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¿Qué verdad sigue tiesa en su pena?

Ángel Sáez García 24 Jun 2025 - 14:00 CET
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¿QUÉ VERDAD SIGUE TIESA EN SU PEANA?

IN ELIGENDO CULPA E IN VIGILANDO

Aunque, desde la noche de los tiempos y/o a lo largo de la historia, ha habido un sinfín de demagogos (sueltos de mui) que la han intentado abatir, ninguno de ellos ha logrado derribar del pedestal donde aún se enseñorea y halla colocada esa verdad incondicionalmente cierta, necesariamente válida, o sea,  apodíctica, que asevera que no se puede conseguir que lo que ha acontecido no haya ocurrido; es decir, en plata y/o a la pata la llana, que antaño como hogaño, en toda sociedad, las palabras proferidas se las pudo/puede llevar el tiempo, disfrazado para la ocasión de viento, en una o dos ráfagas, pero lo escrito escrito está, como acostumbraban a aducir algunos griegos de la Hélade. Uno puede disimular, ignorar u olvidar la historia, pero no se puede hacer con ella lo mismo que con una ley o norma, abolirla, derogarla. Algunos (no todos, me consta), durante el rato de reflexión o repaso diario que hacemos mientras estamos yacentes, decúbito supino, en la cama, antes de conciliar el sueño, podemos arrepentirnos de alguna palabra que hemos dicho o algún acto que hemos hecho, podemos pretender atenuarlo, podemos procurar minimizar sus consecuencias o efectos a fin de desmentir, desmontar o modificar sus perjuicios, pero no podemos deshacerlo. No es un nudo; ni siquiera gordiano, por la sencilla y sucinta razón de peso de que lo hecho hecho está y permanece hecho.

El presidente del Ejecutivo Pedro Sánchez, durante la sesión de control al Gobierno del pasado miércoles 18 de junio de 2025, en respuesta a una pregunta que le había formulado el diputado Gabriel Rufián, de ERC, intentó convencerlo a él y persuadirnos al resto de los ciudadanos de que los últimos acontecimientos sucedidos en España, por los que él se vio en la tesitura de tener que cesar a Santos Cerdán como secretario de Organización del PSOE y hasta pedirle que entregara el acta de diputado por dicha formación u organización, era una anécdota, no una categoría. Disiento abierta y totalmente de dicho criterio. Él ha tenido desde que es secretario general del PSOE y presidente del Gobierno (siete años) solo dos secretarios de Organización por el momento (no cuento, por razones obvias, el cuarteto, de vida efímera, hasta el 5 de julio, o el terceto, apoyado por la gerente). El Diccionario de la lengua española, en su primera acepción, define el vocablo “anécdota” así: “Relato breve de un hecho curioso que se hace como demostración, ejemplo o entretenimiento”. Entiendo que la brevedad, en el caso de los siete años, que nos ocupa, brilla por su ausencia. Así que pudo gustar lo que dijo a los suyos, sus correligionarios, que le aplaudieron a rabiar, por esgrimir dicho argumento, pero muchos socialistas, entre los que me cuento o sumo, que no somos sanchistas, nunca lo fuimos, le encontramos al mismo más agujeros que un colador, que un escurridor. ¿Quién escogió y nombró para dicho puesto de secretario de Organización del PSOE a Ábalos y a Cerdán? Me consta que usted, lector, salvo que sea Pedro Sánchez, que lo dudo, no. ¿Quién no supervisó ni controló ni puso fin a cuantos desmanes hacían, lo que propició que siguieran coronándolos? Su culpa in eligendo e in vigilando está clara, diáfana.

Quien sea lector habitual de las urdiduras o “urdiblandas“ de Otramotro (poco importa que sea o se sienta ella, él o no binario) ya conoce mis gustos y mis guías; así que no le extrañará que reproduzca a continuación las líneas que tantas veces he citado, pues vienen a cuento (sirven para dejar en cueros, desnudar, los razonamientos huecos, hueros, de otra/o/s, y llevan aparejada la penitencia, en el supuesto de que uno no haya conseguido llevar las riendas del corcel que monta como conviene, y más aún si este peca de soberbia), de un cuento de Julio Cortázar, que tanto me chifla, peta y pirra, “El perseguidor”: “(…) Algunos eran modestos y no se creían infalibles. Pero hasta el más modesto se sentía seguro. Eso era lo que me crispaba, Bruno, que se sintieran seguros. Seguros de qué, dime un poco, cuando yo, un pobre diablo con más pestes que el demonio debajo de la piel, tenía bastante conciencia para sentir que todo era como una jalea, que todo temblaba alrededor, que no había más que fijarse un poco, sentirse un poco, callarse un poco para descubrir los agujeros. En la puerta, en la cama: agujeros. En la mano, en el diario, en el tiempo, en el aire: todo lleno de agujeros, todo esponja, todo como un colador colándose a sí mismo…”.

   Nota bene

   Abundo (y destaco, por la metáfora ajustada que contiene) con el parecer que nos brinda Berna González Harbour, quien, en la columna titulada “No habrá paz para Pedro Sánchez” dice, al comienzo del penúltimo parágrafo de la misma, publicada en la página 13 del diario EL PAÍS, del pasado sábado 21 de junio de 2025, esto: “La reacción de Sánchez al responder a Rufián que estamos ante una ‘anécdota’ muestra esa desconexión (de la realidad). La retahíla del ‘y tú más’ que enunció en el Congreso ante el PP no es medicina (panacea) para su propio cáncer. La alusión a la responsabilidad de frenar a Vox no es bandera suficiente para sostener un gobierno intoxicado por la corrupción”.

   Ángel Sáez García

   angelsaez.otramotro@gmail.com

Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza. Casado (con la literatura —en traducción libre, literaria, “si la literatura no lo es todo, no vale la pena perder una hora con ella”, Jean-Paul Sartre dixit—, solo con […]

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