Y además de serviles, son malos.
Como periodistas y como gestores.
La Agencia EFE se encuentra en uno de los momentos más críticos que ha enfrentado en décadas.
En lo que va del año, ha anotado unas pérdidas que ascienden a 14 millones de euros, lo que eleva su patrimonio neto negativo a 47 millones.
Esta cifra agrava una situación financiera ya de por sí alarmante: en los últimos diez años, EFE ha acumulado más de 115 millones de euros en pérdidas y todo parece indicar que 2025 no será diferente.
Las cifras no sólo se niegan a estabilizarse, sino que muestran una tendencia a la baja que pone en riesgo tanto la viabilidad como la reputación de la mayor agencia de noticias en español a nivel mundial.
Un informe de gestión reciente revela que la crisis económica en EFE ha pasado a ser crónica. La empresa pública lleva varios ejercicios con resultados negativos, un deterioro que ni las nuevas líneas de financiación ni los ajustes presupuestarios han logrado revertir.
Los sindicatos advierten que la situación es «especialmente delicada», subrayando la falta de transparencia en la gestión y la carencia de una planificación estratégica como dos factores claves detrás de este agujero financiero.
Más control de Moncloa: denuncias internas y presión política
El deterioro económico que atraviesa EFE coincide con un aumento del control ejercido por La Moncloa sobre su línea editorial y gestión.
Trabajadores y representantes sindicales han denunciado un incremento en las presiones para adoptar un tono más favorable al Gobierno, lo que ha llevado a que el relato institucional prevalezca sobre la independencia informativa.
Esta tendencia ha desatado una oleada de críticas tanto internas como externas, con acusaciones directas dirigidas hacia el presidente de la agencia, Miguel Ángel Oliver, quien fue designado en 2023 tras una polémica votación parlamentaria.
Oliver, antiguo secretario de Estado de Comunicación, es señalado por sus opositores como un «comisario político» cuyo propósito sería convertir a EFE en un «ministerio de propaganda». La reciente historia está marcada por ceses abruptos —como el caso de Fernando Garea en 2020 y Gabriela Cañas en 2023— ambos apartados por no someterse a las exigencias del Gobierno.
Esto alimenta la percepción generalizada de que la independencia editorial de EFE está más comprometida que nunca.
La Brunete Pedrete mediática y el papel de EFE
En este escenario, EFE es una pieza clave dentro de lo que se conoce como Brunete Pedrete mediática, un conglomerado donde medios y profesionales actúan, según algunos críticos, como intermediarios al servicio de los intereses gubernamentales.
La cobertura informativa sobre eventos políticos, las decisiones sobre qué noticias priorizar y el tono empleado en los teletipos son objeto constante de escrutinio.
Ejemplos recientes incluyen cambios en titulares para suavizar críticas hacia el PSOE o hacia el propio Pedro Sánchez, así como omitir referencias incómodas relacionadas con figuras políticas cercanas al partido gobernante.
Redactores consultados indican que «evitan mencionar que es un personaje político social» cuando se trata de asuntos sensibles, contribuyendo así a «blanquear» a dicho partido.
Estas prácticas buscan controlar cómo se presenta la información al público externo y minimizar el impacto negativo derivado de casos relacionados con corrupción o críticas provenientes desde la oposición.
Impacto en la credibilidad y el servicio público
La situación actual de EFE genera preocupación no solo por sus repercusiones económicas sino también por el deterioro evidente en su función como servicio público.
Los sindicatos han alertado sobre cómo un modelo de gestión basado en afinidades personales y decisiones poco justificadas tanto técnica como económicamente están erosionando la credibilidad de la agencia. Exigen un retorno a estándares mínimos de transparencia, igualdad en el trato y rendición de cuentas para preservar su posición como referente internacional.
Entre los desafíos urgentes destacan:
- Recuperar autonomía editorial para evitar caer en el descrédito dentro del ecosistema informativo.
- Abordar la precariedad financiera con un plan viable realista y consensuado.
- Restablecer canales efectivos para el diálogo entre dirección y plantilla.
Una crisis estructural en el ecosistema informativo
Lo que sucede en EFE no es simplemente un incidente aislado. Se inscribe dentro de una tendencia más amplia hacia la politización y control sobre los medios públicos en España, donde también se han observado movimientos recientes dentro de Televisión Española e intentos similares sobre grandes grupos mediáticos. La influencia sobre criterios editoriales y el control sobre publicidad institucional son mecanismos cuya intensidad ha aumentado notablemente estos últimos años, alimentando así la percepción generalizada acerca del deseo gubernamental por blindar su relato ante los ciudadanos.
En este contexto polarizado, EFE juega un papel crucial al proyectar la imagen del país hacia el exterior mientras vertebra el debate público interno. Por ello, la crisis actual no solo repercute sobre la empresa y sus trabajadores; afecta también al sistema democrático entero y a la calidad del periodismo español.
El futuro de EFE, entre la incertidumbre y la exigencia de regeneración
Con una plantilla inquieta, una dirección cuestionada y resultados económicos negativos, el futuro inmediato de EFE dependerá directamente del compromiso demostrado por sus responsables para llevar a cabo una regeneración real. La agencia necesita recuperar su independencia, mejorar su gestión y retomar su función como servicio público con rigor, transparencia y pluralidad. De no lograrlo, corre el riesgo inminente no solo perder su estatus como referente sino también quedar atrapada dentro del ciclo destructivo que afecta gran parte del sector mediático español.
En un momento donde acceder a información veraz es más crucial que nunca, EFE enfrenta el reto ineludible: volver a ser sinónimo confianza, solidez y neutralidad. No solo para sus lectores sino también para garantizar una salud democrática robusta en España.
