El editorial de ABC se fija en el cisma que la marcha de Errejón ha provocado en Podemos:
Además de plantear su órdago, la consecuencia real del desmarque de Errejón es el debilitamiento del liderazgo cesarista que Iglesias y su pareja y portavoz parlamentaria han impuesto en Podemos. El cisma parece irreversible. En Andalucía, los anticapitalistas son mayoría y ya se plantaron ante la dirección de Podemos. E Iglesias tuvo que supeditarse a sus tesis. También las «mareas» gallegas han planteado otro conflicto por su rechazo a los presupuestos de Sánchez que con tanta incoherencia defiende Iglesias. Y en Cataluña, los dirigentes «pablistas» han ido sucumbiendo y dimitiendo. Ahora, la metástasis se ha extendido a Madrid y Errejón ha consumado su venganza tras haber sido humillado por Iglesias. Podemos está hecho añicos.
Luis Ventoso se parte la caja con la ruptura de Podemos:
El partido implosiona justo en su quinto aniversario. Está en caída libre en los sondeos y es una jaula de grillos, a bofetada limpia en las comunidades. Los ángeles eran humanos. Odiaban y se apuñalaban por un carguito. El austero líder supremo chocheaba por el confort burgués y se compró un chaletazo. La apuesta por el modelo bolivariano se percibe hoy como lo que siempre fue: una chaladura. Hacían pillerías fiscales. Mercadeaban con pisos sociales. Cuando tocaron poder en los ayuntamientos impartieron un recital de incompetencia y sectarismo. Alguno, como el admirado Errejón, hasta hurtó una beca (por un importe veinte veces superior a los dos botes de crema de Cifuentes). Pero nunca se fue a casa y hasta imparte lecciones morales. Podemos naufraga. Bueno para España, su democracia y su futuro. Al final resultó que el más serio del clan casi era el bebé de Bescansa, que por lo menos estaba callado en el Congreso.
La Razón no duda de que a Podemos le ha bastado un solo lustro para convertirse en un partido como los demás en el que los personalismos y intereses están por encima del bien común:
La maniobra, ciertamente desleal, de Íñigo Errejón, saltando a la grupa del presunto caballo ganador, que no es otro, en los dudosos cálculos electorales de la izquierda, que la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, es la imagen más descarnada de un partido político joven que, sin embargo, se ha contagiado de todos los defectos de las viejas formaciones en un tiempo inusualmente corto; cinco años. No estamos, efectivamente, ante una crisis de carácter ideológico ni ante un desacuerdo causado por distintas interpretaciones sobre la estrategia a seguir, sino ante la cristalización de rencillas personales, enconadas e irreconciliables, entre quienes hace apenas un lustro se presentaron ante la sociedad española como los adalides de la nueva política, debeladores del malvado «régimen del 78» e impulsores de la verdadera democracia, directa y asamblearia, que debía liberar a España de la lacra de los partidos tradicionales, que fueron artífices de la Transición.
Antonio Martín Beaumont apunta que lo de Errejón lleva meses pergeñándose con la colaboración de la ex de Pablo Iglesias, Tania Sánchez:
Sorpresa para los oficialistas, sin duda. Pero, según me cuentan fuentes bien informadas, para nada en el bando de los ‘rebeldes’, donde, desde hace tiempo, alguien se movía para dar el golpe de gracia al líder. Nada más y nada menos que Tania Sánchez, antigua purgada de la dirección, estrecha colaboradora ahora de Errejón y la persona que ha ‘facilitado’ su aterrizaje a la vera misma de Manuela Carmena como candidato a la Puerta del Sol de Madrid. Oficialmente, ha sido el encaje de Izquierda Unida en las candidaturas madrileñas de Podemos la razón de una puñalada con pocos precedentes en la política española: que un candidato «pata negra» abandone su partido a cuatro meses de las urnas para concurrir con otra marca.
Berna González Harbour, en El País, señala claramente a Iglesias como el perdedor del pulso que le ha planteado Íñigo Errejón:
El perdedor indiscutible es quien está sentado en esa cumbre, Pablo Iglesias, que ve desmenuzarse el alcance de sus posibilidades precisamente por la actuación de las figuras. Figuras expulsadas del olimpo, como Errejón, o figuras elegidas pero no sometidas a sus designios, como Carmena, empiezan a actuar por su cuenta. Y eso activa todas las alertas antitsunami en un partido que emergió con fuerza, pero que necesitó apoyarse en figuras relevantes como la propia Carmena y Ada Colau para acariciar el poder.
El editorial de El Mundo hace un repaso de las causas que han llevado a la explosión en miles de fragmentos de Podemos:
El meteórico declive de Podemos ha conocido muchos hitos: la desmovilización de la militancia agrupada en círculos, la imposición de una jerarquía vertical, la purga de discrepantes -incluida la cúpula original-, la obscena personalización del partido hasta el extremo de colocar a la pareja sentimental del líder como número dos y de celebrar un referéndum sobre la lujosa vivienda de ambos bajo chantaje de dimisión, el faccionalismo ideológico, el rechazo a España y el alineamiento con el soberanismo en pleno desafío separatista, la inoperante estructura confederal. El colofón de esta deriva implosiva lo pone Íñigo Errejón renunciando a la marca morada para presentarse a las autonómicas con la sigla de Manuela Carmena. Una ruptura que proclama un derrotismo preventivo: Podemos es ya sinónimo de desafección electoral y sectarismo orgánico hasta para su cofundador, contra quien Iglesias presentará otro candidato. El cainismo devora a sus hijos.
Antonio Lucas subraya que si algo no destaca en Errejón es el exceso de ego, al contrario que su líder:
A diferencia de Iglesias, no tiene necesidad de pedir un metro a cada rato para medirse los genitales. Podemos, definitivamente, puede empezar a ser un poco menos en muchas cosas. Para empezar, y a lo lejos, socio de Gobierno. Este partido se está matando a sí mismo, como Nicolas Cage en Leaving Las Vegas. Jibarizado Podemos en un selfie, Iglesias ya vive como quería, no en La Navata sino encerrado con un solo juguete: él mismo. Sin Errejón se abre un cisma en un partido tan litúrgico. Queda reventado el sagrario.
Santiago González no duda de que Pablo Iglesias e Irene Montero se mantendrán en el poder de Podemos aunque sea simplemente para pagar la hipoteca del casoplón:
Iglesias se apresta para la batalla y anunció al caer la tarde que presentará una candidatura para competir con Errejón. Ya veremos. Él ha desmentido todas y cada una de sus afirmaciones: sobre las casas, sobre Venezuela, sobre apalear a policías, sobre sus expectativas electorales, sobre su sueño húmedo de apalear a Mariló Montero. «Si no gano las próximas elecciones generales igual me voy», le dijo a Évole en octubre de 2014. Estuvo mucho más acertado en otra reflexión que le hizo al mismo follonero: «En el momento en que mínimamente nos parezcamos a la casta estamos muertos». Lo están, aunque todavía respiren. Podemos es una criatura agonizante a los cinco años de su fundación. Era una obra de Pablo Iglesias Turrión y ha muerto a sus manos. Él y su novia son irremediablemente casta. Se mantendrán al frente del chiringuito para poder pagar la hipoteca.
Juan Velarde es redactor de Periodista Digital @juanvelarde72


