El mapa energético global está cambiando, y Sudamérica se ha convertido en el nuevo motor de crecimiento petrolero.
El dinamismo de proyectos en Guyana, el presal brasileño y la argentina Vaca Muerta está impulsando una transformación que pocos anticipaban hace apenas una década.
A día de hoy, 27 de agosto de 2025, la región destaca como la zona petrolera de más rápido crecimiento en el mundo, tanto por su ritmo productivo como por las oportunidades que abre para la economía y la geopolítica regional.
Sudamérica vive un momento histórico: mientras algunos países renuevan su protagonismo con políticas audaces e inversiones récord, otros ven cómo sus viejos modelos quedan atrás.
El auge petrolero no solo transforma cuentas nacionales; redefine alianzas internacionales, altera equilibrios geopolíticos e impulsa nuevas infraestructuras estratégicas.
En pleno debate mundial sobre transición energética y cambio climático, Sudamérica se reafirma como actor imprescindible –y cada vez más competitivo– dentro del tablero global del petróleo.
Guyana: de la pobreza al protagonismo mundial
En el norte del continente, Guyana pasó de ser uno de los países más pobres a encabezar los rankings mundiales de crecimiento económico, gracias a los descubrimientos petroleros frente a su costa. Desde que en 2019 se iniciara la explotación del bloque Stabroek por parte de ExxonMobil, la producción ha alcanzado ya los 650.000 barriles diarios, con previsión de llegar a 674.000 en 2025 y duplicarse para 2030.
El impacto es enorme:
- El Producto Interior Bruto (PIB) creció un 43,6% en 2024, con proyecciones del 10,3% para 2025 y un nuevo repunte al 23% en 2026.
- Guyana ya es el mayor productor per cápita del mundo y el quinto exportador latinoamericano.
- La economía no solo depende del crudo: sectores como agricultura y servicios también se han beneficiado, gracias a inversiones públicas derivadas de los ingresos petroleros.
Este auge supone un desafío directo para Venezuela, tradicional potencia regional. La disputa por la zona del Esequibo –rico en hidrocarburos– se ha intensificado, reflejando cómo los recursos energéticos redibujan fronteras e intereses estratégicos en Sudamérica.
Argentina y Vaca Muerta: consolidación como potencia energética
Argentina, segunda economía sudamericana, está experimentando una revolución silenciosa con el desarrollo masivo de Vaca Muerta, uno de los mayores yacimientos no convencionales del mundo. En 2025:
- El país se consolidó como el tercer mayor productor de petróleo sudamericano.
- La producción nacional ronda los 343.000 barriles diarios solo por parte de YPF, con Vaca Muerta aportando casi la mitad del crudo argentino.
- Las reservas estimadas ascienden a 16.000 millones de barriles recuperables de petróleo y 308 billones de pies cúbicos de gas natural.
Con inversiones superiores a los 2.200 millones de dólares en infraestructura –como el oleoducto Vaca Muerta Sur– Argentina planea duplicar su capacidad exportadora durante la próxima década, mientras que se prevé que casi la mitad del crudo producido será destinado a mercados internacionales para 2030.
El efecto arrastre sobre la economía es notable: tras una contracción económica en 2024 (-1,3%), Argentina liderará el crecimiento regional en 2025 con un salto del PIB estimado en un 5%.
Brasil: el gigante del presal
Brasil sigue apostando fuerte por sus reservas offshore en el área conocida como presal. Las inversiones extranjeras, especialmente de grandes multinacionales como Shell, Total o Equinor, contribuyen a que el país aumente año tras año su producción e influencia energética.
- Se espera que Brasil, junto con Canadá y Guyana, añada cerca de 400.000 barriles diarios adicionales a la oferta global en este año.
- El foco está puesto en megaproyectos marítimos e innovación tecnológica para extraer crudo en aguas ultraprofundas.
Oportunidades y retos: infraestructuras, exportaciones y transición
El boom sudamericano no está exento de desafíos:
- La infraestructura es clave: oleoductos como Vaca Muerta Sur (Argentina) o nuevas terminales portuarias (Guyana) resultan esenciales para evacuar crecientes volúmenes hacia mercados globales.
- La demanda asiática –especialmente china– incrementa las oportunidades exportadoras pero exige flexibilidad logística y acuerdos comerciales sólidos.
- El gas natural avanza más lentamente debido a las dificultades técnicas y comerciales asociadas a su transporte e internacionalización; sin embargo, representa una oportunidad futura relevante para diversificar matrices energéticas nacionales.
Mientras tanto, otros países viven realidades opuestas:
- Venezuela, pese a contar con las mayores reservas probadas del planeta (más de 300.000 millones de barriles), enfrenta sanciones internacionales y una crisis estructural que limita su producción real a entre 500.000 y 800.000 barriles diarios.
- Colombia y Ecuador afrontan horizontes limitados por reservas menguantes; ambos países podrían dejar de exportar crudo dentro de una década si no aceleran exploraciones o diversifican sus economías.
Inversiones internacionales: confianza renovada
Las grandes petroleras internacionales han vuelto a apostar fuerte por Sudamérica:
- Entre 2015 y 2029 invertirán más de 127.000 millones de dólares en exploración y desarrollo.
- Las áreas prioritarias son aguas profundas (Guyana), presal brasileño y shale argentino.
Este flujo financiero refuerza la posición regional como “zona caliente” para los próximos años dentro del mercado energético global.
