Nicolás Maduro ha denunciado «robo y piratería», mientras que la Casa Blanca estrecha el cerco con un bloqueo a los tanqueros.
Esta estrategia tiene como objetivo asfixiar las exportaciones de petróleo, que son la principal fuente de ingresos del chavismo.
En las últimas 48 horas, un funcionario estadounidense confirmó a CBS que la Guardacostas de EE.UU. está siguiendo otro buque sancionado cerca de las costas venezolanas.
El sábado 20 de diciembre, EE.UU. llevó a cabo la incautación del segundo petrolero, el MT Centuries, que transportaba 1,5 millones de barriles de crudo venezolano del terminal José.
Imágenes satelitales mostraron al buque junto a tres embarcaciones de la Armada venezolana en los límites de la zona económica exclusiva, a 200 millas.
La Guardacostas optó por esperar a que los escoltas se alejaran antes de actuar y así evitar enfrentamientos directos.
Antecedentes de un pulso largo
El bloqueo no es una novedad. Donald Trump lo anunció el 19 de diciembre como «total y completo» contra los tanqueros sancionados que entran o salen de Venezuela. Acusa al régimen de estar involucrado en narcotráfico, trata de personas y terrorismo. La meta es forzar la devolución de activos estadounidenses confiscados.
Desde 2019, las sanciones han tenido altibajos. En agosto de ese año, Trump congeló activos pertenecientes a Maduro mediante la Orden Ejecutiva 13884. En 2023, un acuerdo electoral con la oposición permitió relajar ciertas reglas: el Tesoro emitió licencias GL43 y GL44 para operaciones petroleras durante seis meses. Sin embargo, todo dio un giro en 2025.
Venezuela ha respondido organizando escoltas navales. PDVSA reanudó sus cargas tras un ciberataque que había dejado aislados puertos y refinerías.
El impacto en el mar y la economía
Más de 11 millones de barriles permanecen varados en tanqueros venezolanos. Al menos cuatro supertanqueros han dado media vuelta en el Caribe para evitar ser interceptados por la Guardacostas. Desde 2020, PDVSA ha cargado crudo y fuel en siete ocasiones desde el MT Centuries, como lo demuestran más de 700 fotos documentales.
El bloqueo ha paralizado las exportaciones. Aunque Venezuela sigue enviando petróleo, lo hace mediante una «flota sombra»: buques que apagan su sistema AIS para evadir detección. EE.UU., por su parte, utiliza satélites y observaciones visuales para localizarlos.
Trump muestra su músculo militar: despliega el grupo anfibio Ewaima, acompañado por la 22ª Fuerza Expedicionaria de Marines, además de misiles Tomahawk desde barcos y bombarderos B-1 y B-52. Venezuela moviliza su Armada pero busca evitar confrontaciones directas.
¿Acto de guerra o sanción legal?
Desde una perspectiva legal, EE.UU. no puede abordar buques en alta mar sin autorización según la Convención de la ONU sobre el Derecho del Mar. Sin embargo, dado que se trata de crudo sancionado, estos tanqueros forman parte de la «flota sombra» del régimen de Maduro.
Venezuela clama «robo». Un comunicado oficial condena lo que consideran el «secuestro» del MT Centuries, argumentando que transportaba propiedad privada.
La respuesta desde la Casa Blanca es clara: las sanciones permanecerán hasta que se devuelvan los activos estadounidenses. La portavoz Anna Kelly afirmó que el buque operaba dentro del entramado chavista.
Otros tanqueros anclados en puertos venezolanos se encuentran ante una disyuntiva: ¿quedarse o arriesgarse? Algunos ya han optado por dar vuelta en mar abierto.
Cómo puede escalar
La tensión va en aumento. Si la Guardacostas logra interceptar el tercer tanker, es probable que Maduro intensifique sus escoltas o declare una zona exclusiva para sus operaciones marítimas. Aunque EE.UU. busca evitar enfrentamientos directos, su despliegue militar insinúa una preparación para posibles escaladas.
PDVSA sigue enfrentándose a dificultades: recientes ciberataques han aislado sistemas críticos necesarios para reanudar sus cargas. Las exportaciones están cayendo; sin embargo, China e India continúan comprando petróleo mediante esta flota sombra.
En este año crítico para las relaciones internacionales, Trump ya ha alterado significativamente el comercio marítimo global con tarifas y sanciones dirigidas hacia Irán y Rusia, además de lanzar advertencias sobre el Canal de Panamá. Este nuevo bloqueo tiene como objetivo «fortalecer al shipping americano» mientras presiona al chavismo.
Los países importadores están atentos: se prevén aranceles del 25% si deciden comerciar con crudo venezolano. Los tanqueros libres corren riesgos considerables mientras el cerco se estrecha cada vez más.
La Guardacostas, junto con aliados estratégicos, lidera estas interdicciones marítimas. Expertos opinan que esto representa un intento por desestabilizar al régimen sin recurrir a una guerra abierta. El Caribe está al borde; solo falta ver cómo se desenvuelve esta tensa situación y si finalmente el petróleo chavista podrá seguir fluyendo o si se verá obligado a secarse.
