en varios factores determinantes:

  • El desarrollo del conflicto ucraniano:
    • Si Rusia logra consolidar avances territoriales ampliando su “zona segura”, eso acercará aún más el frente hacia las fronteras aliadas.
    • Si Ucrania consigue estabilizar su línea gracias al apoyo occidental sostenido disminuirá así cualquier margen ruso para escalar fuera.
  • La credibilidad disuasoria dentro de la OTAN:
    • Incrementar gasto militar así como presencia activa en flancos orientales enviaría señales claras; cualquier ataque contra alguna capital aliada tendría respuesta inmediata.
    • Cualquier indicio interno divisorio o fatiga estratégica alentaría al Kremlin a seguir poniendo a prueba límites establecidos.
  • El uso estratégico del lenguaje nuclear:
    • Ignorar declaraciones provocativas por figuras como Solovyov o Sidorov podría normalizar amenazas sobre borrar ciudades sin consecuencias políticas.
    • Por otro lado sobrerreaccionar ante cada afirmación podría llevarnos hacia una espiral donde palabras acerquen peligrosamente hechos reales.

En última instancia todo converge alrededor de una pregunta antigua pero renovada: ¿hasta qué punto está Europa dispuesta a respaldar a Ucrania? Eso incluye reforzar sus propias defensas mientras asume costes económicos y políticos necesarios para evitar que amenazas sobre Londres, Berlín, París o Viena pasen simplemente por ser otro recurso mediático. Porque lo cierto es que cuando llegan guerras rara vez ocurren donde uno espera ni bajo circunstancias previstas desde cómodos estudios televisivos.

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