Temas variados este 21 de abril de 2016 en las columnas de opinión de la prensa de papel donde, por increíble que parezca, no hay tribunas relevantes sobre la reunión mantenida en la tarde del 20 de abril de 2016 entre Mariano Rajoy y Carles Puigdemont. Quizá, haciendo el chiste fácil, no llegaron por los pelos a poder reflejar en los artículos la tensión vivida entre ambos mandatarios:
En ABC, Jaime González explica con mucho cachondeo por qué Podemos se ha quedado sin silla en la Diputación Permanente del Congreso de los Diputados:
En su definición más cursi, la Diputación Permanente del Congreso es el órgano encargado de mantener las constantes vitales de la Cámara cuando su mandato, bien por expiración o disolución, llega a su fin. Algo así como un Parlamento de guardia que actúa de nexo entre dos legislaturas y que está compuesto por 60 miembros titulares y otros tantos suplentes, más el presidente. La Diputación Permanente tiene, a su vez, una Mesa formada por cinco diputados, elegidos de entre los integrantes de la Mesa del Congreso, compuesta por nueve miembros.
Señala que:
Pues bien: como todo apunta a que el próximo 3 de mayo se disolverán las Cortes, los partidos han elegido ya a sus representantes en ese Parlamento de guardia y se han repartido los cinco puestos en la Mesa pequeña por el procedimiento del «juego de la silla»: se pone una canción y los nueve miembros de la Mesa grande dan vueltas alrededor de la chica hasta que Patxi López aprieta el botón del «stop» para detener la música (dicen que estaba sonando «Baila conmigo», de Juan Magán y Luciana). El truco está en dar vueltas agarrados al respaldo de la silla para -cuando se detenga la canción- deslizar raudo el trasero en el asiento. Lógicamente, Patxi López, dueño del «compact disc», encontró rápido acomodo, lo mismo que Celia Villalobos, que le tiene cogido el tranquillo al juego (cuando participó por primera vez sonaba «Háblame de ti», de Los Pecos). Cuentan las malas lenguas que Alicia Sánchez Camacho (PP), Micaela Navarro (PSOE) e Ignacio Prendes (Ciudadanos) fueron advertidos de que Patxi López apretaría el botón del «stop» justo cuando Juan Magán termine de decir «a mi me gusta como tú te mueves», un segundo antes del «yeahhh ohh».
Entre que nadie les advirtió a los dos diputados de Podemos y que no les pone mucho el electro latino nacional (les tira más el que se baila en Venezuela), se han quedado sin silla y se ha montando la mundial. Íñigo Errejón se lo comunicó así a Pablo Iglesias: «Nos han hecho la de Juan Magán». Y el secretario general, vuelta la burra al trigo: burla antidemocrática, tongo, robo, conchabeo, asonada, golpe a la voluntad popular. Eso les pasa por dispersos. Si estuvieran a lo que hay que estar en lugar de pendientes de intervenir en «La Sexta», se habrían enterado de que, aunque cambie la letra, la música es siempre la misma, ya suenen Los Pecos o Juan Magán: «A mi me gusta como tú te mueves. Yeahhh ohh».
Isabel San Sebastián habla sobre la entrevista que le hicieron en laSexta a Arnaldo Otegi. El mejor calificativo que le da es cuando señala que le dieron ganas de vomitar viendo desplegar toda esa propaganda proetarra al que se autoproclama como futuro lehendakari:
¿Se debe entrevistar a un terrorista? Exactamente igual que a un genocida, un atracador de bancos, un violador o un asesino. ¿Es ético hacerlo? Depende. Si la conversación se plantea como un acta de acusación basada en hechos contrastados, destinada a poner al desnudo la miseria moral del personaje, puede resultar no solo lícita, sino tremendamente útil desde el punto de vista del derecho a la información que asiste a los ciudadanos. Si, por el contrario, el entrevistador se limita a formular preguntas supuestamente «objetivas» y aceptar respuestas falsarias, sin rebatir afirmaciones encaminadas a legitimar centenares de crímenes, entonces nos alejamos del ejercicio periodístico para adentrarnos en otro terreno. El del colegueo, la justificación, la equidistancia o simplemente el todo vale con tal de subir la audiencia. En cualquier caso, un terreno pantanoso hecho de sangre y barro.
Apunta que:
Aguanté la entrevista de Jordi Évole al etarra Arnaldo Otegi, emitida el domingo por la Sexta, hasta que el dirigente de la organización terrorista culpó directamente a la Guardia Civil de haber dejado morir a los niños asesinados en los cuarteles por no atender la exigencia de la banda de «sacar de allí a las familias». Mi estómago no dio para más. A esas alturas de la amable charla el entrevistado ya había acusado a la Benemérita de practicar habitualmente la tortura, no solo con la anuencia tácita del periodista, sino con el respaldo de un concejal del PP vasco, sí, del mismo PP en el que militaron Gregorio Ordóñez, Miguel Ángel Blanco y tantos otros asesinados, que decía «entender por ello muchas cosas», en referencia a los crímenes de ETA. Hasta donde yo sé, el partido a estas horas todavía no lo ha expulsado.
Aguanté, conteniendo a duras penas las ganas de vomitar, el discurso chulesco del terrorista, negándose a condenar la sanguinaria trayectoria de sus compañeros de armas, sin que el complaciente interrogador diese por concluido el encuentro ni siquiera tuviese a bien manifestar su repulsa. Claro que si el Ministerio Fiscal, el de Interior, la Abogacía del Estado y demás órganos competentes no hacen nada para impedir que Amaiur o Bildu sean legales, a pesar de incumplir flagrantemente las condiciones impuestas por la Ley de Partidos, ¿quién es un comunicador de televisión para escandalizarse porque un miembro de ETA rehúse censurar a sus correligionarios? Aquí está claro que los sicarios del hacha y la serpiente han pasado a formar parte del paisaje con total naturalidad, porque ya no empuñan la pistola. Ya no matan. Y ese «cese definitivo de la violencia» sí ha tenido un precio político, por mucho que lo nieguen Zapatero y Rajoy. Un precio altísimo pagado en forma de impunidad, presencia en las instituciones y humillación gratuita a las víctimas.
Y remacha:
Arnaldo Otegi «superstar» entró en campaña el domingo con un macro-mitin televisado ante un millón y medio de espectadores. Un verdadero regalo en términos propagandísticos. En breve se celebrarán en el País Vasco unas elecciones a las que el secuestrador de Gabi Cisneros concurrirá en calidad de candidato a lendakari, me inclino a pensar que sin necesidad de testaferros, pese a estar inhabilitado. Es tan evidente el desarme moral del Estado como consecuencia del «proceso de paz», tan patente la voluntad de entendimiento entre su gente y la de Iglesias, que ni siquiera tendrán que molestarse en disimular. ¿Para qué? No hay nada que no traguemos.
José María Carrascal habla sobre esa diputada de Podemos en Canarias que pide que el Ejército se vaya de las Islas y del colegueo que el alcalde de Cádiz, ‘Kichi’ y algún que otro socialista mantuvieron con el ministro principal de Gibraltar, Picardo:
Se queja la izquierda española de que la derecha haya acaparado el patriotismo. No se lo discuto e incluso estoy dispuesto a reconocer que lo ha monopolizado, lo que constituye una de las principales causas de la debilidad de la nación española y del auge de los nacionalismos locales. Pero si esto ha ocurrido no es sólo por las ansias acaparadoras de la derecha, sino porque la izquierda le ha servido en bandeja ese patriotismo. Y voy a darles los dos últimos ejemplos.
Resalta que:
Como informaba ayer ABC, la diputada canaria María Pita -de Podemos- ha presentado una proposición no de ley para que el archipiélago sea declarado «zona de paz, con estatuto de neutralidad permanente, por lo que el Estado central no debe establecer tropas, ni bases ni alianzas europeas ni internacionales». En una palabra: que el Ejército español abandone Canarias, donde tiene 4.300 efectivos, entre ellos los del Regimiento Soria 9, el más antiguo de Europa, que se remonta a 1509.
No sé de qué asombrarme más, si de la ingenuidad de la Srta. Pita o de su sectarismo. Canarias es la parte española más en riesgo: a mil kilómetros de la Península, frente a una África incendiada y con un Marruecos que nunca ha disimulado la reivindicación sobre el archipiélago. Dejarlo sin tropas es casi una invitación a invadirlo. Incluso sin armas. Bastaría montar una «marcha verde» con embarcaciones de todo tipo y gentes de todos los pelajes para que tomaran, primero, Lanzarote, la isla más cercana, e ir luego ocupando el resto, como se hizo con el Sahara. ¿Quién iba a defenderlos? ¿Los camareros de los hoteles?
Mientras, en Cádiz, Fabián Picardo ha sido recibido con todos los honores de «Ministro Principal» de Gibraltar por la presidenta de la Diputación, doña Irene García (PSOE) y por el alcalde, José María González Santos, Kichi (Podemos). Las entrevistas no pudieron ser más cordiales ni los deseos más afines: «Estrechar la colaboración natural entre Gibraltar y Cádiz» para lo que «se crearán comisiones técnicas que la faciliten en los distintos campos». Subrayo lo de «natural». ¿Puede haber colaboración natural entre el colonizador y el colonizado?
Concluye que:
Sólo la de explotación, que la mantenida hasta la fecha entre la colonia inglesa y su entorno. Lo que ocurre es que el Reino Unido puede salir de la Unión Europea, dejando a Gibraltar fuera de Europa. Pero no de España. Y Picardo busca desesperadamente estrechar los lazos con sus colonos para mantener el estatuto colonial. Le allanan el camino las 500.000 libras esterlinas que se gasta en publicidad en la comarca y los millones de euros españoles que Gibraltar esconde.
Coincido con la izquierda en que hay que reformar muchas cosas en España. Pero discrepo en que el camino para ello sea pactar con nuestros enemigos. A no ser que se piense que el principal, enemigo de España sea la derecha. Eso conduce sólo a la guerra civil permanen
En El Mundo, Arcadi Espada le pide a Ciudadanos mayor claridad en sus mensajes y, sobre todo, que se dejen de jueguitos pueriles sobre el apellido de Mariano Rajoy:
Ni siquiera la extrema aridez del proceso de escritura legitima algunas diversiones literarias. Uno no debe echarse unas risas sobre los atributos físicos de nadie, salvo los de uno mismo, y tampoco debe juguetear con el nombre o apellidos de nadie, ni siquiera con los de uno mismo. Son recursos que están al alcance de cualquiera y, por tanto, de los que nadie debe hacer uso. Cada vez que me vence la tentación y me entrego a esa forma abyecta de sarcasmo, pido públicamente que dios me perdone, consciente de que agravo mi ya insostenible posición ética al demostrar que conozco el pecado, dándome a él e implorando perdón, todo en la misma frase.
Recalca que:
El lector inteligente habrá deducido que voy a referirme a ese ‘Mariano Rajao’, la zafia propaganda que acaba de poner en marcha Ciudadanos para denunciar determinadas insuficiencias éticas y políticas que aprecia en el presidente. Como exige el mecanismo retórico, la propaganda incluye un desagradable argumento ‘ad hominem’ contra la política del Partido Popular. Y sobre todo, inútil. De una manera absurda C’s, y también el PSOE, han intentado que la renuncia de Rajoy fuera la llave de una nueva mayoría parlamentaria. Pero no han conseguido su objetivo: Rajoy volverá a ser el candidato y es ciertamente probable que obtenga más votos que cada uno de ellos.
Si eso sucede, y si como algunas encuestas indican, Pp y C’s suman una posible mayoría, el problema de C’s será llamar a la sede del Pp y preguntar por el señor ‘Rajao’. Es verdad que el presidente se pone siempre, incluidos Puigdemont y aquel pez piloto de la radio, y que alguna vez Rajoy ha llamado a Rivera de nombre Alfonso o Alejandro, ya no recuerdo. Pero, aun con todo, la raja de confianza será considerable.
Sentencia que:
Si realmente C’s no está para bromas, tiene una oportunidad única en la campaña que parece avecinarse: presentarse ante los ciudadanos diciendo que jamás facilitarán, ni por activa ni por pasiva, un acuerdo de gobierno con el señor ‘Rajao’, por lo que su nombre indica. A ver si se atreven. Al hacerlo, además, predicarán con el ejemplo y quizá sitúen a los socialistas en la obligación moral de explicar que sigue vigente, para esa campaña y para el resultado que depare, la resolución del comité federal que prohibía pactar con el Pp. Los ciudadanos necesitan imperiosamente esas aclaraciones, porque las elecciones deben dirimirse entre los gobernables y los ingobernables.
En La Razón, Irene Villa pone de ejemplo a la justicia de Noruega que no se apiada un ápice del sanguinario Anders Breivik cuando en 2011 asesinó a 77 personas:
Hay ideas que matan. Cuando calan tan fuerte que nublan el intelecto y el sentido común hasta hacerlos inútiles, aparecen protagonistas de las peores noticias, como el noruego Anders Breivik, que afirma que luchará «hasta la muerte» por el nacionalsocialismo. Seguro que se acuerdan de la masacre que perpetró en 2011. Fue condenado a 21 años de cárcel, el máximo permitido en la legislación noruega, una condena con posibilidad de ser ampliada, por asesinar a 77 personas, la mayoría adolescentes de juventudes laboristas.
Recuerda que:
Se disfrazó de policía y durante más de una hora estuvo disparando sin que nadie le abatiera, contra todos esos jóvenes atrapados en la isla Utoya. Les acusaba de apoyar el multiculturalismo. Son muchos los que comparten unas ideas que incitan al odio y a la discriminación, algo que nuestro código penal recoge como delito. El artículo 510 alude a penas de cárcel si existe discriminación o violencia por motivos racistas, antisemitas u otros referentes a la ideología, religión o creencias,orientación sexual, enfermedad, minusvalía… Que sepan quienes defienden ideas patrióticas como la pureza de la raza, o nacionalismos excluyentes, independentismos… que sus principios tienen un cariz criminal. Tanto la extrema derecha como la extrema izquierda han protagonizado episodios tan terroríficos como el provocado por el execrable asesino noruego, quien acusó ayer al Estado noruego de ser tratado de forma «inhumana y degradante».
Se ha quejado de que en el tiempo que ha pasado en prisión ha sido sometido a 885 registros corporales con desnudos «humillantes» y que «carecen de sentido».Como humanista y defensora de los derechos humanos, creo que quien ha ocasionado tal dolor solo tiene derecho a cumplir su condena íntegra. Porque el que la hace la paga. Es sorprendente, y doloroso también para las víctimas en particular y la sociedad en general, que «circunstancias humanitarias» hayan servido para suavizar condenas o dar protagonismo a quienes actuaron sin atisbo de humanismo. La Justicia noruega tiene una razón de peso: es un individuo extremadamente peligroso, y no debe comunicarse con simpatizantes susceptibles de cometer nuevos atentados.



